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Los datos al trastero

Construcción industrializada

Aunque se acuñó como una frase en 2011 en la feria de Hannover, el término Industria 4.0 ha ganado cada vez más vigencia en los últimos años con su promesa de utilizar el poder de los datos para revolucionar la fabricación. Desde la primera revolución industrial (mecanización a través de la energía del agua y del vapor) hasta la producción en masa y las líneas de montaje que utilizan electricidad en la segunda, la cuarta revolución industrial tomará lo que se inició en la tercera, con la adopción generalizada de los ordenadores y la automatización, y lo mejora con sistemas inteligentes y autónomos alimentados por datos y aprendizaje automático.

La gran diferencia entre la Industria 4.0 y la Industria 3.0 es que mientras que en la primera se introdujeron los ordenadores para mejorar los procesos existentes y ser más eficientes, la segunda abre la puerta a la redefinición de los procesos y de los propios modelos de negocio apoyándose en el poder de los nuevos medios de captación de la información y la capacidad de proceso de grandes volúmenes de datos.

El sector de la construcción es un sector estratégico no sólo por la contribución al PIB a nivel mundial del 6%, sino porque contribuye a nuestra forma de vivir, a nuestra forma de movernos y, en definitiva, a hacer que este mundo sea más habitable y sostenible.

Por eso tiene ante sí grandes oportunidades para satisfacer la demanda creciente por el incremento de población y una mayor concentración en ciudades (cada día se incorporan 200.000 personas en el mundo a zonas urbanas) que cada vez sean más sostenibles, crear vivienda accesible para los jóvenes, y enfrentarse a los importantes y urgentes retos que garanticen su supervivencia.

La escasez de mano de obra cualificada, el incremento de los costes de los materiales y recursos, el objetivo de reducción de los costes operativos durante la fase de construcción y a lo largo de la vida del producto, la reducción de residuos e impacto medioambiental (hoy suponen el 30% de las emisiones según el WEF), sin dejar de lado los no menos importantes de reducción de sobrecostes, cumplimiento de plazos y riesgos contractuales.

Todos estos factores obligan a la revisión no sólo de los modelos de negocio y pasar, por ejemplo, del diseño y construcción a gestionar la operación del edificio con nuevos modelos como el Build to Rent, sino a una revisión de la cadena de valor al completo y pasar de un modelo donde cada función se realiza de forma autónoma e independiente y cada proyecto es distinto a un modelo donde la cadena de valor se integra a lo largo de todas las funciones que colaboran y comparten la información y que se agrega en toda la organización utilizando el aprendizaje y la información de proyectos realizados, consiguiendo así la deseada escalabilidad.

Todo esto sólo es posible por un proceso de transformación mal llamado en muchos casos digital, y sumarse, con bastante retraso, a la industria 4.0. Además, el sector AEC cuenta con dos potenciadores claros como son la incorporación del BIM 6D y la posibilidad de integrar la prefabricación en el proceso constructivo.

Por tanto, tenemos ante nosotros una oportunidad que no podemos dejar pasar y para que este cambio de paradigma del sector sea una realidad la piedra angular se llama el DATO.

Las empresas de construcción y los propietarios de proyectos están invirtiendo cada vez más en métodos sofisticados de recopilación de datos: plataformas BIM, drones, IoT, sistemas ERP, sistemas CRM, por nombrar solo algunos. El núcleo de la digitalización no es la recopilación de datos, sino cómo utilizarlos e incorporarlos por completo a los procesos para tomar decisiones correctas, elevar la colaboración y usarlos para potenciar estrategias futuras, todo lo cual ayuda a la organización a aumentar la productividad y seguir siendo competitiva.

Hoy la realidad es que para muchas empresas AEC, estos esfuerzos de capturar el dato han significado grandes inversiones en dispositivos y personas para acabar, en el mejor de los casos, con una cantidad ingente de información no estructurada y dispersa en diferentes departamentos, sistemas y dispositivos de almacenamiento.

Información difícilmente reutilizable y escalable, ya que la mayoría de las empresas todavía operan de forma muy fragmentada con procesos poco consistentes en su ejecución. Diferentes sistemas que se especializan en diferentes trabajos, y que generalmente no están integrados entre sí, se utilizan simultáneamente en toda la organización, lo que hace que los datos se dispersen. Según el FMI, el 96% de todos los datos capturados no se utilizan en la industria de la ingeniería y la construcción (AEC), el 90% de los datos generados no están estructurados y el 13% de las horas de trabajo de AEC se dedican a buscar datos e información del proyecto. Eso se traduce en una enorme pérdida de tiempo y presupuesto, además de restar competitividad a la organización.

¿Cómo podemos entonces maximizar el valor de los datos convirtiéndolos en el principal activo de la compañía y en una ventaja competitiva?

El primer paso es responder a las preguntas más básicas: ¿cómo son sus procesos actuales? ¿comparten la misma fuente de datos todas las funciones a lo largo del proceso constructivo? ¿cómo se obtienen y organizan los datos? ¿para qué se están utilizando los datos recogidos? ¿se reutilizan los datos de un proyecto para ofertar el siguiente?, ¿estamos utilizando BIM a lo largo del proceso constructivo?, ¿tenemos integrada la cadena de suministros con la planificación de los proyectos?

Todas estas preguntas nos tienen que hacer reflexionar sobre el enorme potencial que tiene el sector si se sube al tren de la transformación digital como han hecho otras industrias desde el automóvil hasta la banca pasando por el retail que han transformado sus modelos de negocio hacia el cliente al mismo tiempo que han mejorado sus niveles de productividad.

El camino para establecer un negocio basado en datos comprende tres pasos clave:

  • Rediseño de procesos eliminando los silos de datos en un modelo colaborativo desde el diseño, planificación y ejecución de obra hasta la operación y mantenimiento.
  • Diseñar una estrategia y arquitectura de datos estructurados que pueda ingerir grandes volúmenes de información generados en las distintas fases de los proyectos y utilizados en tiempo real a lo largo de la organización.
  • Establecer una plataforma central que permita recopilar y conectar datos en un entorno común, al tiempo que conecta los flujos de trabajo a lo largo de todo el proyecto de construcción de forma interactiva permitiendo a los actores intervinientes incorporar y extraer la información relevante para su función en tiempo real pudiendo así tomar decisiones minimizando riesgos y logrando una mayor eficiencia y sostenibilidad.
  • Uniendo en tiempo real el proceso y la analítica de datos se obtendrá el beneficio de la analítica predictiva donde los datos en tiempo real pueden ayudarnos a conseguir las eficiencias, escalabilidad y replicabilidad tan necesarias para la sostenibilidad del sector. Visualizar distintas alternativas de construcción simulando el proceso completo nos permitirá no sólo ser más eficientes mejorando la productividad y minimizar riesgos, sino ser más competitivos ofertando con mayor control de lo que puede pasar gracias al aprendizaje de lo ocurrido.

La inevitabilidad es que los datos ahora serán la estrategia fundamental para cualquier empresa constructora que tenga como aspiración ser sostenible en el tiempo y en el medio. Antes de otras consideraciones como diseños, ubicaciones, planificación, presupuestos, cadena de suministro etc. la arquitectura de datos será la consideración estratégica más importante para maximizar el rendimiento y mantener una eficiencia óptima. Con este enfoque llegará la recompensa de una organización más flexible, con procesos optimizados, mayor escalabilidad y análisis predictivo que la convertirán en una organización sólida y sostenible.

Dejemos de guardar datos en el trastero y olvidarnos de ellos para ponerlos en el centro de nuestra estrategia.

 

Gabriel Cerrada,

CEO RIB Spain

Edificación industrializada, una urgencia y una oportunidad

Edificación industrializada

En estos tiempos escuchamos continuamente hablar de la transformación digital de todos los sectores; y es ciertamente desconcertante, pues debemos reconocer que una parte de la sociedad ya lo está.

Vaya si lo está, no hay más que ver el intenso tráfico de mensajes en las distintas redes sociales, la forma en la que disfrutamos del ocio, el modo en que vemos nuestras series preferidas, viajamos, hacemos nuestras compras o pagamos, incluso, desde nuestros relojes.

Por tanto, no se trata tanto de si es posible o no una transformación digital sino de una voluntad (o quizás cabría decir una motivación) que nos lleve a implementar esos nuevos modos de hacer.

La pandemia ha acelerado todos estos procesos por la necesidad, que es sin duda la mayor de las motivaciones. De repente hemos encontrado no llevar dinero en nuestros bolsillos, tener cada vez menos papel en nuestro día a día, acreditando nuestra identidad telemáticamente, y todo ello lo hemos hecho decididos, entendiendo que, aunque tedioso al inicio, nos facilitaría las cosas. ¿Por qué, entonces, la digitalización y transformación de un sector estratégico es tan compleja?

Será quizás la tradición, la melancólica idea del oficio medieval de la construcción; aunque me temo que se trata más bien del miedo al cambio; ese que llega irremediablemente como observó Heráclito. Y es que es muy difícil generar una revolución (que de eso se trata) y que la emprendan aquellos que no quieren dejar de hacer las cosas de la única manera que conocen.

En el ámbito de la arquitectura, a finales de los años 80 del siglo pasado, el CAD inició su implantación en los estudios y se enfrentó a esta misma situación, el cuestionamiento de su viabilidad por aquellos que hasta ese momento trabajaban con estilógrafos a tinta china y papel vegetal. Los argumentos, que el coste era un grave impedimento, pues los proyectos dejaban de ser rentables debido a tener que

invertir en ordenadores y en personal especializado… ¿nos suena? Hoy lo recordamos con cierta ternura, pues realmente estaba cambiando de manera radical e irrevocable la forma de hacer un proyecto. Pero es interesante recordar aquello, pues supuso la reconversión completa de procesos, y de una profesión, los delineantes; y ello no generó desempleo, al contrario, se avanzó hacia modelos de mayor calidad laboral, con una mayor capacitación.

En este Libro Blanco sobre la industrialización de la edificación se mencionan profunda y detalladamente las ventajas que ello traerá al proceso y al producto terminado, por lo que no abundaré en ello. Pero sí cabe enfatizar que, además, estamos en un momento crucial para conseguir que la construcción sea un motor de empleo más estable, profesionalizado, inclusivo y transversal.

Reconvertir la edificación en un sector a la vanguardia de la tecnología, con nuevos materiales (en nuestro laboratorio de la ETSIE estamos fabricando hormigones de ultra alta resistencia-UHPC- con más de 150 N/mm2 de resistencia, testando armado con fibras con un límite elástico seis veces superior al del acero, etc.), la implementación de metodologías BIM y LEAN, va a provocar un salto cualitativo en este ancestral sector que lo hará “visible” a esas nuevas generaciones que consideran el trabajo en obra muy duro (porque lo es), sucio y, en fin, poco glamouroso, si se me permite la licencia.

La actual falta de mano de obra (tradicional) es alarmante y pone en riesgo los nuevos proyectos inmobiliarios. Desde la Cátedra Observatorio de la Vivienda de la UPV se estima que los costes derivados de esta escasez de mano de obra cualificada, unido al relevante aumento en el precio de las materias primas, puede suponer una distorsión en el sector ante la imposibilidad de repercutir esos importes al precio de venta. Con los datos del 3T2021 que manejamos en la Cátedra, el mercado inmobiliario está en un delicado equilibrio, inmerso en una recuperación que se ha visto alterada por la pandemia, pero que en modo alguno puede caer en el error de imputar los sobrecostes al cliente final, pues peligraría la comercialización de los inmuebles.

La forma de gestionar los proyectos inmobiliarios debe enfrentarse de manera muy diferente a la que ha venido siendo habitual, pues es extremadamente sensible a cambios coyunturales. No tiene sentido que los agentes que construirán una edificación se “conozcan” cuando va a empezar la obra. Ya es tarde para demasiadas cosas, entre ellas, garantizar los tres pilares: calidad, plazo y precio.

Se debe optar cuanto antes por implementar el contrato colaborativo IPD (Integrated Project Delivery), industrializar los procesos, aplicar metodología BIM y filosofía Lean Construction, y hacerlo desde el inicio del planteamiento de viabilidad de la operación inmobiliaria, mucho antes de iniciar el modelado del proyecto. Propiedad, arquitectos, ingenieros, constructora, fabricantes, proveedores y consultores deben,

de manera conjunta, dar forma a ese gemelo digital parametrizado que será garantía de éxito. Cuanto más proceso industrializado haya y menos trabajo artesanal en el “tajo” de obra, más posibilidades de cumplir con los objetivos iniciales. En las universidades ya se trabaja para adaptar los nuevos planes de estudios a estos escenarios cambiantes, y lo deberíamos hacer planteándonos cómo será nuestro sector no mañana sino en 30 años. ¿Podemos imaginar la edificación en 2050? No hace falta aplicar machine learning para intuir que habrá mucha robótica, ensamblado automatizado y poco de “obra sucia”.

La vivienda se está convirtiendo en un lugar muy tecnificado, conectado y sostenible, un hogar digital que se relacionará de manera autónoma con el entorno construido, a través de IoT (Internet of Things) y las tecnologías 5G. Una edificación totalmente sensorizada; en la ETSIE estamos investigando con sensores conectados para prevenir la oxidación en elementos estructurales, detectores de olores o “sabores” -mediante lenguas electrónicas-, etc. que ya anticipan cómo las viviendas van a autorregularse sin necesidad de intervención humana. ¿Realmente alguien cree que en estos escenarios caben procesos constructivos que dependen de la formación y criterio de mano de obra no profesionalizada o gestión de proyectos obsoletos?

El empleo que se precisa, hacia donde se debe orientar la Formación Profesional de los futuros trabajadores del sector, es un perfil mucho más especializado, que trabajará en condiciones estables, bajo techo y con procesos estandarizados, con un salto cualitativo en PRL y conciliación laboral -consecuencia de no tener que improvisar equipos por cercanía a las obras-, que permitirá una mayor inserción de la mujer en todos los procesos y, en definitiva, será más transversal, pues no diferirá tanto de otros procesos de sectores que pasarán a ser afines (crear espacios para utilizarlos en viviendas, hoteles u hospitales será similar a prepararlos para ser dispuestos en embarcaciones o en zonas de emergencia).

Y esto no debe ser considerado como una amenaza para la Arquitectura, que ya imagino ese nuevo frente. No, es todo lo contrario, es una extraordinaria oportunidad de manejar otros elementos en el proceso creativo que permitirán que la materialización del gemelo digital en realidad construida tenga menos incertidumbre y mayor calidad. El debate acerca de su coste ya lo hemos vivido, como se ha mencionado. Ha sido cuestionado siempre que la inversión se hacía en Calidad, sin un retorno inmediato. Pero ya nadie discute que mejorar los procesos, asegurar los estándares fijados y hacer que todo encaje es la mejor inversión en cualquier industria. Y la edificación no será menos, pues, no en vano, habremos pasado de medir en centímetros a hacerlo en milímetros.

Fernando Cos-Gayón López,
Director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Edificación de la UPV.

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