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Plan Vive industrializado en Alcorcón, sostenibilidad, innovación calidad y diseño al servicio de los ciudadanos

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La construcción industrializada se ha convertido en sinónimo de sostenibilidad al emplear técnicas innovadoras que permiten reducir el impacto ambiental, optimizar el uso de recursos, y mejorar la eficiencia energética en los edificios. La industrialización de la construcción representa un paso más en el proceso de sostenibilidad del sector, promoviendo un sistema de edificación apoyado en técnicas y procesos que buscan el equilibrio entre el desarrollo económico, la protección del medio ambiente y el bienestar social.

En este sentido ávita, la división industrializada de Grupo Avintia, lleva años liderando el sector, un hecho que le ha permitido convertirse en un referente de esta imparable tendencia. Un disruptivo modelo que, bajo su innovador ADN, ofrece respuestas a los principales problemas actuales del sector, en concreto, a la gran crisis de la vivienda en nuestro país, y al impacto negativo de la construcción en el medio ambiente.  Un hecho que ha promovido que la administración seleccione este tipo de construcción a la hora de poner en marcha sus programas de vivienda, como es el caso de las primeras viviendas de alquiler asequible del Plan Vive de la Comunidad de Madrid, construidas de manera industrializada por ávita y promovidas por CULMIA.

Plan Vive industrializado en Alcorcon, sostenibilidad, innovacion calidad y diseño al servicio de los ciudadanos

274 viviendas divididas en dos urbanizaciones de 140 y 134 viviendas, que está previsto que sean entregadas el próximo mes de marzo, ubicadas en el Ensanche sur de Alcorcón, Madrid, pero creadas mucho más al norte, en la fábrica de ávita de Aranda de Duero.

Una construcción que cuenta con una certificación BREAM Excelente lo que significa que se trata de un edificio que reduce su huella ambiental y sus costes de mantenimiento y mejora el confort salud y calidad de la vida de los usuarios. En definitiva, un desarrollo que, gracias a la industrialización, es mucho más sostenible que uno tradicional por los siguientes motivos:

Su diseño maximiza la eficiencia energética. Esto incluye el uso de materiales y técnicas de construcción que minimizan las pérdidas de energía, como un mejor aislamiento, y sistemas de iluminación y climatización eficientes, entre otros.

Durante su construcción en fábrica de ávita de Aranda de Duero, se reduce la cantidad de residuos generados en comparación con la construcción tradicional. Además, los materiales sobrantes se han reutilizado o reciclado.

La construcción en fábrica también permite reducir los tiempos en comparación con los métodos tradicionales. Esto no solo reduce el impacto ambiental durante la construcción, sino que también acorta el tiempo de ocupación del edificio, lo que a su vez reduce el consumo de energía durante la vida útil del mismo.

Además, se incorporan plomería y tecnología que ayuda a reducir el consumo de agua, como grifos y sanitarios de bajo flujo y sistemas de recolección y reutilización de agua pluvial.

Todos los componentes integrados en los proyectos industrializados de ávita son líderes en sus respectivos sectores, ofrecen los máximos estándares de calidad y están diseñados para ser duraderos, lo que se traduce en edificios más resistentes al desgaste con menos mantenimiento y reparaciones a lo largo del tiempo, reduciendo así su impacto ambiental.

Energías Renovables: aliado y herramienta para la sostenibilidad del sector de la construcción

Energías renovables en el sector de la construcción

Como ya hemos comentado aquí, los edificios son los culpables de una buena parte de las emisiones contaminantes de las ciudades. Si tenemos además en cuenta que alrededor del 55 % de la población mundial vive en entornos urbanos, encontramos una buena razón por la que apostar por las energías renovables para conseguir ciudades sostenibles (y un mundo más libre de contaminación).

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas plantean una serie de retos que cada país ha decidido afrontar con sus propias medidas. En España, debido a que el sector de la construcción representa un auténtico motor económico, la adaptación a estas fuentes de energía sostenible es esencial.

Exploremos a continuación cuáles son los recursos más habituales en la construcción española para afrontar los retos de la sostenibilidad.

 

Nueva construcción de edificios con energías renovables

Cada día son más numerosos los edificios que cuentan con alternativas de producción de energía sostenible. Estos son los sistemas disponibles hoy en día:

  • Energía solar fotovoltaica: tiene como objetivo producir energía eléctrica, pues transforma la radiación solar en energía mediante módulos fotovoltaicos. Es el sistema más popular de autoconsumo actualmente.

Paneles solares instalados en la cubierta de una residencia unidfamiliar en Madrid, construida por Avintia

  • Energía solar térmica: se diferencia de la anterior en que se utiliza para calentar agua, para uso higiénico y residencial. Gracias a placas solares, se calienta un fluido que sirve para calentar el agua que más tarde se utilizará en calefacciones u otros sistemas.

Ejemplo de caldera solar: Energía solar termohidráulica

  • Energía solar termodinámica: las placas solares termodinámicas convierten la luz solar en calor y no en electricidad. La otra diferencia principal respecto de las anteriores es que no necesitan la luz solar directa y pueden generar energía a partir del calor del aire, por ejemplo, en días lluviosos o menos soleados.
  • Biomasa: se obtiene de diferentes materias primas, como pueden ser residuos de actividades agrícolas o forestales. Estos pasarán por una caldera a través de la cual conseguiremos energía térmica con la que abastecernos de calefacción y/o agua caliente.
  • Energía geotérmica: la geotermia es un sistema que aprovecha el calor del interior de la tierra. El calor del subsuelo se mantiene a una temperatura constante todo el año y una bomba de calor extrae el calor en invierno y traslada el calor de la vivienda en verano.

 

Existen otras tipologías, como la energía hidráulica, que se consigue gracias a la potencia del agua. Durante siglos se han utilizado molinos en nuestra cultura y sociedades, pero es menos habitual en la construcción de edificios actuales.

 

Autoconsumo y eficiencia energética en los edificios

Como explican en ‘El Español’, 2022 podría ser el año del autoconsumo por numerosos motivos. En primer lugar, porque el abaratamiento de las facturas de luz y gas puede ser un aliciente para muchas familias españolas que están ya saturadas de subidas de precios generalizadas.

Además, el 65 % de los españoles está dispuesto a cambiar sus hábitos de consumo en beneficio del medioambiente. Contamos con una sociedad mucho más concienciada con la magnitud del problema al que nos enfrentamos y, sobre todo, interesada en que su modo de vida sea más sostenible.

A estos factores concernientes a cambios en el comportamiento del consumidor, tenemos que añadir el hecho de las restricciones cada vez más numerosas en el ámbito normativo de cada uno de los gobiernos (a nivel europeo, nacional y regional).

Por último, las empresas del sector construcción están apostado por el autoconsumo fotovoltaico. Según las cifras que desvela este periódico, en 2020 se alcanzó la cifra de 600MW instalados en España. De acuerdo con las cifras de la patronal fotovoltaica UNEF, el autoconsumo creció en nuestro país más de un 100 %, llegando a los 1203 MW instalados. Además, concreta que “el autoconsumo doméstico ha pasado de suponer en 2020 el 19% a representar el 32% del total”.

Oanles solares en la cubierta de un hotel reformado por Avintia Rehabilit-a de Avintia Servicios

Renovables como parte de la estrategia de sostenibilidad de las constructoras

En cuanto a la aportación de iniciativas que valoran el trabajo de las empresas del sector, para acreditar que un edificio es o no es sostenible (y en qué grado), representa otra de las herramientas para el cambio. En el blog de Avintia Servicios os hablamos de certificados de sostenibilidad en edificios, como son BREEAM, LEED o el estándar Passivhaus.

Pero es que la sostenibilidad no solo está sujeta a las aportaciones de energías renovables en el edificio construido, sino que también gira en torno a todos los elementos y procesos del diseño y construcción del edificio. Aquí entra en juego la construcción industrializada, que no solo es una apuesta para el futuro de la construcción, sino una aportación, mediante la innovación, a la reducción de residuos y emisiones.

A su vez, Grupo Avintia cuenta con su propia división de Energía dirigida a fomentar proyectos fotovoltaicos, eólicos, termosolares, de generación distribuida, autoconsumo y eficiencia energética.

Y además de todo ello, numerosas directivas rigen la labor de Avintia en pos de la búsqueda de la sostenibilidad. Desde la adhesión a planes de organizaciones referentes como el Pacto de Naciones Unidas y el Green Building Council España, hasta la integración de la sostenibilidad en la propia estrategia corporativa, con un control de implementación por parte del Comité de Dirección de Sostenibilidad. Puedes conocer más sobre el compromiso de Avintia con la sostenibilidad en este enlace.

Construyendo un futuro sostenible para la industria de la construcción

Sostenibilidad en la construcción

Un factor clave para las empresas en la actualidad es la preocupación universal por la sostenibilidad y gestión ambiental.

En el pasado, tener una filosofía corporativa orientada a la sostenibilidad era cosa de las grandes corporaciones e influía únicamente sobre un pequeño grupo de usuarios “ilustrados”. Afortunadamente, la sostenibilidad ya no es un tema aislado, es una megatendencia global que afecta cada mercado y segmento de consumidores, convirtiéndose en un factor prioritario en la decisión de compra. Hoy en día es universalmente aceptado, que cada uno de nosotros cumple un rol para proteger el futuro del planeta y debemos actuar de una forma responsable, ahora.

UNA RÁPIDA URBANIZACIÓN

De acuerdo con el Banco Mundial, alrededor del 55% de la población de todo el mundo – unos 4,2 billones de personas – viven en ciudades. Varios expertos coinciden en que este fenómeno seguirá en aumento. Para 2050, cuando se espera que la población en centros urbanos duplique su número actual, se espera que cerca de 7 de cada 10 personas en el mundo viva en ciudades.

La firma de consultoría global McKinsey & Company, pronostica que habrá un incremento importante de sostenibilidad en el sector de la construcción y una transformación en paralelo de los hábitos de consumo que demandan edificios y espacios de vida más saludables.

MAYORES RIESGOS DE SEGURIDAD

La rápida urbanización está impulsando la inversión en el sector de la construcción, pero también aumentando los riesgos de seguridad. En zonas sobrepobladas donde la tierra es escasa o muy cara, la tendencia es construir verticalmente creando edificios de gran altura. Más personas ocupando un menor espacio, implica más cerraduras y usuarios de llaves. Los propietarios de edificios deben replantearse el tipo de medidas de seguridad que se implantan en los nuevos edificios, pero también analizar detenidamente cómo modernizar el parque de viviendas actual de manera rentable y sostenible.

CONTROLANDO LOS COSTES

El control de costes ha sido, y siempre será, un indicador esencial en cualquier proyecto de construcción. Desde la concepción de la propia estructura del edificio, pero también en la instalación de elementos internos y sus componentes, los propietarios y explotadores de edificios revisarán con todo detalle el coste de cada partida. Sean activos para la venta o en alquiler, un objetivo principal para las constructoras y propietarios es conseguir el mínimo coste total de la propiedad (TCO) posible. De acuerdo con un estudio reciente, el TCO es el indicador que prima en la decisión sobre la instalación de sistemas de cerraduras en los edificios.

CERRANDO LA PUERTA A LAS CERRADURAS TRADICIONALES

Hemos hablado sobre el rápido crecimiento de las ciudades con sus consecuentes riesgos en seguridad y la necesidad de controlar los costes de construcción y explotación de los edificios de forma sostenible. Para ser competitivas, muchas compañías se han inmerso en procesos de transformación digital. Ha tomado más tiempo que en otros sectores, pero la construcción ya está transformándose para aprovechar todas las oportunidades que trae la digitalización. De acuerdo con la investigación llevada a cabo por Virgin Media Business con Oxford Economics, el sector de la construcción es el tercer sector con más posibilidades de beneficiarse de la transformación digital.

En lo que se refiere a garantizar la seguridad de los activos, la tendencia actualmente es transformar los sistemas con cerraduras mecánicas en sistemas de acceso funcionales más seguros. Las cerraduras digitales y el acceso a partir de aplicaciones con dispositivos móviles están revolucionando la industria de la cerrajería solucionando fácilmente problemas de llaves perdidas o robadas, previniendo accesos no autorizados y suprimiendo la necesidad de trasladarse entre oficinas de administración y edificios para recoger o dejar llaves.

LA ERA DIGITAL

En un sistema de cerradura digital, todos los derechos de acceso se programan en una llave digital y todo el ecosistema de una propiedad se administra fácil y eficientemente en costes, usando un sistema operativo basado en la nube. Los permisos de acceso se pueden actualizar cada vez que se requiera y las llaves perdidas o robadas se pueden anular. No hay necesidad de invertir tiempo ni dinero en cambiar cerraduras, cilindros o fabricando nuevas llaves para cada usuario de una puerta específica.

En una solución de acceso móvil, los derechos de acceso son actualizados en tiempo real a través de las redes de comunicación a una aplicación de teléfono móvil, haciendo incluso más fácil controlar quién tiene derecho a acceder a qué puertas y en qué momento. Actualmente se está revolucionando la industria de la gestión de activos, con plataformas alojadas en la nube que permiten la gestión de múltiples activos (en remoto) ahorrando a las empresas tiempo y otros recursos.

SOLUCIONES SIN BATERÍA

Los sistemas de cerraduras más sostenibles son aquellos que no requieren uso de baterías ni cableado. Esto significa consumo de energía nulo y cero emisiones a partir de su uso diario. Algunos países, como Francia, están valorando implantar la prohibición total del uso de baterías de litio-ion en los próximos años.

En un sistema de cerradura digital sin batería, la energía necesaria para abrir la cerradura proviene del movimiento cinético al insertar la llave en la cerradura. En una solución móvil sin baterías, la energía necesaria para abrir la cerradura viene del propio teléfono móvil.

Al no tener baterías que cargar, el residuo generado por las baterías se elimina y se minimiza el mantenimiento necesario. Mucho menos personal de mantenimiento estará en la calle contaminando el ambiente con los desplazamientos para atender visitas programadas y mantenimientos recurrentes. Con llaves, baterías y exceso de cableado fuera de la ecuación, el tiempo, el impacto ambiental y el uso de otros recursos se minimiza, se incrementa la seguridad y se garantiza la rentabilidad en el ciclo de vida del producto.

FACILIDAD DE INTEGRACIÓN CON OTROS SERVICIOS

Mientras los edificios actualmente crecen en tamaño y nuevos servicios se integran en los activos, una tendencia creciente en relación con los sistemas de acceso es la integración de gestión de datos y sistemas de reservas junto con bases de datos de clientes. De esta forma, en un edificio de viviendas, por ejemplo, un sistema de acceso digital permite autorizar a cada usuario o llave el acceso por la puerta de la comunidad o la puerta de cada uno de los pisos, de la misma forma que permite reservar y autorizar el acceso a zonas comunes como saunas, gimnasios o salas de reuniones que podrán ser gestionados por terceros. Las cerraduras sin batería y sus llaves son duraderas, y operan de forma fiable en condiciones adversas. Pueden ser fácilmente reprogramadas y reutilizadas haciéndolas una solución sostenible a largo plazo. Al ofrecer una gestión de acceso rápida y flexible, aumentan el valor de las propiedades y garantizan importantes ahorros en el ciclo de vida del producto. Cuantas más cerraduras y llaves tenga el edificio, mayor será el ahorro que se pueda conseguir.

 

Agustín Llobet,

Director General de iLOQ Iberia

Ventajas para un fondo, promotor o ayuntamiento de un sistema industrializado

Sostenibilidad en la construcción

A estas alturas, de sobra es conocido sobre qué tres factores se sostiene el concepto Sostenibilidad: el Económico, el Social y el Medioambiental.

Como apunte, sólo añadir que también hay corrientes avaladas por la UNESCO que ya incluyen un cuarto factor, el “cultural”, poniendo el acento, de forma muy acertada, en que la cultura determina la forma de actuar de las personas en el mundo.

Hoy, los agentes que formamos parte del sector de la edificación, desde Inversores, Empresas promotoras, constructoras y, como no, Administraciones Públicas, tenemos el compromiso y deber hacia la sociedad de tomar decisiones poniendo en equilibrio estos conceptos. Cuando las empresas o los administradores públicos toman sus decisiones estratégicas preponderando en exceso uno de estos factores, cabe pensar que el económico, aunque no siempre, en el caso de las primeras y el social o medioambiental en el caso de las segundas, tarde o temprano se van a producir desequilibrios en sus consecuencias que, la mayoría de las veces, se traducirán en externalidades negativas que terminan afectando al conjunto de la sociedad. El futuro sostenible sólo es posible teniendo en cuenta los tres (cuatro) factores de la Sostenibilidad, no uno de ellos.

Hasta hace algún tiempo, las empresas tomaban sus decisiones basadas principalmente en el factor económico, es decir, preponderando uno de los factores por encima de los otros o, peor aún, teniendo en cuenta solamente uno, su cuenta de resultados. Sobra decir que una empresa tiene el objetivo legítimo de ganar dinero, de generar valor para sus accionistas y, de hecho, una empresa no será sostenible si no obtiene beneficios; ahora bien, la clave radica en la forma que tiene de ganar dinero, cómo lo hace y qué consecuencias tiene, no sólo para sus “stakeholders” sino para el conjunto de la sociedad.

Por su parte, las Administraciones Públicas deben asumir el papel de impulsores y dinamizadores de la Sostenibilidad en el conjunto de la sociedad, estableciendo políticas en las que, nunca olvidando sus tres (cuatro) factores, generen un marco de actuación favorable. En este contexto, la administración no tiene que actuar desde una situación de poder, sino como impulsora de la RSE, por ejemplo, cómo afecta una licitación cuando en los pliegos incluyen requisitos concretos en sostenibilidad o de qué forma podemos gestionar las licencias de construcción para reducir los tiempos improductivos de un proceso de edificación.

Dicho lo anterior y entrando en materia, la Construcción Industrializada aporta una serie de ventajas que nos permite a los agentes de la edificación, participar en el cumplimiento y respuesta a estos tres criterios básicos de sostenibilidad.

Económico

Como ya se ha mencionado, aparte de ser un objetivo lícito, es una obligación para los responsables de las empresas el tomar decisiones que impacten positivamente en su cuenta de resultados y para los administradores públicos en gestionar los fondos públicos de la forma más eficiente posible. La CI cuenta con ventajas que impactan de lleno en este factor, la reducción de plazos e incertidumbres y el incremento en la eficiencia en las operaciones, suponen una optimización de recursos y, en consecuencia, una optimización del coste. Tómese en cuenta desde que se inicia un proyecto hasta que se entrega el edificio a su destinatario, raramente se producen periodos inferiores a tres años, la incertidumbre asociada al plazo se traduce en riesgo y este a su vez en coste. Como reflexión, tómese como ejemplo en una operación Build to Rent, lo que puede suponer reducir un plazo en 12 meses y anticipar la obtención de ingresos durante este periodo. Una vez la CI demuestra esta reduc – ción de plazos, no habrá inversor sea público o privado que ponga en duda su interés por el modelo, ya que estaremos respetando el factor económico.

Medioambiental

Múltiples factores inciden directamente en este factor. La generación de residuos, las emisiones de CO 2 , el consumo de agua. La CI aporta una importante ventaja al producir las soluciones en serie, bajo un entorno controlado, sometido a indicadores constantes que permiten optimizar el uso de re – cursos energéticos y materiales. La gestión de los residuos en un entorno fijo e industrial es mucho más controlada que la generada insitu en la obra. Por su parte, la gestión del transporte de materiales a obra y posterior transporte de residuos a vertedero aumenta las emisiones de CO 2 . La CI responde directamente al componente Medioambiental.

Social

Del mismo modo que en lo medioambiental, hay múltiples factores a tener en cuenta de cómo la CI puede contribuir en el ámbito social, vayan a continuación solo tres ejemplos tales como: la “Democratización de la calidad en la edifica – ción”, llevándolo al símil de la industria del automóvil, un vehículo puede tener más o menos opciones que dirigen eproducto a un perfil de cliente determinado por su poder adquisitivo, pero nunca se pone en duda la fiabilidad o seguridad por muy básica que sean sus opciones. En la CI se seleccionarán distintos acabados en función de las necesidades y gustos del público, pero el confort y calidad interior del edifico estará garantizado por un mayor control de la ejecución, esto permite obtener viviendas de muy alta calidad y confort, por ejemplo, para aquellos colectivos con mayores dificultades de acceso a la vivienda, como es el caso de los jóvenes. Si hablamos de género, según el Observatorio de Igualdad y Empleo (2018) el porcentaje de mujeres en la Construcción se queda en un 8% mientras que en la Industria general representan cifras en el entorno del 25 %; si bien aquí queda mucho por hacer en todos los ámbitos, mucho más en el sector de la construcción, en la medida que este vaya incorporando procesos industriales, se facilitará la incorporación de la mujer.

Como reflexión final, haciendo el análisis específico de los criterios sostenibles, para un Fondo de Inversión, un Promotor o Ayuntamiento, que el desarrollo de sus actuaciones vinculadas a la construcción sea a través de un sistema de construcción industrializado, tiene la ventaja de dar respuesta a los retos en lo económico, social y medioambiental de forma directa, las características de la CI hacen que esta sea intrínseca a la Sostenibilidad.

Empresas inversoras, promotoras y constructoras interesadas en cumplir con la triple cuenta de resultados, verán la CI como un aliado para el logro de los objetivos, podrán mejorar rentabilidades económicas al tiempo que reducen sus externalidades negativas, como el impacto al medioambiente, en el ámbito social se democratiza la calidad de los hogares, la seguridad en el trabajo, el confort de los edificios… contribuyendo directamente a la mejora de la calidad de vida de sus usuarios.

Las ventajas que tiene la CI frente a sus posibles barreras, casi más de mentalidad y pensamiento que de razón, irán paulatinamente abriéndose paso en el sector hasta su normalización, en algunos casos con buenas combinaciones entre lo industrializado y tradicional, otras más radicales hacia lo industrializado. Para los más escépticos del modelo: será difícil en un futuro más próximo que lejano, ver un proceso de edificación que no incorpore de facto la CI.

Javier Bermejo Amarillo,

Director General de Profine Iberia – KÖMMERLING

De Smart Home a Green Home: cambiar nuestros hogares para que sean emisores cero netos de carbono

De Smart Home a Green Home

Dotar de conectividad a nuestros hogares nos hace la vida mucho más fácil. Sin embargo, debemos pensar más allá del confort. Actualmente, los edificios residenciales tienen un gran impacto sobre el medioambiente: consumen el 25% del total de la energía eléctrica en España y son responsables del 34% de las emisiones de CO2. Tampoco ayuda el hecho de que, en España, el 80% de los edificios tiene más de 30 años (es decir, que tienen una baja o nula eficiencia energética).

A todo esto se suma que, en un futuro cercano, la carga de vehículos eléctricos y la electrificación de la calefacción harán que el consumo de electricidad de los consumidores se duplique para 2050. Si esta trayectoria sigue así, veremos nuestras facturas eléctricas dispararse un 70%, por no hablar de las emisiones de CO2. Y la paradoja es que, al mismo tiempo, tenemos ambiciosos y necesarios objetivos de sostenibilidad: la neutralidad climática deberá ser una realidad para 2050.

¿Es realista? Si, con la ayuda de la digitalización, y pasando de un enfoque Smart Homes a otro de Green Homes.

LA CLAVE EN LA VISIBILIDAD Y LA GESTIÓN

Los consumidores todavía entendemos muy poco cómo funcionan nuestros hogares. Recibimos una factura que nos dice cuánta energía hemos consumido, pero no sabemos cuándo, dónde, cómo… Así es imposible gestionar la energía de forma eficiente.

Las tecnologías inteligentes, en cambio, nos ofrecen la visibilidad necesaria para entender mejor nuestro consumo energético y ajustarlo en base a unos objetivos, alcanzando mayores eficiencias, lo que puede redundar en ahorros de hasta el 30%. Pero, para dotar de inteligencia a un edificio no basta con instalar sensores y recopilar datos: éstos deben convertirse en acciones tangibles para obtener su verdadero valor y para que, en cada momento, se consuma únicamente lo necesario y, así, acabar reduciendo a la mínima expresión las emisiones de CO2.

La clave en este sentido es realizar una gestión de la energía en nuestros hogares, a través de softwares y plataformas que conecten nuestros dispositivos inteligentes y nos permitan gestionarlos fácilmente. La tecnología necesaria para ello ya existe, gracias a dispositivos de fácil instalación y gestión, sin que sea necesario realizar grandes obras o inversiones, que permiten controlar y automatizar nuestras rutinas, anticipándose a las necesidades diarias y aprendiendo -y optimizando- de nuestros consumos, a través de una simple app.

Si además le sumamos Inteligencia Artificial (IA) y Machine Learning, conseguiremos viviendas emisoras cero neto de carbono, en tiempos relativamente breves. Quizás en menos de diez años. La IA aprenderá y anticipará cuándo, dónde y cuánta energía se requiere para iluminar, calentar y alimentar de manera eficiente los hogares. Podremos identificar la mejor fuente de energía para usar en cada momento para reducir costes.

Al ayudar a los consumidores a comprender y controlar mejor su energía, nos acercaremos cada vez más a un futuro de hogares Cero Netos, capaces de generar, gestionar, controlar, almacenar e incluso revender energía de manera no sólo inteligente, sino incluso autónoma.

NORMATIVA Y AYUDAS

Todo ello no sería posible, sin embargo, sin una firme apuesta desde las administraciones públicas (AAPP). Tanto desde la UE como desde el Gobierno español se han impulsados nuevas regulaciones orientadas en este sentido. El Green Deal de la UE, la Renovation Wave y la Energy Performance of Buildings Directive son algunos ejemplos, dando lugar a varias líneas de ayudas para que empresas y personas podamos avanzar en este camino.

Es el caso del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía española, que busca facilitar la recuperación económica del país tras la pandemia, pero siempre basándose en una modernización y un compromiso de sostenibilidad. Entre 2021 y 2023, el plan habilitará una inversión de 72.000 millones de euros.

Con la llegada de los Fondos Next Generation se espera que 6.820 millones de euros se destinen a proyectos de rehabilitación de edificios y viviendas para mejorar su eficiencia energética y reducir la huella de carbono del sector. Y si sumamos las cantidades correspondientes a las ayudas de los planes estatales, en los próximos dos años está previsto que se reciba un total de 72.000 millones de euros que ayudarán a mejorar la situación del parque de edificios, centrándose en la instalación de soluciones tecnológicas que garanticen la eficiencia energética.

Cabe destacar ayudas como las de los Programas PREE y MOVES (II y III). El Programa de Rehabilitación Energética de Edificios (PREE) regula las ayudas para la rehabilitación energética en edificios existentes. Ofrece ayudas directas para la mejora de la eficiencia energética de la envolvente térmica, de las instalaciones térmicas y de las instalaciones de iluminación. Por otro lado, el Programa de Incentivos a la Movilidad Eficiente y Sostenible (MOVES) busca promover la implantación de una movilidad eficiente y sostenible, entre ellas para la infraestructura de recarga de vehículos eléctricos en edificios.

Estamos ante una etapa de grandes cambios y de oportunidades, en la que como profesionales podemos contribuir a que la tecnología revierta en la sostenibilidad de nuestros hogares. La tecnología ya existe y las ayudas también. Ahora nos toca asumir nuestro rol para lograr un futuro sostenible y actuar en consecuencia.

 

Patricia Pimenta,
Vicepresidenta de Home & Distribution Iberia en Schneider Electric

Industrialización y sostenibilidad: Grandes palancas para la financiación

Construcción de viviendas

El sector inmobiliario nacional se encuentra ante uno de los mayores retos de su historia. Un cambio de modelo estructural que adecúe sus métodos más tradicionales de gestión y desarrollo a las necesidades actuales de la sociedad moderna.

Tras unos años duros, que han servido para afianzar el nivel de profesionalización en todos los ámbitos de la cadena, ha llegado el momento de dar el paso definitivo hacia la verdadera eficiencia y sostenibilidad de nuestro sistema. Y en respuesta a esto, la construcción industrializada emerge como uno de los puntales en los que construir esta nueva etapa y dar soluciones reales al impacto que la construcción tradicional tiene a muchos niveles.

La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, así como de los consumos energéticos, la optimización del empleo de materias primas o una menor generación de residuos de difícil valoración son sólo algunas de las muchas ventajas que ofrece este nuevo modelo. Además, tenemos la oportunidad de avanzar hacia un entorno mucho más digitalizado, controlado y eficiente.

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas vienen marcando la ruta a toda la industria desde hace años, permitiendo a las grandes y pequeñas compañías alinear sus estrategias corporativas a un modelo de crecimiento eficiente y provechoso. Los inversores, tanto nacionales como internacionales son ahora plenamente conscientes de ello exigiendo una planificación y políticas de acción que permita incrementar su valor como firmas fiables y comprometidas. En CULMIA, el alineamiento con los ODS nos brinda la oportunidad de orientar el modelo sostenible hacia un objetivo claro y medible.

No es de extrañar que durante y después de la pandemia, los retornos generados por los fondos de renta variable sostenible en países como Estados Unidos superaran a los obtenidos por los fondos tradicionales. Asociar la inversión sostenible a una caída del rendimiento es ya un concepto del pasado. El aumento del interés por las inversiones sostenibles es la señal inequívoca de la toma de conciencia de cada vez más empresas sobre la importancia de implementar prácticas basadas en los criterios ESG.

El sector inmobiliario no es ajeno a esta tendencia y debe trabajar teniendo presente que el objetivo último del concepto de sostenibilidad es satisfacer las necesidades de la generación actual sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras. Para ello, el desarrollo sostenible debe mantener el equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social. Los nuevos proyectos cuentan ya con un marcado perfil sostenible que son imprescindibles tanto para la búsqueda de financiación como para levantar el interés de los inversores.

COLABORACIÓN A TODOS LOS NIVELES

La Sociedad demanda, por tanto, un objetivo de Sostenibilidad claro. Nuestro sector es uno de los mayores generadores de emisiones de CO₂ (actualmente casi el 30% de emisiones globales) y consumidores de energía, por lo que todos los agentes deben dirigir sus pasos y procesos hacia ese objetivo de eficiencia. Los arquitectos e ingenieros diseñan edificios más eficientes desde el punto de vista de consumo energético, mediante elementos pasivos o activos de alta eficiencia. Los constructores e industriales ejecutan las obras tratando de disminuir consumos energéticos, huella de carbono y generación de residuos. Y no debemos olvidar a otro agente fundamental en la cadena, las entidades financieras. Son ellas las que permiten financiar los proyectos y la compra de las viviendas al cliente final y resultan fundamentales para acelerar el desarrollo sostenible de los futuros proyectos.

Para ser capaces de disminuir la huella de carbono, promoviendo la economía circular y la correcta gestión de residuos, diseñando y ejecutando edificios con alta eficiencia energética, así como mejorando las condiciones laborales del sector, resulta imprescindible tener claros los objetivos y pasos a seguir. Pero, sobre todo, es necesario ser eficiente en todos los procesos. En el sector promotor y constructor, el éxito para ser más eficientes pasa por una apuesta por la digitalización de los procesos y por su desarrollo desde un enfoque colaborativo entre proveedores, industriales, arquitectos, constructores y promotores bajo el paraguas de las técnicas de planificación Lean, que aseguran una minimización y eliminación de errores y defectos. No hay ninguna duda de que la fórmula para conseguir esto actualmente pasa por el desarrollo de un modelo de construcción industrializado.

COMPROMISO Y CONCIENCIACIÓN BANCARIA

Somos ya conscientes de que cada vez más, las entidades financieras y fondos de inversión, así como las administraciones públicas están valorando la ejecución de estos proyectos sostenibles que ayuden a disminuir las emisiones de CO2, el consumo de energía y los residuos. Es importante tener presente que se trata de una financiación que aplica a todos los niveles, tanto en la fase de construcción y desarrollo como en la fase de uso por parte del cliente final. Las hipotecas verdes, las que bonifican el interés, ofrecen tipos más bajos o eliminan la comisión de apertura si la vivienda es eficiente energéticamente, son ya una realidad en cualquier oficina bancaria. Las grandes entidades están cada vez más implicadas, lo que sin duda ayudará también a hacer evolucionar el negocio inmobiliario.

La forma de colaborar por parte de las entidades financieras en la sostenibilidad se basa en ofrecer mejores condiciones económicas en proyectos y/o viviendas que tengan una alta eficiencia energética, en comparación con el resto de los proyectos. La mayor parte exigen que el Certificado de Eficiencia Energética (CEE) alcance la calificación de A o B, lo que sin duda ha impulsado su desarrollo en toda la industria. De hecho, desde el 2015, en una apuesta clara por esta preocupación de la Sociedad, CULMIA mantiene como requisito de diseño que todos sus proyectos tengan una calificación A o B. Asimismo, y como un nuevo paso hacia un modelo realmente comprometido con la eficiencia y la sostenibilidad, venimos trabajando también en el desarrollo de nuestro propio Certificado de Vivienda Sostenible y Saludable, que contará con unos estándares definidos, y que esperamos poner en marcha en todas nuestras promociones durante los próximos meses.

Desde el punto de vista del cliente final, el modelo industrializado y sostenible no sólo ofrece ventajas desde el lado de la financiación, los consumos energéticos objetivamente menores en un momento en el que el precio de la electricidad viene marcando máximos históricos será también diferencial para avanzar durante los próximos años en esta materia.

Mención aparte merece también el sector público, que será uno de los principales dinamizadores de la construcción industrializada y los nuevos modelos sostenibles. La Administración conoce que sus recientes y próximos proyectos en materia de Built to Rent y la vivienda asequible deben tener ese componente de sostenibilidad aplicada en los edificios proyectados y construidos para asegurarse unas mejores condiciones de financiación y menor coste de mantenimiento futuro.

Finalmente, anotar que actualmente y en el corto plazo, los grandes inversores y financiadores vienen fijando sus intereses en aquellos parámetros que sean capaces de mejorar la eficiencia energética. Pero a medio plazo, tengamos presente que una vez estandarizado que todos los proyectos cuenten con un consumo energético casi nulo, los proyectos mejor bonificados serán aquellos que sean capaces de desarrollar una mejor economía circular, asegurando que se continúa disminuyendo la huella ecológica del sector a todos los niveles. La mayor reutilización de los materiales (actualmente sólo se alcanzan en Europa porcentajes del 20-30%) podrá ahorrar también una cantidad ingente de las emisiones de CO2 generadas.

 

Juan Manuel Borrás,

Director de Operaciones de CULMIA

La industrialización se vuelve imprescindible en el proceso constructivo: un futuro con racionalidad, economía, tecnológicamente avanzado y de consumo energético casi nulo

Industrialización en el proceso constructivo

En la industrialización de la edificación, por primera vez en su historia, existe una evolución que añade a la aportación tecnológica la no menos fundamental aportación metodológica.

Un proceso innovador en la construcción que se lleva a cabo por la totalidad de los diferentes partícipes, con un sentido práctico en busca de eficacia, seguridad, flexibilidad y sostenibilidad. Todos participan, todos se involucran, todos son imprescindibles.

Como ya aventuraron los profesores A. del Águila y J. Monjo, “…al fin hay un acercamiento de la industria a la arquitectura, a las necesidades reales de vivienda que la sociedad requiere, a aprovechar al máximo las tecnologías actuales dando preferencia a aquellas que precisen un menor gasto energético y de materias primas; y a posibilitar viviendas de coste contenido, sostenibles, y de mínima incidencia en la huella de carbono…”. Ha llegado el momento de garantizar que un sistema industrializado en nada tiene que ver con la “monotonía”, con la “pesadez arquitectónica” ni con la ausencia de una “plástica belleza”. Si un reloj, un coche o un traje alcanzan el pedestal del lujo y de lo bello, y se fabrican, asimismo, por procedimientos industrializados en serie, ¿por qué no va a merecer la misma consideración la arquitectura…?

No debemos confundir los procesos de industrialización con el concepto de prefabricación. Los elementos prefabricados son productos de construcción muy elaborados y completos, capaces de una puesta en obra rápida y simple, y mayoritariamente pensados para su ensamblaje y ajuste sin apenas operaciones de transformación. La industrialización es el campo de procedimientos y procesos que con la innovación tecnológica permiten acometer series mediante elementos compatibles, manteniendo la variedad necesaria para satisfacer diseños arquitectónicos diversos, que garanticen una riqueza expresiva y formal dentro de la racionalidad constructiva y de una notable economía de costes… Se entiende por industrialización, según el RIBA, “… la organización que aplica los mejores métodos y tecnologías al proceso integral de la demanda, diseño y fabricación, constituyendo en el ámbito de la edificación un estado de desarrollo de la producción que conlleva una mentalidad nueva y diferente…”.

El proceso de fabricar en factoría y montar en obra los componentes arquitectónicos contempla dos modelos distintos: el denominado “de prefabricación cerrada”, basado en sistemas completos que cierran el circulo en si mismo, pero con ciertas limitaciones en la “variedad” y en la “imagen”; y el denominado “de prefabricación abierta” o por componentes, que permite utilizar diversos elementos en torno a un montaje diferente en cada caso, más versátil, y con mayores posibilidades formales. Al primero se le denomina también “prefabricación por el método de modelos” y al segundo “prefabricación por el método de elementos”. Si bien, los dos son de sumo interés en el proceso constructivo de futuro, qué duda cabe que el método de elementos ofrece un campo de posibilidades mayor, y abre un camino hacia la diversidad arquitectónica con el mismo compromiso de economía, racionalidad y vanguardia que representan los procesos industriales donde pueden intercambiarse elementos para configurar un producto final diferente, en respuesta a las necesidades y a las aspiraciones que en cada caso se establezcan.

Los procesos industriales pues, que permiten prefabricar elementos para ensamblarlos después en la consecución de un producto final aplicados a la construcción, permitirán nuevos objetivos medioambientales con una evaluación minuciosa de sus economías, eficacias y resultados, de tal forma que, como bien señala el Profesor F. Mangado, esta industrialización de la construcción “…ha de inscribirse en el concepto más amplio de economía circular, habrá de adentrarse en el manejo de técnicas robóticas y de inteligencia artificial, exigirá una formación específica de técnicos y trabajadores y, sin duda, requerirá una ambiciosa transformación en las escuelas de arquitectura mediante el refuerzo del modelo politécnico, hoy muy diluido…”. La industrialización ha de ser un sinónimo de mejora arquitectónica; no puede suponer ni la disminución de la excelencia ni el menoscabo de las posibilidades creativas del arquitecto, y debe garantizar un alto componente social; con ahorro de costes que deberán trasladarse al usuario final, con mejoras notables en eficacia de los nuevos tipos de vivienda y, por supuesto, con una destacada orientación hacia el ahorro energético, la sostenibilidad ambiental, la reducción de la huella de carbono y la seguridad de los trabajadores toda vez que en factoría, donde se prefabrican los componentes se eliminan riesgos laborales, se mejora la calidad del producto, se controla al detalle su elaboración y se garantiza la precisión para su montaje final, sin sorpresas… El modo de enfocar el control de calidad en la industrialización de la construcción es a través de documento de idoneidad técnica (“DIT”) en un modelo de “jurisprudencia de la idoneidad”, cuyo fin final es el conseguir el máximo rigor científico y técnico como garantía última de un “producto bien hecho”.

Todo esto, obligatoriamente, pasa por establecer como condición previa, una Coordinación Modular y Dimensional dentro del factor de la racionalización que fije y relacione dimensiones, que establezca grados de compatibilidad y que garantice la normalización seriada capaz de permitir su puesta en obra, proporcionando la intercambiabilidad de componentes y fijando con precisión las tolerancias que habrán de permitirse. Es decir, como resulta prácticamente imposible lograr la total exactitud dimensional, es necesario fijar un sistema de tolerancias, ajustado y práctico, capaz de facilitar la intercambiabilidad de los componentes y su compatibilidad y ajuste, no solo en el proceso de fabricación, sino también en el de posición y montaje.

Desde la arquitectura griega, ya se contemplaban unidades de medida (entonces con el doble valor, estético y práctico), que buscaban la armonía y regular las proporciones de las dimensiones de cada edificio; con múltiples y notables referencias en todas las culturas (las proporciones utilizadas en la cultura egipcia, las dimensiones en la construcción oriental, las dimensiones en la construcción china, las proporciones de la tradición japonesa…), siendo de todos conocidas las proporciones aventuradas por Leonardo en su “sección aurea o divina proporción”, por Kepler, por Renard, por Neufert, …, o por el propio Le Corbusier en su Modulor. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, la Agencia Europea de Productividad (AEP) y el Grupo Internacional Modular (IMG) emprendieron de una manera formal y sistemática la búsqueda de un módulo base que, expresándose por un número entero, pudiera ser fácilmente utilizable por todos los países. El módulo básico se fijó en 10cms y se representa por la letra “M”, siendo el multi – modulo básico el de 3M y sobre él, son de muy fácil utilización los multimodulos 3M – 6M – 12M – 62M – 72M… Con esta estructura modular se mueven hoy todos los países occidentales y queda consensuada su versatilidad, su funcionalidad, y su conectividad… En definitiva, previo a los procesos de prefabricación en sistemas industrializados de construcción se encuentra la coordinación dimensional como base para conseguir productos seriables, intercambiables y conexos.

Este nuevo “modo de hacer” permite producir edificios más sostenibles, facilita el control para que sus materiales y sus procesos tengan un consumo energético casi nulo y se orientan para garantizar la descarbonización del sector de la construcción en el horizonte próximo del 2050. La construcción industrializada, con un proceso integrado sobre metodología BIM, permite el control de factores como eficiencia energética, emisiones, sostenibilidad ambiental e incluso medir y controlar la huella de carbono de un edificio desde el propio anteproyecto.

 

Julio Touza,

Arquitecto

De la cuna a la tumba: la importancia del Análisis de Ciclo de Vida del ascensor para la sostenibilidad del edificio y su entorno

Sostenibilidad en la construcción

En el Informe anual sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, hace hincapié en que las decisiones y acciones que se tomen a corto plazo determinarán la capacidad de reducir a la mitad las emisiones globales para 2030 y así alcanzar el cero neto para 2050.

El Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas indica que los edificios son el origen de casi la mitad de todo el uso global de energía, produciendo el 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero, y consumiendo el 25% de toda el agua potable. Asimismo, son responsables del 20% de todos los residuos sólidos producidos en los países desarrollados. En el ecosistema de la edificación, los sistemas de elevación y medios de transporte vertical en general, representan entre el 3-8% del consumo energético de los edificios en los que se integran. De ahí que los ascensores pueden -a través del establecimiento de medidas para mejorar su eficiencia energética-, contribuir a disminuir las emisiones de CO2 en el medioambiente.

En un escenario como el que acabamos de describir, conceptos y metodologías como el Análisis de Ciclo de Vida de producto, adquieren cada vez más relevancia, ya que permiten medir y mejorar el impacto ambiental de un elemento como los ascensores, con el foco siempre puesto en contribuir a un modelo de edificación más sostenible.

Análisis del ciclo de vida

Hasta hace pocos años, el concepto de Análisis de Ciclo de Vida no estaba integrado en los procesos productivos. La industrialización empezaba y acababa en las puertas de cada una de las industrias/empresas. Sin embargo, hoy en día, las políticas ambientales adoptadas por los Estados miembros nos obligan a mirar mucho más allá del perímetro de cada una de las fábricas en las que trabajamos.

El Análisis de Ciclo de Vida del ascensor, como elemento integrado en un edificio, permite la identificación de los principales impactos ambientales que le afectan (vertidos, residuos, emisiones a la atmósfera, consumos de materias primas y de energía), considerando-a su vez- todas las etapas de su ciclo de vida; desde su origen, es decir, la extracción y procesado de las materias primas, pasando por su producción/transformación, transporte y distribución, y continuando hasta el uso, mantenimiento, reutilización, reciclado y disposición en vertedero al final de su vida útil.

Del Análisis de Ciclo de Vida del ascensor se desprende que las fases de mayor impacto ambiental se encuentran relacionadas con las materias primas y con la propia utilización del ascensor.

Durante la fase de utilización del ascensor, y de un modo específico en su consumo energético, influyen un gran número de factores, tales como la capacidad del aparato, su velocidad, el peso de la cabina, la frecuencia de su uso, etc.

La norma de referencia para medir la eficiencia energética de ascensores es la ISO 25745. Dicha norma define 7 clases de consumo, que van desde la A hasta la G en relación al desempeño energético del ascensor, siendo el A el sistema más eficiente. Son dos datos fundamentales a la hora de determinar la clase de consumo de un ascensor: la energía utilizada para un trayecto de referencia y la energía requerida en el modo stand-by. A partir de ahí, el resultado final de la clasificación dependerá del tipo de edificio en el que se integre, el recorrido que realice el aparato en cuestión, y su frecuencia de utilización y carga.

En conclusión, la instalación de ascensores con una clasificación energética A, garantiza un consumo energético eficiente y por tanto contribuye a la sostenibilidad del edificio y su entorno.

Declaración ambiental de producto (EDP) – Materias primas

Entrando en materia relativa al impacto ambiental generado por la gestión de las materias primas, la Declaración Ambiental de Producto (EPD) es la herramienta que nos permite identificar -entre otras- las características asociadas a las materias primas utilizadas en la elaboración de un producto. Dicho análisis incluye datos de proveedores que dan como resultado un cálculo de toneladas equivalente de CO2.

Por tanto la Declaración Ambiental de Producto es el documento que informa de manera objetiva sobre el impacto ambiental asociado a un determinado material o producto, en este caso, la construcción de un ascensor. De esta manera, la EPD cuenta con registros de todas las materias primas utilizadas en el proceso de elaboración/transformación del aparato, sus componentes, peso, proveedor, tipo de transporte, etc. que son en definitiva la base para la definición y establecimiento de criterios ambientales de compra.

En otro orden de cosas, otro factor que nos ayuda a establecer criterios ambientales de compra dentro de la política de compras de la organización, es el modelo de Economía Circular, así como el proyecto de Compra Verde Privada. De este modo, simples actuaciones como la exigencia de etiquetas ecológicas en los productos químicos utilizados, el uso de materiales reciclados, la utilización de las mejores técnicas disponibles, la eficiencia energética en dispositivos eléctricos y electrónicos, la garantía de origen y trazabilidad en envases y embalajes de madera y cartón, la carencia de sustancias SVHC (Substances of Very High Concern) en las materias primas adquiridas y un largo etcétera, son actuaciones que permiten reducir significativamente el impacto ambiental de todo el proceso de compra.

Sumado a todo ello y circunscrito al ámbito de la edificación, es común que para la obtención de sellos ambientales como LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) o BREEAM (Building Research Establishment Environmental Methodology), se pueda demostrar el potencial de reducción del impacto sobre el medio ambiente mediante una EPD de un ascensor. En el caso de que la instalación cumpla con los requisitos establecidos por el sello ambiental, esto es bonificado mediante la obtención de puntos para alcanzar el nivel de certificación final de todo el edificio.

De la cuna a la tumba: la importancia del análisis del ciclo de vida del ascensor para la sostenibilidad del edificio y su entorno

A lo largo de este artículo se ha incidido sobre las fases de uso y compra de materia prima del ascensor, ambas claves para la reducción del consumo energético e impacto ambiental.

No obstante, el Análisis de Ciclo de Vida de un producto – desde la cuna hasta la tumba- examina todas las etapas del ciclo de vida del producto desde la obtención de las materias primas hasta la gestión de los residuos al finalizar su vida útil. Solamente desde esta premisa, implantando una metodología que abarque el proceso en su totalidad, seremos capaces de reducir con un mayor alcance el impacto medioambiental del edificio y su entorno.

Bajo el prisma del concepto integrador de la sostenibilidad, cohabitan junto con el cuidado del medio ambiente, elementos como la búsqueda del necesario equilibrio entre el crecimiento económico y el bienestar social, con el objetivo final de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer a las generaciones futuras.

Trabajando desde hoy, trazamos y aportamos una estrategia de futuro en el que los edificios y todo lo que engloba a estos, jugarán más que nunca un rol fundamental en el objetivo compartido de crear un mundo más equilibrado, justo y sostenible.

 

Jon Ander Santos,

Técnico de gestión ambiental, Orona

Edificios de Consumo Energético Casi Nulo (ECCN): ¿En qué consisten y cuándo comienzan su aplicación?

Edificios de consumo energético casi nulo

Según la Directiva Europea de Eficiencia Energética en Edificios, el 40% del consumo energético en la Unión Europea proviene de los edificios, aparte de generar el 36% de las emisiones contaminantes. Además, el parque inmobiliario está muy envejecido y el 35% de los edificios tiene más de 50 años.

Con estos datos preocupantes, todos los esfuerzos están puestos en reducir las emisiones contaminantes y contribuir todo lo posible a que nuestra forma de vivir sea más sostenible. Para ello, es necesario abordar el diseño, construcción y mantenimiento de los edificios. En este proceso se ha adoptado el término anglosajón NZEB, que hace referencia a “Nearly Zero Energy Building”. Este término se ha adoptado en castellano como “edificios con consumo de energía cero o nulo” (ECCN).

Hoy vamos a analizar qué es exactamente un NZEB o ECCN, la normativa europea y española al respecto y la metodología para alcanzar estos estándares de consumo energético tan reducidos.

¿Qué son realmente los ECCN?

Aunque suene a algo propio de las películas de ciencia ficción, el sector lleva años conceptuando y desarrollando la idea de los ECCN, hasta el punto de que –como veremos después- las directrices europeas y españolas obligan a que los nuevos edificios sean de esta tipología. En primer lugar, afecta a todos los tipos de edificios, sean destinados a usos comerciales, industriales o de vivienda.

Además, para conseguir un edificio de consumo de energía cero, hay dos vías o estrategias a seguir:

    • La primera es aplicar todas las técnicas de diseño y constructivas que reduzcan al máximo los consumos energéticos.
    • La segunda es implementar consumo de energías renovables o autoconsumo de las mismas, con el objetivo de producir la misma cantidad de energía que consumen estos edificios.

De hecho, en función de si tiene producción propia de energía renovable, la terminología varía: edificios con consumo casi nulo, con un alto porcentaje de consumo de energías limpias; edificios con consumo nulo, pues generan una cantidad igual de energía de la que demandan; y por último, los edificios con consumo positivo, cuando generan más de la que consumen.

Normativa europea y aplicación del CTE en España

El término NZEB fue introducido en la normativa europea a través de la Directiva 2010/31/UE. Desde el 2010, por tanto, no solo conocemos este concepto, sino que se introdujo la obligatoriedad de que todos los edificios de nueva construcción sean de esta tipología.

Esta normativa define los NZEB o ECCN como aquellos edificios que cuentan “(…) con un nivel de eficiencia energética muy alto (…). La cantidad casi nula o muy baja de energía requerida debería estar cubierta, en muy amplia medida, por energía procedente de fuentes renovables, incluida energía procedente de fuentes renovables producida in situ o en el entorno”.

Esta directiva europea incluye el requisito de que cada uno de los estados de la Unión Europea deba decidir sobre su aplicación. La norma que rige en España en referencia a esta temática es el Código Técnico de Edificación (CTE), que en los conceptos básicos de su Documento Básico de Ahorro de Energía (DB HE) recoge las modificaciones del Real Decreto 732/2019, de 20 de diciembre. De este, podemos resumir las siguientes conclusiones:

Un Edificio de Consumo Casi Nulo (ECCN) es aquel nuevo o existente que cumple los valores límite de consumo de energía primaria no renovable y consumo de energía primaria total para edificio nuevo.
No obstante, el ECCN es un concepto dinámico que debe ir adaptándose, especialmente con la evolución de los objetivos de descarbonización, los avances técnicos y tecnológicos.
Solo los edificios de nueva construcción –por ahora-, deben cumplir las condiciones de ser ECCN.

Es importante asumir hoy los requisitos establecidos por la ley para evitar el pago de tasas extraordinarias o afrontar la necesidad de futuras reformas. La exigencia en España es menor hoy en día a la de otros países de la Unión, con la fijación de los siguientes requisitos: limitaciones al diseño estructural, al consumo de energía primaria total y de la eficiencia energética de las instalaciones de iluminación; así como una contribución mínima de energía renovable para el agua caliente sanitaria y la energía eléctrica.

¿Cómo conseguir que un edificio sea de consumo casi nulo?

La obtención de un edificio de consumo casi nulo parte del desarrollo de la idea por parte de arquitectos e ingenieros: debe aprovechar de la mejor forma los recursos naturales, como puede ser la luz del sol, el viento, el calor del sol, etc. De hecho, en las últimas décadas se ha popularizado otro estándar de vivienda, el de las casas pasivas o Passivhaus, que se caracterizan porque de partida tienen una muy baja demanda de energía.

Estas casas pasivas reducen al máximo la necesidad de sistemas mecánicos de climatización (tanto calefacción como aire acondicionado), además de contar con aislamientos que eviten pérdidas de calor o frío y sistemas de renovación del aire inteligentes. No obstante, el estándar ECCN no es tan exigente y busca la eficiencia energética y la aportación de energías renovables (en el propio edificio o cerca de él).

Los edificios de consumo casi nulo no solo son una buena noticia para la lucha contra el cambio climático, sino un ahorro considerable al año para sus usuarios. En cualquier caso, y como hemos visto, es un estándar para las nuevas construcciones y en el futuro se irá ampliando a todos los edificios ya construidos, por lo que puede ser positivo informarse para conseguir un mejor rendimiento energético en nuestro edificio.

La sexta dimensión del BIM: sostenibilidad

Sostenibilidad en la construcción

Ya sabemos que Building Information Modeling (BIM) es una metodología de trabajo colaborativa para la creación y gestión de proyectos de construcción, que ha empezado a implementarse con la industrialización del sector. Su objetivo es centralizar toda la información del proyecto en un modelo de información digital creado y compartido por todos los agentes implicados en el proyecto.

Esto es posible gracias a que la metodología BIM permite integrar en una misma plataforma varias dimensiones de un mismo proyecto, y en función de qué aspecto nos interese trabajar, estaremos actuando sobre una u otra dimensión BIM. Hasta el momento se han implementado 7 dimensiones: BIM 1D corresponde a la idea, BIM 2D es el boceto y los planos, BIM 3D corresponde al modelado gráfico, BIM 4D se ocupa de la dimensión del tiempo, BIM 5D trabaja sobre los costes, BIM 6D se ocupa de la sostenibilidad, la prevención y la calidad, y BIM 7D de la gestión del ciclo de vida del edificio.

La sexta dimensión del BIM (BIM 6D) dedicada a la sostenibilidad es una de las más amplias, y no solo incluye el ahorro y la eficiencia energética, sino que también debe contemplar la optimización de los sistemas constructivos, los sistemas estructurales y las instalaciones. Mediante pequeños reajustes en esta fase se puede conseguir la reducción de costes y la mejora de la calidad de las obras sin que el proyecto pierda su carácter inicial.

Dentro de esta dimensión centrada en la sostenibilidad también encontramos los aspectos relativos a los sistemas de prevención y calidad, que son una parte fundamental de la industrialización del sector, y que además de ahorrar costes, ayudan a garantizar una ejecución segura y sin errores que más tarde nos pasen una doble factura.

Prevención y calidad en las obras

La prevención y la calidad son factores ineludibles en el proceso de industrialización. Afortunadamente, gracias a la dimensión BIM 6D se pueden implementar también en los modelos para facilitar su visualización y seguimiento. Los modelos BIM son las construcciones virtuales paramétricas que albergan los elementos geométricos, éstos están asociados con datos relativos a su diseño, su construcción, y el desempeño posterior. Gracias a las herramientas de simulación es posible recrear el comportamiento del edificio y de sus elementos con antelación, lo que resulta fundamental en las tareas de prevención.

Además de utilizar el modelo BIM para visualizar la información, la prevención mediante la dimensión BIM 6D se apoya también en la participación de todos los agentes desde la fase de diseño, lo que permite trabajar siempre con grandes márgenes de anticipación. Gracias a esta anticipación, se pueden identificar de manera temprana las fases de la construcción y los procedimientos que conllevarán un mayor riesgo. Esto permite planificar con detalle el tratamiento y los sistemas que necesitará cada proceso, y estar alerta frente los elementos de la construcción que necesitarán una mayor seguridad por su naturaleza especialmente peligrosa.

Un ejemplo práctico de lo anteriormente expuesto: gracias al BIM 6D se puede generar una simulación para determinar dónde tendrán que estar situada la maquinaria pesada para evitar accidentes. Aplicando el BIM 6D podemos anticipar la amplitud del radio de giro de una grúa, y cuál debe estar situada en la obra para que no interfiera con ningún otro elemento de la construcción.
Otra de las ventajas de la metodología BIM 6D en cuanto a prevención y calidad es que permite generar nuevos parámetros para los elementos en función de las necesidades. Por ejemplo, se pueden definir parámetros de riesgo en función de la probabilidad de accidente, la severidad o el nivel de peligrosidad. Para después, mediante el uso de tablas de planificación específicas tener toda la información disponible de un solo vistazo y saber cuántos pilares estructurales, barandillas, andamios, y demás elementos hay en una fase de construcción y en un momento dado. De ese modo se podrían comprobar los niveles de riesgo, las medidas de protección tomadas, y aquellas otras que necesiten ser implementadas todavía.

Pondremos otro ejemplo práctico, esta vez relacionado con el control de calidad de los materiales. Mediante el BIM 6D podemos hacer un seguimiento exhaustivo de dónde se han utilizado los diferentes lotes de materiales. Esto supone que, si los ensayos de resistencia de compresión del hormigón quedan adecuadamente documentados, podrán integrarse en el modelo para más adelante saber cuáles han sido los resultados, y comparar cada uno de los lotes. Así, podríamos saber dónde se ha utilizado específicamente cada lote, localizar los pilares que no alcancen el rendimiento óptimo, y tomar medidas en consecuencia.

Estos ejemplos son solo una parte de las funcionalidades que la metodología BIM permite implementar en cuanto a prevención y calidad.
La ciudad de Nueva York hace años que ya exige la implementación de los planes de seguridad a través de los sistemas BIM, lo que no solo mejora los planes, sino que también reduce la burocracia y el tiempo que tarda la administración en aprobarlos. Aunque en España todavía no hemos conseguido igualarnos a la Gran Manzana, la industrialización de la prevención y los sistemas de calidad están cada vez más cerca.

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