Etiqueta: Construcción industrializada

Economía circular de la A a la Z en un proceso productivo de pavimentos

Proceso productivo de pavimentos

Cuando hace más de 400 años, en la llanura castellana, un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor, confundía los grandes pero humildes molinos de cereal con seres gigantes, no iba del todo desencaminado. Y es que hoy, en el siglo XXI, estos molinos, transformados en modernos aerogeneradores nos permiten conseguir avances en el campo de las energías renovables que ni dioses como Eolo hubiera imaginado en esos tiempos. Son así, auténticos gigantes de la energía.

Y es que aquello que hace 40 ó 50 años era sólo una quimera, se ha convertido en los últimos tiempos en paisaje cotidiano. Y las expectativas a este respecto son cada vez mayores ya que de forma continuada se insta a los gobiernos al uso de energías renovables en campos como las manufacturas o el transporte.

Sostenibilidad en los procesos productivos

En las industrias relacionadas con el mundo de la construcción llevamos años, por no decir décadas, dando una importancia creciente a la sostenibilidad desde diversos aspectos, y uno de ellos, y no menor, es el de la gestión de la energía. Al considerar el impacto que un determinado material causa en el medio ambiente no sólo se deben considerar los residuos o su efecto directo en la calidad del aire para los usuarios, sino que es imprescindible tener en cuenta el impacto en la gestión de recursos en todo el ciclo de vida, desde su diseño, hasta el fin de su vida útil.

Cada vez son más los sellos medioambientales (LEED, Breeam…) que solicitan una Ficha de Declaración Ambiental y Sanitaria (FDES) que, entre otra información, evalúa el impacto de carbono en cada etapa de la vida del producto. Esta política permite que los ingenieros de las empresas fabricantes puedan establecer objetivos de diseño ecológico pertinentes y que los usuarios finales puedan evaluar el impacto medioambiental de los diferentes productos de construcción.

Otra acción importante que tiene que ver con la producción y la minimización de la huella de carbono consiste en la producción lo más local y próxima al usuario. Este es un aspecto que también se contempla en las certificaciones medioambientales y que los fabricantes nos preocupamos en cumplir para tener una visión más próxima de los mercados.

Gestión de la energía y certificaciones

Los centros de producción de nueva generación se diseñan, ya desde su concepción, en forma totalmente ecológica, lo que se refleja en la eficiencia energética y en el tratamiento intensivo de materiales reciclados. Un ejemplo es el empleado por Gerflor en su nuevo centro de producción en St. Paul- Trois-Chateaux para el cual, gracias al empleo de un proceso basado en la gravedad, se ahorra un 30% de energía por m2, en comparación con los estándares habituales en la industria.

Es importante que los centros donde se van a producir materiales empleados en construcción industrializada tengan, como mínimo, las siguientes certificaciones:

ISO 9001 (Calidad)

ISO 14001 (Gestión Medioambiental)

ISO 50001 (Gestión de la Energía)

Y también es importante que se pueda certificar, en aras a la responsabilidad social de las empresas, otras certificaciones como la OHSAS 18001 o ISO 45001 para las que se tienen en cuenta los aspectos relativos a la seguridad de los empleados y la salud ocupacional.

Los modernos métodos de fabricación exigen un bajo impacto medioambiental. Materiales como el vinilo pueden procesarse a bajas temperaturas, por lo que la energía necesaria para su producción es relativamente baja en comparación con otros materiales como el metal, el vidrio o la cerámica.

En los últimos años, las empresas hemos venido renovando y modernizando los sistemas de tratamiento de gases de combustión para garantizar un impacto mínimo.

Cada nuevo proyecto industrial debe incorporar también objetivos de mejora del rendimiento acústico que cuenten con las tecnologías más recientes de reducción de ruido. Toda la electricidad usada por los centros de producción debe tender al uso de energías renovables, en particular eólica o de paneles solares.

Es importante encontrar la energía para consumir menos. En los próximos años los sistemas de calefacción y refrigeración industrial de nuestros centros de producción deben ser sustituidos por sistemas de mayor eficiencia energética. El diseño de las nuevas líneas de producción y la reingeniería de los recursos existentes deben permitirnos reducir el consumo de energía mediante la incorporación de las mejores tecnologías existentes. Con estos métodos puede reducirse el consumo de energía hasta en un 30%.

Se debe controlar también la energía consumida por nuestros transportes. Los antiguos vehículos utilizados para la manipulación de remolques en los recintos fabriles deberían ser sustituidos por tractores eléctricos. Con esta medida se contribuye significativamente a la reducción de emisiones de CO2 en los centros de producción.

Gestión de recursos

También es importante la reducción del consumo de agua que puede conseguirse sobre todo mediante sistemas de refrigeración de circuito cerrado.

Se puede producir al tiempo que se reduce la huella de carbono

En Gerflor, el 57% de los componentes de los pavimentos que diseñamos provienen de fuentes inagotables de origen mineral o bien reciclados. Casi el 60% del vinilo se compone de cloro, que – como la mayor parte de la sal de mesa que utilizamos a diario- se extrae de la sal de roca, y de carbonato cálcico (componente del yeso y de la tiza). Estos materiales están disponibles en grandes cantidades y no están sujetos al agotamiento de recursos.

Es importante aumentar la media de contenido reciclado en los productos de construcción

Los pavimentos y revestimientos murales de vinilo contienen una media del 25% de materiales reciclados. La incorporación de materiales reciclados no debe afectar a la calidad y al rendimiento del producto final. En muchos casos algunos de los productos más técnicos pueden contener más de un 50% de materiales reciclados. Todo el contenido reciclado debe cumplir con la normativa europea REACH.

REACH (Registro, Evaluación, autorización y Restricción de Sustancias Químicas) es un reglamento europeo que enumera las sustancias químicas con posible impacto. La lista está gestionada por la ECHA (Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas)

Esta normativa establece que los materiales adheridos a la misma se fabrican

    • Sin metales pesados
    • Sin formaldehidos
    • Sin tintas en base a disolventes
    • Sin PCP (pentaclorofenol)
    • Sin contenido CMR (carcinogénico, mutagénico, reprotóxico)
    • Sin otras sustancias prohibidas por REACH

Upcycling

Consiste en la reutilización de materiales al final de su vida útil para crear productos de mayor calidad o un valor añadido superior al del material original. Un ejemplo de materiales de construcción lo tenemos en el uso de antiguas botellas PET (de las utilizadas para el agua mineral) para convertirlas en fibras textiles que pueden utilizarse como soporte de algunos pavimentos vinílicos. Por cada 4 botellas de PET puede obtenerse 1 m2 de fibra textil.

Conclusión

Hemos visto algunos ejemplos de lo que debería ser una directiva en los procesos de producción para hacerlos así más sostenibles. Todo esto coordinado con un correcto ecodiseño, la adecuada selección de las materias primas, una concepción de producto centrada en la sostenibilidad del usuario y en un enfoque de negocio con una alta calificación en sostenibilidad hacen de la construcción industrializada una opción de futuro para la edificación residencial.

Y así, aquellos molinos de nuestro ingenioso hidalgo nos han ayudado a establecer pasos de gigante en la sostenibilidad de nuestros productos. Aquellos molinos son ahora aerogeneradores que nos ayudan a utilizar energías limpias que son uno de los soportes de los procesos productivos sostenibles.

 

Juan Forniés

Director Técnico en Gerflor Iberia

De la cuna a la tumba: la importancia del Análisis de Ciclo de Vida del ascensor para la sostenibilidad del edificio y su entorno

Sostenibilidad en la construcción

En el Informe anual sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, hace hincapié en que las decisiones y acciones que se tomen a corto plazo determinarán la capacidad de reducir a la mitad las emisiones globales para 2030 y así alcanzar el cero neto para 2050.

El Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas indica que los edificios son el origen de casi la mitad de todo el uso global de energía, produciendo el 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero, y consumiendo el 25% de toda el agua potable. Asimismo, son responsables del 20% de todos los residuos sólidos producidos en los países desarrollados. En el ecosistema de la edificación, los sistemas de elevación y medios de transporte vertical en general, representan entre el 3-8% del consumo energético de los edificios en los que se integran. De ahí que los ascensores pueden -a través del establecimiento de medidas para mejorar su eficiencia energética-, contribuir a disminuir las emisiones de CO2 en el medioambiente.

En un escenario como el que acabamos de describir, conceptos y metodologías como el Análisis de Ciclo de Vida de producto, adquieren cada vez más relevancia, ya que permiten medir y mejorar el impacto ambiental de un elemento como los ascensores, con el foco siempre puesto en contribuir a un modelo de edificación más sostenible.

Análisis del ciclo de vida

Hasta hace pocos años, el concepto de Análisis de Ciclo de Vida no estaba integrado en los procesos productivos. La industrialización empezaba y acababa en las puertas de cada una de las industrias/empresas. Sin embargo, hoy en día, las políticas ambientales adoptadas por los Estados miembros nos obligan a mirar mucho más allá del perímetro de cada una de las fábricas en las que trabajamos.

El Análisis de Ciclo de Vida del ascensor, como elemento integrado en un edificio, permite la identificación de los principales impactos ambientales que le afectan (vertidos, residuos, emisiones a la atmósfera, consumos de materias primas y de energía), considerando-a su vez- todas las etapas de su ciclo de vida; desde su origen, es decir, la extracción y procesado de las materias primas, pasando por su producción/transformación, transporte y distribución, y continuando hasta el uso, mantenimiento, reutilización, reciclado y disposición en vertedero al final de su vida útil.

Del Análisis de Ciclo de Vida del ascensor se desprende que las fases de mayor impacto ambiental se encuentran relacionadas con las materias primas y con la propia utilización del ascensor.

Durante la fase de utilización del ascensor, y de un modo específico en su consumo energético, influyen un gran número de factores, tales como la capacidad del aparato, su velocidad, el peso de la cabina, la frecuencia de su uso, etc.

La norma de referencia para medir la eficiencia energética de ascensores es la ISO 25745. Dicha norma define 7 clases de consumo, que van desde la A hasta la G en relación al desempeño energético del ascensor, siendo el A el sistema más eficiente. Son dos datos fundamentales a la hora de determinar la clase de consumo de un ascensor: la energía utilizada para un trayecto de referencia y la energía requerida en el modo stand-by. A partir de ahí, el resultado final de la clasificación dependerá del tipo de edificio en el que se integre, el recorrido que realice el aparato en cuestión, y su frecuencia de utilización y carga.

En conclusión, la instalación de ascensores con una clasificación energética A, garantiza un consumo energético eficiente y por tanto contribuye a la sostenibilidad del edificio y su entorno.

Declaración ambiental de producto (EDP) – Materias primas

Entrando en materia relativa al impacto ambiental generado por la gestión de las materias primas, la Declaración Ambiental de Producto (EPD) es la herramienta que nos permite identificar -entre otras- las características asociadas a las materias primas utilizadas en la elaboración de un producto. Dicho análisis incluye datos de proveedores que dan como resultado un cálculo de toneladas equivalente de CO2.

Por tanto la Declaración Ambiental de Producto es el documento que informa de manera objetiva sobre el impacto ambiental asociado a un determinado material o producto, en este caso, la construcción de un ascensor. De esta manera, la EPD cuenta con registros de todas las materias primas utilizadas en el proceso de elaboración/transformación del aparato, sus componentes, peso, proveedor, tipo de transporte, etc. que son en definitiva la base para la definición y establecimiento de criterios ambientales de compra.

En otro orden de cosas, otro factor que nos ayuda a establecer criterios ambientales de compra dentro de la política de compras de la organización, es el modelo de Economía Circular, así como el proyecto de Compra Verde Privada. De este modo, simples actuaciones como la exigencia de etiquetas ecológicas en los productos químicos utilizados, el uso de materiales reciclados, la utilización de las mejores técnicas disponibles, la eficiencia energética en dispositivos eléctricos y electrónicos, la garantía de origen y trazabilidad en envases y embalajes de madera y cartón, la carencia de sustancias SVHC (Substances of Very High Concern) en las materias primas adquiridas y un largo etcétera, son actuaciones que permiten reducir significativamente el impacto ambiental de todo el proceso de compra.

Sumado a todo ello y circunscrito al ámbito de la edificación, es común que para la obtención de sellos ambientales como LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) o BREEAM (Building Research Establishment Environmental Methodology), se pueda demostrar el potencial de reducción del impacto sobre el medio ambiente mediante una EPD de un ascensor. En el caso de que la instalación cumpla con los requisitos establecidos por el sello ambiental, esto es bonificado mediante la obtención de puntos para alcanzar el nivel de certificación final de todo el edificio.

De la cuna a la tumba: la importancia del análisis del ciclo de vida del ascensor para la sostenibilidad del edificio y su entorno

A lo largo de este artículo se ha incidido sobre las fases de uso y compra de materia prima del ascensor, ambas claves para la reducción del consumo energético e impacto ambiental.

No obstante, el Análisis de Ciclo de Vida de un producto – desde la cuna hasta la tumba- examina todas las etapas del ciclo de vida del producto desde la obtención de las materias primas hasta la gestión de los residuos al finalizar su vida útil. Solamente desde esta premisa, implantando una metodología que abarque el proceso en su totalidad, seremos capaces de reducir con un mayor alcance el impacto medioambiental del edificio y su entorno.

Bajo el prisma del concepto integrador de la sostenibilidad, cohabitan junto con el cuidado del medio ambiente, elementos como la búsqueda del necesario equilibrio entre el crecimiento económico y el bienestar social, con el objetivo final de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer a las generaciones futuras.

Trabajando desde hoy, trazamos y aportamos una estrategia de futuro en el que los edificios y todo lo que engloba a estos, jugarán más que nunca un rol fundamental en el objetivo compartido de crear un mundo más equilibrado, justo y sostenible.

 

Jon Ander Santos,

Técnico de gestión ambiental, Orona

Necesitamos cambios disruptivos

Construcción y sostenibilidad

Fundación ECODES busca el bienestar para todas las personas dentro de los límites del Planeta y su misión es buscar cómplices en todos los sectores de la sociedad para construir alianzas y lograr así acelerar la transición justa hacia una economía que, al fin, haga las paces con la naturaleza.

Estamos viviendo una encrucijada planetaria. Los científicos del clima nos advierten en sus informes que debemos construir una economía neutra en carbono lo antes posible. Esta década es decisiva. Y nosotros mismos, personas comunes que ven una y otra vez cómo se suceden fenómenos atmosféricos extremos en uno y otro continente, tenemos la misma convicción.

Se multiplican los mega incendios, las mega inundaciones, las mega sequías. En los informativos, cuando los reporteros recogen testimonios de las víctimas de estas catástrofes, hay una expresión muy repetida: “No habíamos visto nada igual”.

Este estado de cosas ha movilizado la opinión pública mundial y hoy tenemos un “Programa Común de la Humanidad”: los 17 ODS y el Acuerdo de París. Esta doble agenda nos acerca al gran objetivo del siglo XXI: construir una economía que, al fin, haga las paces con la naturaleza.

Nos hemos puesto de acuerdo, pueblos y gobiernos del mundo, en que ésta es la tarea común de nuestra generación en este momento de la historia. En este desafío planetario, Europa ha asumido un gran liderazgo. El año pasado, la Comisión Europea anunció que quería ser el primer continente neutro en carbono para el año 2050 y posteriormente comunicó su objetivo de reducir las emisiones europeas un 55% para el año 2030.

Estos ambiciosos y necesarios logros no se pueden cumplir si no asumimos una cultura de corresponsabilidad. Cada cual debe aceptar su cuota parte en el cambio, que debe ser proporcional a su responsabilidad como co-causante de la emergencia climática. Por eso el sector de la edificación y la vivienda, que empieza retrasado esta carrera hacia las emisiones netas cero, afronta un gran desafío.

La inmensa mayoría de los edificios de viviendas en España son despilfarradores de energía y dan la espalda a las energías renovables. Un dato impresiona: en Alemania existen 1,4 millones de tejados solares y en España, el país de Europa con el mayor potencial solar, hay… solo unos 10.000.

La movilidad y la vivienda son dos grandes sectores que explican que las emisiones difusas en España se resistan a bajar. En la movilidad se están produciendo cambios rápidos. La Unión Europea ha anunciado que a partir del año 2035 ya no se podrán vender vehículos con motor de combustión. Las empresas automovilísticas están acelerando su transformación. La revolución de la movilidad está en marcha. Sin embargo, el sector de la edificación, en general, camina, pero no corre.

El ritmo de rehabilitación con criterios ambientales y sociales de las viviendas en España es desesperantemente lento. Se rehabilitan de forma integral unas 25.000 viviendas al año, un 0,1% de las existentes. El dato está muy lejos de la tasa de renovación del 2% que recomienda la UE.

El Plan de Recuperación va a suponer una aceleración, pero ganar velocidad no solo es un tema de dinero. Si queremos que esta década sea decisiva, debemos hacer las cosas de otra manera, debemos hacer cambios disruptivos. Algunos de ellos son legales; otros, culturales; y otros, tecnológicos. Uno de los cambios tecnológicos más prometedores, en mi opinión, es hacer una construcción más industrial, menos artesanal. Eso será bueno para el medio ambiente: para reducir las emisiones de carbono, para generalizar las energías renovables, para facilitar el despegue de la electromovilidad, para aumentar la durabilidad de las edificaciones, para facilitar la reutilización de los elementos constructivos… También puede ser bueno para lograr viviendas más saludables, con más confort. En la pandemia, en su forzado confinamiento, hemos visto cómo porciones significativas de la población no disfrutan de viviendas saludables. También creo que esa construcción más industrializada será buena para un gran objetivo muy necesario en este país y que debemos afrontar: hacer una transición justa sin dejar a nadie atrás. Las viviendas deben ser más asequibles. No son un bien de lujo, sino uno necesario sin el cual el resto de los derechos se hacen impracticables.

Por último, la construcción industrializada aplicada a la rehabilitación nos puede permitir, a través de soluciones creativas aplicadas a nuestros conjuntos residenciales vulnerables, poner en marcha la tan deseada “oleada de rehabilitaciones”.

He dicho cambios tecnológicos, como si estuvieran separados de los legales y culturales. No hay esos silos. Cambiar la tecnología significa cambiar normativas, cambiar ordenanzas, cambiar hábitos, cambiar rutinas y cambiar prejuicios. No es una tarea fácil. Pero es una tarea necesaria.

El sector de la vivienda y la edificación se enfrenta a un doble desafío con fuertes interdependencias: su neutralidad climática y su circularidad. Debilidad: el peso de la inercia. Fortaleza: la tremenda capacidad técnica y talento que el sector tiene. Es tiempo de actuar y rápido.

 

Víctor Viñuales,
Director Fundación Ecología y Desarrollo

La reconversión, otra vez

Sostenibilidad en la construcción

Hace ya muchos años, me tocó vivir la primera gran reconversión industrial de nuestro país. A principios de los ochenta del siglo pasado, pasé de ser abogado laboralista a Secretario General de la UGT en el País Vasco.

Hace ya muchos años, me tocó vivir la primera gran reconversión industrial de nuestro país. A principios de los ochenta del siglo pasado, pasé de ser abogado laboralista a Secretario General de la UGT en el País Vasco.

Habíamos comenzado las primeras protestas sindicales contra la llamada “Reconversión Industrial” que cerraba Astilleros y Acerías y reducía la capacidad productiva de unas industrias metalúrgicas obsoletas, que competían muy mal con las fábricas semejantes de otros países, lanzados a su desarrollo industrial, con gran voracidad técnica y laboral (Corea, Brasil, India etcétera). De encabezar las manifestaciones contra aquellas reducciones drásticas de plantilla y cierres industriales, me tocó pasar a representar al Gobierno de España como Delegado en el País Vasco cuando el PSOE ganó las elecciones de 1982. Aquel gobierno de Felipe González, (Boyer, Solchaga, etcétera), lideró la gran reconversión de la industria española y la gran modernización de su economía. No fue fácil. A veces, mirando al Bilbao del siglo XXI me pregunto si alguien recuerda que esta ciudad es hoy un modelo en el mundo de transformación urbana precisamente porque antes hicimos aquella reconversión de su industria achatarrada y de su viejo puerto urbano.

Viene todo esto a cuento de la Reconversión de la Construcción de viviendas que, curiosamente, España no ha abordado a pesar de ser algo habitual en otros países de Europa. He vivido los últimos 10 años en Bruselas y he viajado a Francia desde que era muy joven. Creía que nuestras viviendas eran más sólidas, mejor terminadas, más manualmente trabajadas. Quizás fuera así, pero me pregunto a qué coste. Quizás empleamos más mano de obra, pero, ¿en qué condiciones? Viajé este pasado mes de junio de Bruselas a Barcelona en coche y paré en Lyon. Al lado del hotel donde me hospedé estaban construyendo un nuevo edificio. Me fijé en que las fachadas eran colocadas con una gran grúa que se limitaba a colocar grandes paneles de prefabricados con sus huecos preparados para el montaje posterior de las ventanas. Pensé que este tipo de construcción no se veía todavía en España.

Expreso estás líneas en este libro blanco porque creo en esta renovación técnica, en esta reconversión de la construcción de nuestro país hacia la construcción industrializada y de paso, claro, hacia la sostenibilidad de este importante sector económico en nuestro país.

Importante no solo por la dimensión cuantitativa, es decir, por su impacto en el empleo y en el PIB del país, sino especialmente porque la vivienda se ha convertido en un elemento nuclear de nuestra política social y es objeto hoy de un debate inaplazable sobre un Derecho cuya concreción y materialización, depende también de los precios de construcción, además, claro está, de las políticas para su promoción.

Hasta qué punto esta reconversión hará más fácil, más rápida y más barata la construcción, es algo que no puedo calcular, aunque presumo que así será. Y eso será bueno para incorporar a nuestro debate social, esta variable técnica, cuando un Ayuntamiento a una Comunidad planifiquen la construcción de vivienda social o cuando los promotores prevean soluciones constructivas a demandas sociales inaplazables, como son la vivienda de alquiler barato o las residencias de mayores o tantas otras que están en nuestra agenda social pendientes de propuestas políticas todavía no suficientemente concretadas.

Pienso por ejemplo en la necesidad de viviendas para que nuestros jóvenes se emancipen de sus familias mucho antes de lo que lo hacen. Una de las anomalías de nuestro país respecto a Europa es que nuestros jóvenes abandonan el hogar familiar aproximadamente ocho años más tarde que en la mayoría de los países de Europa. Por supuesto, el problema es multidisciplinar y la alta tasa de paro juvenil es una de las razones de este afincamiento forzoso de nuestros jóvenes en el hogar familiar. Pero muchos estudiantes y muchas parejas jóvenes vivirían independientes si el mercado y las políticas públicas de vivienda les ofrecieran “soluciones habitacionales” adecuadas (fue un error que el país despreciara esta idea cuando se habló de superficies reducidas) y precios acordes a bajos ingresos.

Hay otras variables y otras ventajas en la construcción industrializada que los expertos explicarán mejor, pero sin duda estamos hablando además de un salto gigantesco en materia de sostenibilidad medioambiental. La producción industrializada, en fábrica, de la mayor parte de los componentes de la construcción civil, reduce los enormes impactos ambientales de la construcción en obra. Entre otras muchas razones, porque la propia producción en serie, y en fábrica, está ya sometida a controles de impacto muy severos.

El avance de la sostenibilidad se producirá también en el ámbito financiero porque las exigencias de la taxonomía sostenible en las finanzas se están haciendo cada día más rigurosa en Europa. Bancos y Fondos Financieros miran con lupa el destino de sus préstamos y de sus inversiones y la construcción industrializada les da una garantía medioambiental plena.

A principios de este siglo, el concepto de Responsabilidad Social de las empresas entró con fuerza en España. Fui uno de los promotores de esta otra reconversión. Esta vez, reconversión cultural y conceptual del sentido último de las empresas en nuestra sociedad. Es una renovación también ontológica, que afecta al ser de la empresa, a su función social, a su rol en una sociedad distinta, transformada por múltiples factores ideológicos, sociológicos, económicos, que responden a su vez a los grandes cambios que estamos viviendo en este siglo. Cambios tecnológicos y geopolíticos, cambios culturales y sociales que convierten a las empresas en agentes responsables de sus impactos, de su forma de hacer y de ser ante una sociedad que las mira, que las compara, que las exige y que las valora otorgándoles o negándoles una reputación corporativa, esencial en sus relaciones con los mercados, con los entornos institucionales y con sus analistas financieros. Esencial incluso, en sus relaciones con sus propios accionistas.

Esta renovación cultural y social de las empresas ha venido para quedarse. En los últimos veinte años no ha parado de crecer, de evolucionar, de desarrollar nuevas estructuras de gestión y de investigación. Las exigencias de las Administraciones Públicas han avanzado mucho, especialmente en el ámbito de la información y de la rendición de cuentas (accountability) a la sociedad. Pues bien, quiero creer que la construcción industrializada incorpora a este concepto, a esta cultura de la Responsabilidad Social, a un sector que ha vivido esta evolución, social y cultural, con enorme distancia. Quizás porque su integración en esta línea de comportamiento responsable resultara más difícil o quizá porque se trataba de estructuras empresariales más volátiles, más efímeras. Lo cierto es que el sector de la construcción no es ni pionero ni ejemplar en el área de la Responsabilidad Social, salvando excepciones que seguramente no merecerán esta generalización. Por eso creo que, al hablar de industrializar la Construcción, estamos hablando también de introducir esta cultura y estas exigencias, a las empresas dedicadas a este importante sector y estamos dando por ello un paso significativo en el avance general de la sostenibilidad empresarial.

Soy de los que creen que los tiempos que vienen, en el contexto de las disrupciones ecológica y digital, van a ser muy exigentes en el campo de la sostenibilidad. De hecho, estos conceptos están ya indisolublemente unidos y la competitividad dependerá directamente de la sostenibilidad. Si, como creo y espero, la construcción industrializada nos permite avanzar en esta cultura, ¡Bienvenida sea! Si esta reconversión es, además de una técnica en la forma de construir nuevos edificios y nuestras obras públicas, preámbulo de calidad, de mejora en las condiciones de trabajo, en la lucha contra el cambio climático y en la solución de problemas sociales tan importantes como el de la vivienda, ojalá que la hagamos pronto y bien.

Ramón Jáuregui,
Presidente de la Fundación Euroamérica

Instalación de fachadas mediante sistemas robóticos

Instalación de fachadas mediante sistemas robóticos

La construcción es un sector en el que la mayoría de los procesos relacionados con la ejecución de los edificios se realiza de forma manual con los problemas que esto conlleva en muchas ocasiones (pérdida de calidad en el elemento ejecutado, retrasos, problemas de seguridad, etc.) y en el que la robótica, la automatización y, por ende, la industrialización no ha tenido, de momento, un impacto considerable como sí ha pasado en otros sectores (como el de la automoción, industria, etc.).

Asimismo, y derivado de esta manualidad en los trabajos (en muchos casos peligrosos) es uno de los sectores que presenta mayores problemas de siniestralidad tanto a nivel nacional como europeo. En España, presenta el mayor número de accidentes con baja por cada 100,000 trabajadores afiliados: un número total de 7.739 en 2018 con 2.000 más que el siguiente sector en el ranking.

En el caso concreto de la instalación de sistemas de fachadas existe, además, una mayor problemática al tratarse de trabajos en altura que generan situaciones de mayor riesgo para los trabajadores. Adicionalmente es necesario reseñar, en el caso específico de las fachadas, la escasa automatización del paso final de instalación de este tipo de sistemas (a diferencia de la forma en la que se fabrican), lo que en muchos casos genera problemas relacionados con la calidad de ejecución (humedades, filtraciones de aire, etc.).

Es por ello por lo que, desde diferentes ámbitos, se está planteando la posibilidad de solventar este tipo de problemas introduciendo sistemas que mejoren este último paso automatizando, en la medida de lo posible, los trabajos relacionados con la instalación en el edificio de estos módulos de fachada. De esta manera se contribuye a una mayor industrialización del sector de la construcción con el objetivo final de construir los edificios de la misma manera en la que se fabrica un vehículo, esto es, en un ambiente altamente industrializado y controlado. Un ejemplo de los trabajos que se están realizando con vistas a conseguir este objetivo de alta industrialización-automatización se puede encontrar en el proyecto Hephaestus “Highly automatEd PHysical Achievements and PerformancES using cable roboTs Unique Systems” financiado por el programa de investigación Horizon 2020 de la Comisión Europea y liderado por Tecnalia.

En el proyecto Hephaestus se propone una forma automatizada para instalar fachadas, proporcionando al final una solución completa, no solo altamente industrializada en producción (los sistemas de fachada utilizados son sistemas modulares que se montan íntegramente en fábrica), sino también, en su instalación y mantenimiento. El proyecto Hephaestus también tiene como objetivo introducir la robótica en el mundo de la construcción para incrementar la calidad de los productos finales, aumentar la rapidez de instalación y reducir los riesgos asociados a la instalación de este tipo de sistemas. Con ello se pretende potenciar y fortalecer el sector de la construcción en Europa y posicionar la industria robótica europea en este sector como un actor importante en los nuevos procesos de digitalización y automatización.

El proyecto se basa en la utilización de un robot de cables (fotografías 1 y 2) para el desplazamiento a lo largo de la fachada y dos sistemas de manipulación o “end-effectors”. El primero (fotografías 4 y 5) realiza las tareas de colocación de los anclajes que necesitan el módulo de fachada (perforación de los huecos en los forjados, colocación del anclaje en su posición final y atornillado del mismo al forjado). El segundo recoge y mueve el muro cortina hasta llevarlo a su posición final (fotografías 3 y 6). El sistema cuenta con un control avanzado de todo el proceso, así como su conexión con un modelo BIM (Building Information Modeling) del edificio. El robot desarrollado podrá ser utilizado, con ligeras modificaciones, para realizar el mantenimiento y limpieza de este tipo de fachadas una vez finalizada la instalación sustituyendo las tareas que hacen en la actualidad las grúas tipo “góndola”.

En el proyecto colaboran empresas de diferentes sectores y países: TECNALIA (España): Coordinador del proyecto y a cargo de los trabajos de desarrollo del robot de cables y relacionados con los sistemas constructivos de envolvente; la Universidad de Munich (Alemania) encargada del desarrollo e implementación de los end-effectors; el centro Fraunhofer-IPA (Alemania) y el CNRS-LIRMM (Francia): a cargo del sistema de cálculo y posicionamiento del robot; CEMVISA VICINAY (España): encargado de la fabricación de los motores que mueven el sistema y comercializador futuro de la solución; NLINK AS (Noruega): encargados del desarrollo junto con la Universidad de Munich del end-effector que instala los anclajes; FOCCHI SPA (Italia): a cargo del desarrollo del sistema modular de muro cortina que se ha empleado en el proyecto; ACCIONA Construcción (España): usuario final del sistema y validador del mismo; R2M SOLUTION LTD (Reino Unido): a cargo de las tareas relacionadas con la diseminación y explotación del proyecto.

El proyecto, cuya investigación no ha terminado todavía (lo hará en diciembre del 2020), cuenta ya con resultados en forma de prototipos. Dos demostradores: uno en las instalaciones de Tecnalia en Derio (Bizkaia) (fotografía 1) y el demostrador final en las instalaciones de Acciona Construcción en Noblejas (Toledo) (fotografía 2). En estos demostradores se están realizando las pruebas finales de uso del sistema en condiciones reales para verificar su funcionamiento en un edificio con estructura de hormigón y comprobar la forma en la que se instalan los diferentes paneles en la estructura del edificio y validar que todos los sistemas funcionan correctamente.

El desarrollo del proyecto Hephaestus ha permitido comprobar que es factible utilizar sistemas automatizados para la instalación de fachadas mejorando la seguridad y aumentando la calidad final de los mismos, así como reduciendo los tiempos necesarios de instalación. El proyecto es un primer avance en esta dirección que permitirá que, en los próximos años, este tipo de soluciones puedan empezar a ser utilizadas por el sector de la construcción para aumentar su eficiencia y seguridad.

Más información en la web del proyecto y en el siguiente vídeo en el que se puede ver un resumen de los componentes con los que cuenta el sistema y su funcionamiento en las instalaciones de Tecnalia en Derio (Bizkaia).

Julen Astudillo Larraz

Responsable de Envolventes Activas y Adaptativas en Tecnalia

Análisis del sistema industrializado en PRL: evolución técnica y menor riesgo

Sistema industrializado en PRL

En comparación con otros sectores, el de la construcción ha manifestado una mayor ralentización con relación a los cambios evolutivos a lo largo de los años. Esto, unido a la crisis económica y sanitaria que ahora mismo estamos viviendo, invita a reinventar el mismo, buscando la necesidad obligada de reestructurarse en todos los campos con el fin de adaptarse a aquellas.

Los objetivos de coste de producción, calidad, plazos y, por qué no decirlo, seguridad y medioambiente, cada vez más integrado en las necesidades de la sociedad, obliga a analizar la introducción de sistemas industrializados en el proceso constructivo actual.

Fabricando los elementos que componen los edificios fuera de su ubicación definitiva (es decir, prefabricando) se puede, no sólo reducir considerablemente los plazos de las obras y mejorar la calidad de la construcción, dado que una buena parte de los procesos de producción se realizan en fábricas, dejando para realizar en el lugar de las obras los trabajos de ensamblaje de los distintos elementos que constituyan el edificio, sino también aprovechar dicha coyuntura para cambiar ciertas costumbres desde el punto de vista de la prevención de riesgos la – borales (PRL), contribuyendo a intentar mejorar los altos índices de siniestralidad que año tras año experimenta el sector de la construcción.

En este sentido, en materia de prevención de riesgos laborales, se debe tener en cuenta varias normativas al respecto dentro de las cuales se encuadraría y apoyaría esta idea expuesta:

    1. Artículo 15 de la Ley 31/95 “Principios de la Acción Preventiva” apartado e), según el cual el empresario aplicará las medidas que integran el deber general de prevención teniendo en cuenta la evolución de la técnica.
    2. Ley 54/2003, de 12 de diciembre, de reforma del marco normativo de Prevención de Riesgos Laborales, donde se introduce la necesidad de integrar la actividad preventiva en los sistemas de gestión de las empresas.
    3. D. 1627/1997, disposiciones mínimas de seguridad y salud en las obras de construcción, artículo 8 donde se indica que de conformidad con la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, los principios generales de prevención en materia de seguridad y de salud deberán ser tomados en consideración por el proyectista en las fases de concepción, estudio y elaboración del proyecto de obra y en particular al tomar las decisiones constructivas, técnicas y de organización con el fin de planificar los distintos trabajos o fases de trabajo que se desarrollarán simultánea o sucesivamente.

A este respecto, la utilización de un sistema industrializado da cumplimiento a dichos puntos, dado que constituye una “evolución técnica” en relación con los sistemas tradicionales y pueden ser diseñados e integrados en un proyecto hecho a medida.

REDUCIENDO LA SINIESTRALIDAD DE LA CONSTRUCCIÓN TRADICIONAL

Por otro lado, tal y como comentábamos, el sector de la construcción es uno de los sectores con mayor accidentabilidad existente. El sistema tradicional de ejecución in situ es una fuente de riesgos por las características que implica: mayor número de trabajadores expuestos y durante mayor tiempo, sobrecarga de exposición a elementos susceptibles de generar riesgos (fundamentalmente maquinaria, materiales y medios auxiliares), menor limpieza del entorno de trabajo, etc. Basta con mostrar los índices de incidencia de cada sector que publica el Ministerio de Trabajo cada año:

En cambio, el montaje de elementos prefabricados es una alternativa que reduce de forma importante estos riesgos, además de presentar otras ventajas desde el punto de vista técnico, económico, de plazos, coordinación de actividades empresariales, medioambiente, etc.

De hecho, una de las grandes características de la construcción industrializada con elementos prefabricados de hormigón es la rapidez de ejecución y trabajar de forma mucho más limpia y ordenada, dado que, por un lado, las piezas de hormigón dispuestas en obra tienen ya la resistencia necesaria para soportar las cargas a las que van a estar expuestas (no necesitan pasar un tiempo para endurecerse y fraguar como en el sistema tradicional) y, por otro lado, los procesos están completamente procedimentados de forma previa, para que cada trabajador cumpla con total seguridad los pasos a realizar durante el proceso de unión de piezas, sin olvidar que las zonas y equipos de trabajo necesarios se pueden establecer a priori, permitiendo con ello una zona de trabajo más segura. Todo esto contribuye, sin duda, a una reducción no sólo de la exposición de los trabajadores a los riesgos laborales presentes en las obras, sino además, a la exposición a elementos susceptibles de generar riesgos anteriormente mencionados, dada la menor necesidad de maquinaria, medios auxiliares, materiales, acopios, etc., bastando, en la mayor parte de los casos, con poner a disposición de la obra los vehículos de transporte, los equipos de elevación y puesta en obra y los propios elementos prefabricados.

Además, los procesos no ocurren de forma paralela como en Fuente: Estadísticas de Accidente de Trabajo año 2019 Ministerio de Trabajo y Economía Social. el sistema clásico y sí uno detrás de otro, lo que permite la reducción de las posibilidades de cometer errores y la coordinación entre empresas y equipos.

A todo ello habría que sumar que las obras que se realizan con prefabricados generan menos movimientos en las obras y, por tanto, menos polvo y menos ruido. Lo que se traduce en menos molestias en el lugar de trabajo, con una reducción de la contaminación acústica y partículas de polvo suspendido en el ambiente, incidiendo positivamente en la salubridad para el trabajador y la sociedad en general.

Finalmente, no podemos dejar de comentar dos aspectos también importantes en ejecución industrializada: Por un lado, la mayor cualificación y especialización del personal de obra que se dedica a ello, en contraste con personal, en ocasiones poco experimentado en determinados oficios en el sistema tradicional y que, sin duda, se va a ver acrecentado con la situación de crisis actual.

Y, por otro lado, la posibilidad de realizar la ejecución y ensamblaje de elementos constructivos en conjunto, como bloques de fachada con el aluminio y cristal de las ventanas ya colocados, lo que elimina de raíz, no sólo los riesgos asociados a la ejecución de dichos oficios en obra, sino también a los trabajos ejecutados en altura en su proximidad.

Todo esto lleva a la conclusión de que en un sistema tradicional el número de riesgos a considerar es muy superior en comparación con el sistema industrial.

Estas diferencias entre uno y otro sistema se pusieron de manifiesto en un estudio acometido por el Instituto Regional de Seguridad y Salud de la Comunidad de Madrid. En este trabajo se compara la ejecución de un forjado y un muro, uno de ellos realizado mediante elementos prefabricados de hormigón y otro mediante técnicas convencionales in situ.

En su conjunto, la ejecución de la losa con placas alveolares presentaba un 27% de mejora en cuanto a los aspectos de seguridad. En el caso del muro, se observaba una mejora todavía mayor de la opción industrializada, siendo prácticamente un 50% más segura.

Por otro lado, según nuestra experiencia con obras ya ejecutadas bajo el amparo industrializado se rompe de forma radical la tendencia continua de accidentes en obra, produciéndose alguno de forma esporádica durante la ejecución de la obra y dando unos indicadores de siniestralidad muy inferiores con relación al empleo de un sistema tradicional, donde existe un goteo continuo de accidentes.

A continuación, se muestra el comportamiento típico de accidentes en una obra ejecutada mediante un sistema tradicional frente al sistema industrializado.

Con todos los datos referidos, podemos afirmar que, si bien la nueva forma de construir traerá consigo nuevos retos para la PRL, eliminará riesgos clásicos que hasta la fecha hacían que el sector de la construcción fuera uno de los que más siniestros sufrían. Por lo que la industrialización proveerá de entornos más seguros y saludables a los trabajadores, siendo este un plus sumado a la mayor sostenibilidad de los sistemas de construcción offsite que tendrán un importante impacto positivo en la sociedad.

 

Jorge González

Director de Prevención, Calidad y Medio Ambiente en Grupo Avintia

La industrialización como oportunidad para desarrollar sistemas de fachada tecnológicamente avanzados

Sistemas de fachada tecnológicamente avanzados

La fachada es uno de los componentes más relevantes de los edificios, puesto que, no solo describe el aspecto y el carácter principal que adopta el conjunto, sino que, además, tiene una implicación directa en la mayoría de las prestaciones fundamentales del edificio como la térmica, acústica, estanqueidad al aire y agua, la seguridad o la privacidad. Aunque no tan frecuentes, existen incluso fachadas con capacidad estructural que permiten resolver edificios muy singulares.

Dado el carácter privilegiado de la envolvente, estableciendo la frontera entre el interior, donde se busca maximizar el confort y las condiciones óptimas para el usuario y, el exterior, sujeto a la meteorología cambiante, las fachadas llevan años progresando hacia conceptos que se definen como una barrera entre esos dos territorios: interior y exterior.

Por ejemplo, en los edificios diseñados para tener un menor consumo de energía, se ha impuesto la necesidad de adoptar una estrategia basada en sistemas cuyo éxito radica en envolventes estancas y super aisladas que, prácticamente, permiten desacoplar ambos ambientes. Siguiendo esta tendencia, en el ámbito de la rehabilitación energética se considera que sistemas de fachada ventilada o SATE, son los que permiten mejorar el comportamiento de la fachada a base de superponer abundante aislamiento térmico a la fachada existente.

Por otro lado, los productos y elementos vinculados a la envolvente plantean, en general, conceptos que se prestan de forma muy favorable a ser producidos y ensamblados empleando procesos industrializados. Soluciones multicapa, paneles sándwich, prefabricados o los elementos para huecos y ventanas, son sistemas que permiten un mayor nivel de elaboración que pueden ser premontados o ensamblados en el taller, frente a sistemas que, pieza a pieza, ladrillo a ladrillo, tradicionalmente se han construido y montado in situ. La industrialización permite elevar sustancialmente el nivel tecnológico y el desarrollo de la solución de fachada a conceptos de mayor complejidad y, en definitiva, posibilita la adopción de sistemas que proporcionan un mayor valor añadido al conjunto.

Si se toma en consideración el binomio proceso y producto, el concepto comúnmente aceptado para definir la construcción industrializada es aquel que persigue un trasvase de los procesos, trabajos, mano de obra y materiales desde la obra, ejecutada in situ, hacia la fábrica o talleres de ensamblaje (offsite), en una estrategia que requiere de la adopción de procesos y tecnologías avanzadas de fabricación, transporte y montaje (métodos modernos de construcción). De esta forma se persigue mejorar el control y calidad del proceso constructivo, con el objetivo último de, para un producto dado; el edificio, optimizar el proceso en términos de plazo, coste, calidad, seguridad y sostenibilidad en su aceptación más amplia.

Es decir, el resultado final es el mismo, lo que cambia es la forma en la que se materializa. Pero cuando se adoptan nuevos procesos de producción avanzados con un salto tecnológico relevante, cabe esperar, también, productos más avanzados y de mayor valor añadido, debido a la relación directa que se establece entre los productos y los procesos asociados. Es en este escenario en el que aparecen productos que son técnica o económicamente viables gracias al propio proceso de fabricación y que, en una construcción tradicional no tienen cabida. A modo de ejemplo cabe destacar la materialización de elementos singulares customizados y fabricados mediante impresión 3D que son muy costosos si se emplean otras tecnologías habituales (moldeo, mecanizado…), o por otro lado, procesos de instalación in situ que gracias a una mayor automatización, empleando robots para el montaje, reducen drásticamente los plazos de ejecución en obra.

Llegados a este punto la función de la fachada no se debe limitar a ser simplemente la barrera que se establece entre el interior y el exterior. Ahora, la fachada se presta a adoptar diferentes funciones con un salto cualitativo que eleva su grado de complejidad y sofisticación.

Frente a soluciones de fachadas pasivas, que generan un “escudo protector” en la envolvente de los edificios y que buscan aislar y desconectar el interior del exterior, se están comenzando a plantear soluciones y tecnologías para resolver envolventes activas y adaptativas que den una respuesta integral al conjunto del edificio. Se trata de soluciones que se fundamentan sobre un funcionamiento dinámico, de tal forma que se permita conectar y desconectar los ambientes interior y exterior según convenga.

Ya no consiste únicamente en incorporar las capas de una fachada al uso (cerramiento interior y exterior, aislamiento y barrera de vapor), también se trata de ensamblar todas las piezas en un elemento montado desde fábrica, que, por ejemplo, incorpore también las ventanas. La industrialización ofrece una oportunidad y una ventaja clara para plantear fachadas tecnológicamente avanzadas, incorporando otras tecnologías como la captación de fuentes renovables para resolver fachadas solares, sistemas para mejorar la calidad del aire y neutralización de contaminantes, soluciones de control solar y gestión de la iluminación o soluciones energéticamente optimizadas; conceptos, todos ellos, que se fundamentan a su vez en tecnologías con un elevado nivel de digitalización y análisis de datos.

Plantear resolver estas fachadas in situ y, de forma tradicional implican desarrollos que no son técnica o económicamente viables, ni tampoco ofrecen garantías en el comportamiento y respuesta de estos productos de fachada sofisticados, debido entre otros, al bajo control en la calidad de la ejecución y mayor dificultad para combinar los sistemas en la obra.

En el momento actual se identifica una clara oportunidad para, a través de la industrialización, resolver otro tipo de soluciones de fachada con prestaciones y comportamientos disruptivos.

No sólo cambia el proceso, también lo hace el resultado.

 

Peru Elguezabal Esnarrizaga

Jefe de Proyecto de Construcción Industrializada en Tecnalia

Blockchain en el sector inmobiliario

Blockchain en el sector inmobiliario

En un periodo de tiempo relativamente breve, hemos sido testigos de cómo la tecnología blockchain se ha extendido a múltiples sectores de nuestra economía -especialmente en aquellos ámbitos más tecnológicos y con una penetración importante de la digitalización-, pero también en otros sectores donde, de primeras, considerábamos mucho más complicada su implantación, como es el caso del sector inmobiliario.

En un periodo de tiempo relativamente breve, hemos sido testigos de cómo la tecnología blockchain se ha extendido a múltiples sectores de nuestra economía -especialmente en aquellos ámbitos más tecnológicos y con una penetración importante de la digitalización-, pero también en otros sectores donde, de primeras, considerábamos mucho más complicada su implantación, como es el caso del sector inmobiliario.

La aplicación y uso de blockchain en el sector inmobiliario ha supuesto una revolución en sí misma que, además, abre todo un mundo de nuevas oportunidades hasta ahora desconocidas o no planteadas, como el uso de esta tecnología en la construcción industrializada. En los últimos años hemos visto como en el campo del real estate, todos los profesionales y expertos en este ámbito llegamos al consenso y la conclusión de que los pilares sobre los que se asienta este nuevo ciclo del sector han de pasar por la innovación, la industrialización y la sostenibilidad.

Esta tecnología va mucho más allá del conocido Bitcoin u otras criptomonedas que han ido surgiendo en estos últimos años dentro de nuestras economías. El blockchain se basa en la inmutabilidad, la trazabilidad, la descentralización, la transparencia y la veracidad de los datos. Estas, que son sus grandes características, hacen de este servicio o conjunto de tecnologías, un activo muy atractivo para las compañías del sector inmobiliario hoy en día y es que la tecnología blockchain, por ejemplo, hace posible realizar una transferencia de un valor o activo desde cualquier lugar y sin la intervención de terceros. Esto es posible gracias a los bloques que componen blockchain (como su propio nombre indica, cadena de bloques). En el interior de estos bloques se almacena la información codificada de cada transferencia que, una vez dentro, ya no puede ser alterada o elimina da. Su principal característica es, por tanto, la fiabilidad y seguridad que ofrece a nuestros clientes y la mejora de los procesos de compra de una vivienda, mucho más rápidos, sencillos y seguros.

Tradicionalmente, las operaciones del sector inmobiliario han involucrado numerosos compromisos entre varias partes y un considerable volumen de información a contrastar, procesos burocráticos lentos, participación de diferentes actores y un largo etcétera. Con la llegada del blockchain, cada vez parece más real la posibilidad de crear una divisa digital que represente una vivienda. Esto permitiría comerciar de manera simbólica con activos inmuebles de la misma manera que hoy día lo hacemos con criptomonedas, sabiendo que quedará registrado de manera segura. La posibilidad de realizar transferencias de un valor o activo con total seguridad, máxima transparencia y que además no requiera de la intervención de terceros, supone todo un cambio en el paradigma de la compraventa o inversión en una propiedad.

Con el desarrollo de esta tecnología es posible que estemos asistiendo a una de las mayores transformaciones de las últimas décadas en el sector inmobiliario. La aplicación de la tecnología blockchain en el sector trae consigo grandes retos para compañías como Metrovacesa. Cuando decidimos adoptar su uso como acelerador de proyectos de innovación, nos vimos en la necesidad de crear una estrategia que debía implicar la digitalización de procesos, mejorar el modelo de relación con nuestros clientes y generar un nuevo canal de distribución. Esto ha supuesto un gran esfuerzo por parte de todos, pero la adaptación de esta tecnología al sector inmobiliario dará lugar, entre otras cosas, a la creación de un canal que permita a compradores y vendedores conectar entre sí. Además, esto ha dado lugar a una nueva infraestructura denominada Cripto Vivienda o Digital Real Estate Assets, donde, muy probablemente, asistiremos a un incremento de las transacciones de bienes inmuebles impulsadas por la transparencia, seguridad, inmutabilidad y por encontrarse a un solo clic, que garantiza blockchain.

Esta nueva forma de operar no es más que la respuesta que queremos dar desde el sector a la necesidad de mejorar a nivel de eficiencia, calidad y trato con el cliente, mediante la innovación.

Otro de los elementos clave en esta nueva etapa del sector inmobiliario, la industrialización, también responde a esta necesidad. El sistema de fabricación por módulos de las diferentes partes de un edificio en naves industriales, para su posterior montaje en otra localización, permite acortar los plazos de entrega de una vivienda, garantizar altos niveles de sostenibilidad y seguridad e incrementar la precisión sobre la que se asientan estos proyectos.

El concepto de construcción industrializada va un poco más allá de la estandarización y prefabricación ya que implica un cambio de mentalidad y de paradigma en el sector. La industrialización es un trabajo en equipo y colaborativo aplicado en el que promotores, arquitectos, fabricantes, constructores y demás players se coordinan para mejorar el proyecto, los tiempos, costes y la calidad del producto. Este cambio de metodología debe ir acompañado de la solución de numerosos retos que no quedan del todo solucionados por el mero hecho de compartir información de proyecto y desarrollarla de manera conjunta. En ese sentido, la aplicación de la tecnología blockchain en la industrialización de viviendas puede llevarse a cabo mediante la creación de los denominados ‘contratos inteligentes’. Similar a las trasferencias de un valor o activo, este tipo de contratos se ejecutan una vez que cada una de las partes involucradas hayan cumplido con una serie de condiciones estipuladas en el citado contrato. El cumplimiento de estas condiciones, sin necesidad de involucrar a terceras partes, se puede registrar a través de un sistema incorporado en el contrato digital. De esta manera, se reducirían al mínimo los posibles problemas de ejecución, los costes derivados de intermediarios, etc. La posibilidad de implementar la tecnología blockchain en la industrialización es un gran paso más para el avance del sector inmobiliario el sector hacia la nueva era en la que está inmerso, para establecer un entorno transparente y automatizado ayudando a optimizar e integrar todo el flujo de trabajo de la cadena de valor del sector.

 

Carmen Chicharro

Directora Comercial, Marketing e Innovación en Metrovacesa

El talento en la Construcción Industrializada: nuevos retos y ventajas

Ventajas construcción industrializada

Es más que evidente que el futuro del sector de la construcción se encuentra en el modelo industrializado. Un modelo gracias al que es posible reducir plazos y optimizar costes en línea con la actual demanda del mercado, así como solventar la problemática de una mano de obra escasa, cara y cada vez menos especializada.

La pérdida de perfiles profesionales vivida en la construcción durante la anterior crisis supuso un gran golpe para el sector. Una realidad crítica en la que en el sector de la construcción y oficios asociados se perdió mucho capital humano. Evidencia clara de ello es el marcado descenso que ha habido en los últimos años en el volumen de licenciados en carreras técnicas o la gran cantidad de profesionales que tuvieron que cruzar nuestras fronteras para encontrar trabajo en otros países.

Un vacío que, obligatoriamente, debía tardar en llenar una bolsa de trabajo de profesionales muy menguada. A ello se unen una Ingeniería y Arquitectura orientadas a la fórmula tradicional, casi artesanal, de construcción, a una forma de trabajo en la que los cerramientos o las estructuras se llevan a cabo en la propia obra directamente. Algo que, en muchos casos, resulta ineficiente al depender de condicionantes climatológicas, de entregas de material que en ocasiones sufre descoordinación o de la capacitación de la mano de obra encargada de ese desempeño.

En este sentido, frente a la dependencia de la capacitación de la mano de obra propia de una construcción tradicional -que sepa gestionar de forma adecuada cualquier aspecto a lo largo del proceso-, la construcción industrializada requiere de procesos más automatizados, aunque no por ello menos complejos o técnicos. Nos encontramos ante una imperante necesidad de otro tipo de perfiles profesionales capaces de ajustarse a este nuevo paradigma y de superar los retos que supone la industrialización en el ámbito de los recursos humanos en el corto, medio y largo plazo.

Para ello, es necesario reinventarse, dar un giro de 180º e impulsar esos esfuerzos titánicos que estamos llevando a cabo las grandes empresas para conseguir profesionales en la era industrializada y, sobre todo, para seducir a un perfil de trabajador joven. Un perfil que, tradicionalmente, percibe la construcción como un sector arcaico y anticuado, que no le ofrece condiciones de trabajo acordes a las expectativas de esta generación. El modelo industrial nos permite ofrecer puestos de trabajo con otras características, más técnicos e igualitarios.

La industrialización de un sector que supone el 7% del PIB en países como España abre, sin duda, un nuevo abanico de oportunidades para nuestro mercado. Y más en el contexto que vivimos desde hace unos meses, en el que cada vez más existe un creciente interés de los consumidores por un tipo de vivienda donde la sostenibilidad -tanto en la ejecución, como en el empleo de materiales- juegan un papel protagonista.

La metodología que se sigue en la construcción industrializada, permitiendo una fabricación de viviendas cuyo sistema se puede trasladar fácilmente a diferentes puntos del territorio nacional, incluso más allá de nuestras fronteras, abre ante el sector un importante abanico de oportunidades laborales. El trabajo de la construcción industrializada no supone la desaparición de los oficios tradicionales, sino que estos pasan a tener un peso menor y, por tanto, disminuye el impacto negativo originado por la falta de profesionales y de oficios, como ocurre hasta ahora.

NUEVOS PERFILES EN ENTORNOS MÁS INCLUSIVOS Y ‘AMABLES’

Se generan así nuevas oportunidades laborales, vinculadas a la demanda de perfiles más tecnológicos -como programadores- y fabriles -como es el caso de operarios y técnicos-, entre otros.

El aspecto fabril que acompaña a la construcción industrializada hace que este tipo de construcción inmobiliaria sea menos artesanal, dependiendo en menor medida de las condiciones físicas de las personas y, por tanto, abriéndose a una mayor integración de perfiles y de diversidad, con la incorporación de nuevos trabajadores, sin limitaciones por barreras de género o condiciones físicas, aspectos tradicionalmente vinculados al sector de la construcción.

Un tipo de trabajo en fábrica que, además, permite otorgar un entorno más estable, en un lugar fijo de trabajo, con una producción preestablecida no dependiente de la activación o no de la obra, en localizaciones cambiantes.

Más allá de los aspectos tangibles, este modelo industrializado presenta también elementos de carácter social, antes difícilmente alcanzables en el sector.

Podemos destacar, por un lado, la ausencia de limitaciones derivadas de las condiciones climatológicas, ya que el trabajo en fábrica, en un entorno cerrado y más controlado, es más “amable” que a la intemperie. Por otro, el establecimiento de horarios con posibilidad de establecer turnos rotativos ordenados, ofreciendo una mejor conciliación entre la vida profesional y familiar. Y, por último, pero no menos importante, una mayor inclusión de diversos perfiles, al eliminar la barrera del trabajo más asociado a la fuerza o ciertas condiciones físicas.

A este respecto, según los últimos datos registrados por la EPA en febrero de 2020, y correspondientes al último trimestre del año 2019, sólo el 8,4% de los profesionales ocupados en el sector de la construcción son mujeres. 2019 se cerró con 107.639 mujeres trabajando en el sector, frente a los 1.176.271 hombres. A ello se suma que las mujeres ocupadas del sector se concentran, principalmente, entre los 35 y los 54 años (un 69% del total); siendo las menores de 25 años solo un 1,7% del total de ocupadas. A lo que tenemos que añadir la escasez de jóvenes trabajando en el sector, algo que afecta a ambos géneros, siendo el 3,4% del total el porcentaje de hombres que trabajan en la construcción menores de 25 años.

A todo ello se une que, mientras que las obras están deslocalizadas, en ubicaciones cambiantes, la fábrica se encuentra en o junto a una población estable. Por lo que, por un lado, se elimina el problema de buscar mano de obra en el mercado local -donde a veces es complicado por su escasez o por requerir grandes desplazamientos de los trabajadores-; y, por otro, se fortalece el tejido industrial y la riqueza de la zona de manera sostenible y estable en el tiempo.

No debemos olvidar todo lo que aporta la construcción industrializada y su vinculación a la innovación tecnológica y a las innovaciones constructivas, ámbitos para los que es necesario captar los mejores perfiles que están surgiendo y que antes ni siquiera existían.

En definitiva, el gran reto de nuestra industria es atraer el talento joven y otros perfiles que hasta la fecha se han alejado de la construcción, como el talento femenino, con nuevos puestos más atractivos que acaben materializando la transformación profunda y necesaria en todos los niveles del sector.

 

Nerea García

Directora de RR.HH. Grupo Avintia

El principal reto para enfrentarse a los cambios será en la gestión de las personas

Construcción industrializada

¿Por qué una ventana no se puede fabricar antes de medir su hueco en obra? Porque en el 93 % de los casos existen variaciones entre medida de proyecto y medida real de hueco, porque en el 57 %, los detalles de ejecución de proyecto se modifican o definen en obra y en el 39 %, una vez medido el hueco, se modifican modelos de ventanas.

Como se suele decir en los entornos de gestión Lean, el dato anula la opinión, se puede estar más o menos de acuerdo en la necesidad de implantar cambios, pero cuando los datos son tan evidentes, se minimiza la discrepancia y toma fuerza la razón. Es difícil creer que a lo largo del contenido de estos tres “White papers” el lector no pueda estar de acuerdo, con más o menos convicción, en que el sector adolece de una serie de precariedades a las que debe dar solución: la generación de residuos, el consumo energético, la incertidumbre de plazos, desviación de presupuestos, escasez de mano de obra, divergencia entre el proyecto inicial y el finalmente construido, etc. La cadena de valor de la construcción es un conjunto de eslabones que, con demasiada frecuencia, tienen intereses enfrentados; el diseño se realiza en la fase inicial sin tener en cuenta su ejecución y la toma de decisiones se posponen a fases ulteriores, “esto ya lo decidiremos en obra”, ¿Somos conscientes de lo que supone esta expresión? Detrás de ella se esconden muchas de las ineficiencias del modelo actual, no es casual si esta frase se repite, es la falta de información y datos en fases tempranas del proyecto para que luego, cuando ya se tiene que tomar, seguramente será demasiado tarde para que sea la mejor.

La gran mayoría de los profesionales del sector, ante la pregunta sobre la necesidad de implantar cambios en el modelo “tradicional”, responde favorablemente y se suma a la necesidad de cambios. Sin embargo, a pesar de esta favorable “predisposición”, la experiencia nos demuestra que, en la práctica, nos cuesta mucho aceptar este cambio.

Experiencias reales como el proyecto del Edificio Zero de KÖMMERLING, un proyecto que nació con el objetivo de construir un edificio de oficinas con objetivos ambiciosos: un edificio de Consumo de Energía Nulo (no Casi Nulo) a coste de ejecución según CTE, en el que la arquitectura jugase un papel protagonista. El objetivo fue demostrar que se pueden hacer edificios con buena arquitectura, sostenibles y a costes asumibles “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” (Albert Einstein). Para lograr los objetivos se optó por aplicar una metodología de trabajo basada en tres pilares, el contrato colaborativo IPD (Integrated Project Delivery), la tecnología BIM y la filosofía Lean Construction. De esta experiencia, se identificó el principal reto al que responder: el de las personas y su enorme resistencia al cambio.

Cuando se puso en marcha la iniciativa, entre los agentes participantes no se identificaron resistencias al modelo: propiedad, técnicos, constructor, proveedores…, todos participarían en el proyecto en fases tempranas del mismo y la forma de relación entre las partes estaba basado en un modelo colaborativo (fig. 1) que, a diferencia del actual en el que el promotor firma varios contratos con los distintos agentes, aquí sólo existe uno al que todos los agentes se adhieren, centrándose en lo que hay que hacer vs. lo que pasa si no se hace.

Todos los agentes suscribieron los principios del modelo ZCp (Fig. 2) y ninguno presentó objeción alguna, sin embargo, en el transcurso del proyecto y su ejecución, la tentación de los agentes a trabajar en el modelo tradicional ha sido una constante. Un análisis llevado a cabo por la consultora Zero City Project ha revelado que, de la teoría a la práctica, más del 75% de los participantes en el proyecto, a pesar de haber suscrito el modelo de relación colaborativa y participar en la formación, tendía, más o menos inconscientemente, al modelo tradicional.

A la pregunta de si estamos de acuerdo en que el sector debe evolucionar e implantar cambios, la mayoría respondemos que sí, pero quizás pensamos que son otros los que deben cambiar, nosotros ya lo hacemos bien. Lo que debemos respondernos es de si estamos convencidos y dispuestos a aplicarlos en nosotros mismos y nuestras organizaciones.

La mejora de los resultados vendrá por una mejora en los procesos, junto al convencimiento de todos los agentes de sus ventajas. El principal reto para enfrentarse a los cambios será en la gestión de las personas.

LA INDUSTRIALIZACIÓN OFRECE UN ENTORNO DE GESTIÓN MÁS FAVORABLE PARA LA GESTIÓN DE PERSONAS

En la industria, existe una carrera por la mejora de procesos. Los esfuerzos en la creación de valor y reducción al mínimo de despilfarros e ineficiencias, el Lean Manufacturing ha generado conocimiento y herramientas para “estandarizar” con más o menos complejidad, la optimización de procesos y gestión de personas. En términos generales, parece más sencillo formar a personas y técnicos para una cadena de montaje donde las tareas y procesos se pueden estandarizar que en un proyecto de edificación en el que, hasta la fecha, cada proceso es independiente uno de otro, ejecutados por personal en tiempo y forma distintos, con información y datos aislados. La industria desarrolla su actividad en un entorno más favorable para la optimización de procesos, mientras, la ejecución de la obra se focalizará en el ensamblado y montaje de elementos preindustrializados, minimizando su exposición a mano de obra y tiempos de ejecución.

Hoy se habla de que la industrialización de la construcción no mejorará costes, pero mejorará calidad y plazos de ejecución en un 30%, estas valoraciones suelen provenir del sector de la construcción, pero cualquiera que trabaje en un entorno industrial sabe que esas cifras son más que mejorables, el objetivo puede y debe ser mucho más ambicioso, el problema es que hoy, cuesta visualizarlo.

Volviendo al ejemplo de la ventana, esta no se considerará un elemento a instalar en una obra, sino un elemento a incorporar en línea de montaje, integrada en paneles en los que el hueco mantiene sus cotas, el detalle constructivo ha sido previamente diseñado y ejecutado en forma, se conocerá con tiempo el momento exacto de instalación y no existirá improvisación. En este entorno de trabajo, nadie puede poner en cuestión que la calidad del producto acabado será mejor, que el tiempo se reducirá y que, en consecuencia, el coste se optimizará.

Tras las primeras experiencias, con más o menos aciertos en industrialización de la construcción, se irá produciendo una selección natural de empresas y profesionales que claramente apuestan por ello, que están convencidos y que, probablemente no con poco esfuerzo, irán conformando un ecosistema que desarrollará una forma diferente de hacer las cosas obteniendo resultados distintos, logrando el anhelado objetivo de hacer sostenible (económica, social y medio-ambientalmente) el sector de la construcción.

 

Javier Bermejo Amarillo

Director General de Profine Iberia SAU (Kömmerling)

Más sobre Grupo Avintia

Grupo Industrial líder en el sector constructor inmobiliario

Logo
SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

    Los datos personales facilitados tienen carácter necesario y, serán tratados de forma segura y confidencial por GRUPO AVINTIA, S.L, como Responsable del Tratamiento, con la finalidad de gestionar su petición. Para más información al respecto así como para conocer sus derechos en materia de protección de datos, consulte nuestra Política de privacidad o contacte con nuestro Delegado de Protección de Datos

    SÍGUENOS EN: