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¿Cómo es una fábrica de Construcción Industrializada?

Imágene general de la fábrica de Construcción Industrializada de ávita, empres de construcción industrializada de Grupo Avintia. Se muestra una panorámica general con todas las estaciones de la línea de producción

Grupo Avintia ha apostado por la construcción industrializada con la creación de ávita, aportando activamente a la transformación del sector constructor. Hemos puesto la innovación y la digitalización al servicio de un sector que necesitaba un cambio y ahora podemos presumir de ser líderes en una industria disruptiva que cuenta con muchísimas posibilidades de futuro.

En este artículo queremos tratar un aspecto fundamental de la Construcción Industrializada: el papel de las fábricas de componentes o elementos constructivos. Estas hacen que el modelo tradicional de la construcción pivote hacia un modelo nuevo, más sostenible, seguro y eficiente.

 

La fábrica, pilar esencial de la construcción industrializada

Uno de los cambios esenciales que presenta la construcción industrializada respecto del modelo tradicional de construcción es que muchos componentes principales del edificio, e incluso su estructura, no se producen en la ubicación final. De la misma forma que el sector automovilístico, en la segunda década del siglo XX, empezó a fabricar sus modelos en masa o en cadena, la construcción industrializada demanda la aparición de la fábrica en la construcción.

Fábrica de Construcción Industrializada de ávita, empresa de construcción industrializada de Grupo Avintia. Plano general de la línea de producción de la fábrica.

A diferencia de un vehículo, cuyas piezas pueden fabricarse y ensamblarse en una planta manufacturera, un edificio debe construirse o ensamblarse en su ubicación final. Sin embargo, la digitalización de los procesos constructivos ofrece, a través de disciplinas como la metodología BIM, la posibilidad de que cada detalle de un edificio sea diseñado y calculado con extrema precisión para producirse independientemente en una fábrica y después sean ensamblados on-site. Esa digitalización habilita un cálculo milimétrico que facilita una producción en cadena de elementos y un ensamblaje seguro, con precisión y de alta calidad en obra.

La prefabricación de elementos constructivos no solo acelera los procesos y reduce los tiempos de ejecución, sino que impulsa la sostenibilidad (elementos mejor planteados, menores residuos, etc.); permite que la digitalización logre conseguir el máximo nivel de calidad en cada pieza; y reduce los costes para, así, conseguir edificios más eficientes y que aportan mejor calidad de vida a sus ocupantes.

 

El proceso de producción en una fábrica de Construcción Industrializada

Las fábricas de construcción industrializada -como es el caso de Wallex, la fábrica de ávita- cuentan con un carrusel en el que los elementos constructivos atraviesan diferentes etapas durante la fase de producción. Para volver al ejemplo de la automoción, imaginemos una cadena de montaje de coches, pero con módulos de fachada, muros medianeros, núcleos de escalera, baños, balcones u otros elementos constructivos.

Robot que marca las mesas de la línea de producción en la fábrica de construcción industrializada de ávita, empresa de construcción industrializada de Grupo Avintia

Toda la cadena de fabricación se basa en sistemas robóticos automatizados que realizan diferentes funciones, como señalar el área donde irán ventanas, puertas, instalaciones eléctricas, etc. Una vez se ha ploteado la posición de cada uno de estos elementos, se pasa a otra sección en la que otro robot instala el encofrado de puertas, ventanas, instalaciones y demás.

Es en las siguientes fases cuando entra en juego un elemento esencial: el hormigón. Siguiendo el proyecto arquitectónico digitalizado, se ha producido únicamente el volumen de hormigón necesario para cada elemento que se fabrica. Tras una primera capa se instalan el aislamiento y los insertos necesarios para la unión en obra con otros paneles industrializados. Entonces vuelve a la estación de hormigonado donde recibe una segunda capa con propiedades de alta resistencia para hacer del panel parte de la estructura del edificio. Después de esta fase, llega a la cámara de curado donde se secará el hormigón antes de pasar a las fases finales de fabricación.

Una vez curado el hormigón, se instalan mediante la ayuda de guías láser las instalaciones eléctricas e hidráulicas, además de la capa de aislamiento interior con lana de roca que son cubiertas con placas de yeso. Posteriormente se introducen el resto de elementos necesarios para ese elemento concreto: puertas, ventanas, pintura, o lo que esté especificado en el diseño inicial. Estos son los pasos finales antes del almacenamiento, donde los paneles son identificados mediante un código QR y esperarán el momento para ser trasladados a obra para su ensamblaje en el edificio. Otra de las ventajas de la construcción industrializada es que estos paneles pueden ser reciclados o reutilizados cuando este edificio haya cumplido su vida útil.

 

Ávita y la fábrica de Construcción Industrializada

Como podrás ver en el vídeo a continuación, Grupo Avintia cuenta con una fábrica en la que produce los paneles de la solución de construcción industrializada ávita. Esta fábrica cuenta con una superficie de más de 16.000 metros cuadrados y una capacidad de producción de más de 90.000 metros cuadrados de paneles al año.

Además, ávita se basa en un ecosistema de innovación en el que coexisten marcas líderes en sus respectivos sectores, como Kömmerling, Saint-Gobain, Schneider Electric o Sika, entre otras. Estos fabricantes incorporan sus propias soluciones innovadoras al sistema de construcción industrializada de ávita directamente en la fábrica de construcción industrializada, haciendo parte integral del proceso de fabricación de los paneles.

Análisis del sistema industrializado en PRL: evolución técnica y menor riesgo

Sistema industrializado en PRL

En comparación con otros sectores, el de la construcción ha manifestado una mayor ralentización con relación a los cambios evolutivos a lo largo de los años. Esto, unido a la crisis económica y sanitaria que ahora mismo estamos viviendo, invita a reinventar el mismo, buscando la necesidad obligada de reestructurarse en todos los campos con el fin de adaptarse a aquellas.

Los objetivos de coste de producción, calidad, plazos y, por qué no decirlo, seguridad y medioambiente, cada vez más integrado en las necesidades de la sociedad, obliga a analizar la introducción de sistemas industrializados en el proceso constructivo actual.

Fabricando los elementos que componen los edificios fuera de su ubicación definitiva (es decir, prefabricando) se puede, no sólo reducir considerablemente los plazos de las obras y mejorar la calidad de la construcción, dado que una buena parte de los procesos de producción se realizan en fábricas, dejando para realizar en el lugar de las obras los trabajos de ensamblaje de los distintos elementos que constituyan el edificio, sino también aprovechar dicha coyuntura para cambiar ciertas costumbres desde el punto de vista de la prevención de riesgos la – borales (PRL), contribuyendo a intentar mejorar los altos índices de siniestralidad que año tras año experimenta el sector de la construcción.

En este sentido, en materia de prevención de riesgos laborales, se debe tener en cuenta varias normativas al respecto dentro de las cuales se encuadraría y apoyaría esta idea expuesta:

    1. Artículo 15 de la Ley 31/95 “Principios de la Acción Preventiva” apartado e), según el cual el empresario aplicará las medidas que integran el deber general de prevención teniendo en cuenta la evolución de la técnica.
    2. Ley 54/2003, de 12 de diciembre, de reforma del marco normativo de Prevención de Riesgos Laborales, donde se introduce la necesidad de integrar la actividad preventiva en los sistemas de gestión de las empresas.
    3. D. 1627/1997, disposiciones mínimas de seguridad y salud en las obras de construcción, artículo 8 donde se indica que de conformidad con la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, los principios generales de prevención en materia de seguridad y de salud deberán ser tomados en consideración por el proyectista en las fases de concepción, estudio y elaboración del proyecto de obra y en particular al tomar las decisiones constructivas, técnicas y de organización con el fin de planificar los distintos trabajos o fases de trabajo que se desarrollarán simultánea o sucesivamente.

A este respecto, la utilización de un sistema industrializado da cumplimiento a dichos puntos, dado que constituye una “evolución técnica” en relación con los sistemas tradicionales y pueden ser diseñados e integrados en un proyecto hecho a medida.

REDUCIENDO LA SINIESTRALIDAD DE LA CONSTRUCCIÓN TRADICIONAL

Por otro lado, tal y como comentábamos, el sector de la construcción es uno de los sectores con mayor accidentabilidad existente. El sistema tradicional de ejecución in situ es una fuente de riesgos por las características que implica: mayor número de trabajadores expuestos y durante mayor tiempo, sobrecarga de exposición a elementos susceptibles de generar riesgos (fundamentalmente maquinaria, materiales y medios auxiliares), menor limpieza del entorno de trabajo, etc. Basta con mostrar los índices de incidencia de cada sector que publica el Ministerio de Trabajo cada año:

En cambio, el montaje de elementos prefabricados es una alternativa que reduce de forma importante estos riesgos, además de presentar otras ventajas desde el punto de vista técnico, económico, de plazos, coordinación de actividades empresariales, medioambiente, etc.

De hecho, una de las grandes características de la construcción industrializada con elementos prefabricados de hormigón es la rapidez de ejecución y trabajar de forma mucho más limpia y ordenada, dado que, por un lado, las piezas de hormigón dispuestas en obra tienen ya la resistencia necesaria para soportar las cargas a las que van a estar expuestas (no necesitan pasar un tiempo para endurecerse y fraguar como en el sistema tradicional) y, por otro lado, los procesos están completamente procedimentados de forma previa, para que cada trabajador cumpla con total seguridad los pasos a realizar durante el proceso de unión de piezas, sin olvidar que las zonas y equipos de trabajo necesarios se pueden establecer a priori, permitiendo con ello una zona de trabajo más segura. Todo esto contribuye, sin duda, a una reducción no sólo de la exposición de los trabajadores a los riesgos laborales presentes en las obras, sino además, a la exposición a elementos susceptibles de generar riesgos anteriormente mencionados, dada la menor necesidad de maquinaria, medios auxiliares, materiales, acopios, etc., bastando, en la mayor parte de los casos, con poner a disposición de la obra los vehículos de transporte, los equipos de elevación y puesta en obra y los propios elementos prefabricados.

Además, los procesos no ocurren de forma paralela como en Fuente: Estadísticas de Accidente de Trabajo año 2019 Ministerio de Trabajo y Economía Social. el sistema clásico y sí uno detrás de otro, lo que permite la reducción de las posibilidades de cometer errores y la coordinación entre empresas y equipos.

A todo ello habría que sumar que las obras que se realizan con prefabricados generan menos movimientos en las obras y, por tanto, menos polvo y menos ruido. Lo que se traduce en menos molestias en el lugar de trabajo, con una reducción de la contaminación acústica y partículas de polvo suspendido en el ambiente, incidiendo positivamente en la salubridad para el trabajador y la sociedad en general.

Finalmente, no podemos dejar de comentar dos aspectos también importantes en ejecución industrializada: Por un lado, la mayor cualificación y especialización del personal de obra que se dedica a ello, en contraste con personal, en ocasiones poco experimentado en determinados oficios en el sistema tradicional y que, sin duda, se va a ver acrecentado con la situación de crisis actual.

Y, por otro lado, la posibilidad de realizar la ejecución y ensamblaje de elementos constructivos en conjunto, como bloques de fachada con el aluminio y cristal de las ventanas ya colocados, lo que elimina de raíz, no sólo los riesgos asociados a la ejecución de dichos oficios en obra, sino también a los trabajos ejecutados en altura en su proximidad.

Todo esto lleva a la conclusión de que en un sistema tradicional el número de riesgos a considerar es muy superior en comparación con el sistema industrial.

Estas diferencias entre uno y otro sistema se pusieron de manifiesto en un estudio acometido por el Instituto Regional de Seguridad y Salud de la Comunidad de Madrid. En este trabajo se compara la ejecución de un forjado y un muro, uno de ellos realizado mediante elementos prefabricados de hormigón y otro mediante técnicas convencionales in situ.

En su conjunto, la ejecución de la losa con placas alveolares presentaba un 27% de mejora en cuanto a los aspectos de seguridad. En el caso del muro, se observaba una mejora todavía mayor de la opción industrializada, siendo prácticamente un 50% más segura.

Por otro lado, según nuestra experiencia con obras ya ejecutadas bajo el amparo industrializado se rompe de forma radical la tendencia continua de accidentes en obra, produciéndose alguno de forma esporádica durante la ejecución de la obra y dando unos indicadores de siniestralidad muy inferiores con relación al empleo de un sistema tradicional, donde existe un goteo continuo de accidentes.

A continuación, se muestra el comportamiento típico de accidentes en una obra ejecutada mediante un sistema tradicional frente al sistema industrializado.

Con todos los datos referidos, podemos afirmar que, si bien la nueva forma de construir traerá consigo nuevos retos para la PRL, eliminará riesgos clásicos que hasta la fecha hacían que el sector de la construcción fuera uno de los que más siniestros sufrían. Por lo que la industrialización proveerá de entornos más seguros y saludables a los trabajadores, siendo este un plus sumado a la mayor sostenibilidad de los sistemas de construcción offsite que tendrán un importante impacto positivo en la sociedad.

 

Jorge González

Director de Prevención, Calidad y Medio Ambiente en Grupo Avintia

La industrialización como oportunidad para desarrollar sistemas de fachada tecnológicamente avanzados

Sistemas de fachada tecnológicamente avanzados

La fachada es uno de los componentes más relevantes de los edificios, puesto que, no solo describe el aspecto y el carácter principal que adopta el conjunto, sino que, además, tiene una implicación directa en la mayoría de las prestaciones fundamentales del edificio como la térmica, acústica, estanqueidad al aire y agua, la seguridad o la privacidad. Aunque no tan frecuentes, existen incluso fachadas con capacidad estructural que permiten resolver edificios muy singulares.

Dado el carácter privilegiado de la envolvente, estableciendo la frontera entre el interior, donde se busca maximizar el confort y las condiciones óptimas para el usuario y, el exterior, sujeto a la meteorología cambiante, las fachadas llevan años progresando hacia conceptos que se definen como una barrera entre esos dos territorios: interior y exterior.

Por ejemplo, en los edificios diseñados para tener un menor consumo de energía, se ha impuesto la necesidad de adoptar una estrategia basada en sistemas cuyo éxito radica en envolventes estancas y super aisladas que, prácticamente, permiten desacoplar ambos ambientes. Siguiendo esta tendencia, en el ámbito de la rehabilitación energética se considera que sistemas de fachada ventilada o SATE, son los que permiten mejorar el comportamiento de la fachada a base de superponer abundante aislamiento térmico a la fachada existente.

Por otro lado, los productos y elementos vinculados a la envolvente plantean, en general, conceptos que se prestan de forma muy favorable a ser producidos y ensamblados empleando procesos industrializados. Soluciones multicapa, paneles sándwich, prefabricados o los elementos para huecos y ventanas, son sistemas que permiten un mayor nivel de elaboración que pueden ser premontados o ensamblados en el taller, frente a sistemas que, pieza a pieza, ladrillo a ladrillo, tradicionalmente se han construido y montado in situ. La industrialización permite elevar sustancialmente el nivel tecnológico y el desarrollo de la solución de fachada a conceptos de mayor complejidad y, en definitiva, posibilita la adopción de sistemas que proporcionan un mayor valor añadido al conjunto.

Si se toma en consideración el binomio proceso y producto, el concepto comúnmente aceptado para definir la construcción industrializada es aquel que persigue un trasvase de los procesos, trabajos, mano de obra y materiales desde la obra, ejecutada in situ, hacia la fábrica o talleres de ensamblaje (offsite), en una estrategia que requiere de la adopción de procesos y tecnologías avanzadas de fabricación, transporte y montaje (métodos modernos de construcción). De esta forma se persigue mejorar el control y calidad del proceso constructivo, con el objetivo último de, para un producto dado; el edificio, optimizar el proceso en términos de plazo, coste, calidad, seguridad y sostenibilidad en su aceptación más amplia.

Es decir, el resultado final es el mismo, lo que cambia es la forma en la que se materializa. Pero cuando se adoptan nuevos procesos de producción avanzados con un salto tecnológico relevante, cabe esperar, también, productos más avanzados y de mayor valor añadido, debido a la relación directa que se establece entre los productos y los procesos asociados. Es en este escenario en el que aparecen productos que son técnica o económicamente viables gracias al propio proceso de fabricación y que, en una construcción tradicional no tienen cabida. A modo de ejemplo cabe destacar la materialización de elementos singulares customizados y fabricados mediante impresión 3D que son muy costosos si se emplean otras tecnologías habituales (moldeo, mecanizado…), o por otro lado, procesos de instalación in situ que gracias a una mayor automatización, empleando robots para el montaje, reducen drásticamente los plazos de ejecución en obra.

Llegados a este punto la función de la fachada no se debe limitar a ser simplemente la barrera que se establece entre el interior y el exterior. Ahora, la fachada se presta a adoptar diferentes funciones con un salto cualitativo que eleva su grado de complejidad y sofisticación.

Frente a soluciones de fachadas pasivas, que generan un “escudo protector” en la envolvente de los edificios y que buscan aislar y desconectar el interior del exterior, se están comenzando a plantear soluciones y tecnologías para resolver envolventes activas y adaptativas que den una respuesta integral al conjunto del edificio. Se trata de soluciones que se fundamentan sobre un funcionamiento dinámico, de tal forma que se permita conectar y desconectar los ambientes interior y exterior según convenga.

Ya no consiste únicamente en incorporar las capas de una fachada al uso (cerramiento interior y exterior, aislamiento y barrera de vapor), también se trata de ensamblar todas las piezas en un elemento montado desde fábrica, que, por ejemplo, incorpore también las ventanas. La industrialización ofrece una oportunidad y una ventaja clara para plantear fachadas tecnológicamente avanzadas, incorporando otras tecnologías como la captación de fuentes renovables para resolver fachadas solares, sistemas para mejorar la calidad del aire y neutralización de contaminantes, soluciones de control solar y gestión de la iluminación o soluciones energéticamente optimizadas; conceptos, todos ellos, que se fundamentan a su vez en tecnologías con un elevado nivel de digitalización y análisis de datos.

Plantear resolver estas fachadas in situ y, de forma tradicional implican desarrollos que no son técnica o económicamente viables, ni tampoco ofrecen garantías en el comportamiento y respuesta de estos productos de fachada sofisticados, debido entre otros, al bajo control en la calidad de la ejecución y mayor dificultad para combinar los sistemas en la obra.

En el momento actual se identifica una clara oportunidad para, a través de la industrialización, resolver otro tipo de soluciones de fachada con prestaciones y comportamientos disruptivos.

No sólo cambia el proceso, también lo hace el resultado.

 

Peru Elguezabal Esnarrizaga

Jefe de Proyecto de Construcción Industrializada en Tecnalia

Blockchain en el sector inmobiliario

Blockchain en el sector inmobiliario

En un periodo de tiempo relativamente breve, hemos sido testigos de cómo la tecnología blockchain se ha extendido a múltiples sectores de nuestra economía -especialmente en aquellos ámbitos más tecnológicos y con una penetración importante de la digitalización-, pero también en otros sectores donde, de primeras, considerábamos mucho más complicada su implantación, como es el caso del sector inmobiliario.

En un periodo de tiempo relativamente breve, hemos sido testigos de cómo la tecnología blockchain se ha extendido a múltiples sectores de nuestra economía -especialmente en aquellos ámbitos más tecnológicos y con una penetración importante de la digitalización-, pero también en otros sectores donde, de primeras, considerábamos mucho más complicada su implantación, como es el caso del sector inmobiliario.

La aplicación y uso de blockchain en el sector inmobiliario ha supuesto una revolución en sí misma que, además, abre todo un mundo de nuevas oportunidades hasta ahora desconocidas o no planteadas, como el uso de esta tecnología en la construcción industrializada. En los últimos años hemos visto como en el campo del real estate, todos los profesionales y expertos en este ámbito llegamos al consenso y la conclusión de que los pilares sobre los que se asienta este nuevo ciclo del sector han de pasar por la innovación, la industrialización y la sostenibilidad.

Esta tecnología va mucho más allá del conocido Bitcoin u otras criptomonedas que han ido surgiendo en estos últimos años dentro de nuestras economías. El blockchain se basa en la inmutabilidad, la trazabilidad, la descentralización, la transparencia y la veracidad de los datos. Estas, que son sus grandes características, hacen de este servicio o conjunto de tecnologías, un activo muy atractivo para las compañías del sector inmobiliario hoy en día y es que la tecnología blockchain, por ejemplo, hace posible realizar una transferencia de un valor o activo desde cualquier lugar y sin la intervención de terceros. Esto es posible gracias a los bloques que componen blockchain (como su propio nombre indica, cadena de bloques). En el interior de estos bloques se almacena la información codificada de cada transferencia que, una vez dentro, ya no puede ser alterada o elimina da. Su principal característica es, por tanto, la fiabilidad y seguridad que ofrece a nuestros clientes y la mejora de los procesos de compra de una vivienda, mucho más rápidos, sencillos y seguros.

Tradicionalmente, las operaciones del sector inmobiliario han involucrado numerosos compromisos entre varias partes y un considerable volumen de información a contrastar, procesos burocráticos lentos, participación de diferentes actores y un largo etcétera. Con la llegada del blockchain, cada vez parece más real la posibilidad de crear una divisa digital que represente una vivienda. Esto permitiría comerciar de manera simbólica con activos inmuebles de la misma manera que hoy día lo hacemos con criptomonedas, sabiendo que quedará registrado de manera segura. La posibilidad de realizar transferencias de un valor o activo con total seguridad, máxima transparencia y que además no requiera de la intervención de terceros, supone todo un cambio en el paradigma de la compraventa o inversión en una propiedad.

Con el desarrollo de esta tecnología es posible que estemos asistiendo a una de las mayores transformaciones de las últimas décadas en el sector inmobiliario. La aplicación de la tecnología blockchain en el sector trae consigo grandes retos para compañías como Metrovacesa. Cuando decidimos adoptar su uso como acelerador de proyectos de innovación, nos vimos en la necesidad de crear una estrategia que debía implicar la digitalización de procesos, mejorar el modelo de relación con nuestros clientes y generar un nuevo canal de distribución. Esto ha supuesto un gran esfuerzo por parte de todos, pero la adaptación de esta tecnología al sector inmobiliario dará lugar, entre otras cosas, a la creación de un canal que permita a compradores y vendedores conectar entre sí. Además, esto ha dado lugar a una nueva infraestructura denominada Cripto Vivienda o Digital Real Estate Assets, donde, muy probablemente, asistiremos a un incremento de las transacciones de bienes inmuebles impulsadas por la transparencia, seguridad, inmutabilidad y por encontrarse a un solo clic, que garantiza blockchain.

Esta nueva forma de operar no es más que la respuesta que queremos dar desde el sector a la necesidad de mejorar a nivel de eficiencia, calidad y trato con el cliente, mediante la innovación.

Otro de los elementos clave en esta nueva etapa del sector inmobiliario, la industrialización, también responde a esta necesidad. El sistema de fabricación por módulos de las diferentes partes de un edificio en naves industriales, para su posterior montaje en otra localización, permite acortar los plazos de entrega de una vivienda, garantizar altos niveles de sostenibilidad y seguridad e incrementar la precisión sobre la que se asientan estos proyectos.

El concepto de construcción industrializada va un poco más allá de la estandarización y prefabricación ya que implica un cambio de mentalidad y de paradigma en el sector. La industrialización es un trabajo en equipo y colaborativo aplicado en el que promotores, arquitectos, fabricantes, constructores y demás players se coordinan para mejorar el proyecto, los tiempos, costes y la calidad del producto. Este cambio de metodología debe ir acompañado de la solución de numerosos retos que no quedan del todo solucionados por el mero hecho de compartir información de proyecto y desarrollarla de manera conjunta. En ese sentido, la aplicación de la tecnología blockchain en la industrialización de viviendas puede llevarse a cabo mediante la creación de los denominados ‘contratos inteligentes’. Similar a las trasferencias de un valor o activo, este tipo de contratos se ejecutan una vez que cada una de las partes involucradas hayan cumplido con una serie de condiciones estipuladas en el citado contrato. El cumplimiento de estas condiciones, sin necesidad de involucrar a terceras partes, se puede registrar a través de un sistema incorporado en el contrato digital. De esta manera, se reducirían al mínimo los posibles problemas de ejecución, los costes derivados de intermediarios, etc. La posibilidad de implementar la tecnología blockchain en la industrialización es un gran paso más para el avance del sector inmobiliario el sector hacia la nueva era en la que está inmerso, para establecer un entorno transparente y automatizado ayudando a optimizar e integrar todo el flujo de trabajo de la cadena de valor del sector.

 

Carmen Chicharro

Directora Comercial, Marketing e Innovación en Metrovacesa

El talento en la Construcción Industrializada: nuevos retos y ventajas

Ventajas construcción industrializada

Es más que evidente que el futuro del sector de la construcción se encuentra en el modelo industrializado. Un modelo gracias al que es posible reducir plazos y optimizar costes en línea con la actual demanda del mercado, así como solventar la problemática de una mano de obra escasa, cara y cada vez menos especializada.

La pérdida de perfiles profesionales vivida en la construcción durante la anterior crisis supuso un gran golpe para el sector. Una realidad crítica en la que en el sector de la construcción y oficios asociados se perdió mucho capital humano. Evidencia clara de ello es el marcado descenso que ha habido en los últimos años en el volumen de licenciados en carreras técnicas o la gran cantidad de profesionales que tuvieron que cruzar nuestras fronteras para encontrar trabajo en otros países.

Un vacío que, obligatoriamente, debía tardar en llenar una bolsa de trabajo de profesionales muy menguada. A ello se unen una Ingeniería y Arquitectura orientadas a la fórmula tradicional, casi artesanal, de construcción, a una forma de trabajo en la que los cerramientos o las estructuras se llevan a cabo en la propia obra directamente. Algo que, en muchos casos, resulta ineficiente al depender de condicionantes climatológicas, de entregas de material que en ocasiones sufre descoordinación o de la capacitación de la mano de obra encargada de ese desempeño.

En este sentido, frente a la dependencia de la capacitación de la mano de obra propia de una construcción tradicional -que sepa gestionar de forma adecuada cualquier aspecto a lo largo del proceso-, la construcción industrializada requiere de procesos más automatizados, aunque no por ello menos complejos o técnicos. Nos encontramos ante una imperante necesidad de otro tipo de perfiles profesionales capaces de ajustarse a este nuevo paradigma y de superar los retos que supone la industrialización en el ámbito de los recursos humanos en el corto, medio y largo plazo.

Para ello, es necesario reinventarse, dar un giro de 180º e impulsar esos esfuerzos titánicos que estamos llevando a cabo las grandes empresas para conseguir profesionales en la era industrializada y, sobre todo, para seducir a un perfil de trabajador joven. Un perfil que, tradicionalmente, percibe la construcción como un sector arcaico y anticuado, que no le ofrece condiciones de trabajo acordes a las expectativas de esta generación. El modelo industrial nos permite ofrecer puestos de trabajo con otras características, más técnicos e igualitarios.

La industrialización de un sector que supone el 7% del PIB en países como España abre, sin duda, un nuevo abanico de oportunidades para nuestro mercado. Y más en el contexto que vivimos desde hace unos meses, en el que cada vez más existe un creciente interés de los consumidores por un tipo de vivienda donde la sostenibilidad -tanto en la ejecución, como en el empleo de materiales- juegan un papel protagonista.

La metodología que se sigue en la construcción industrializada, permitiendo una fabricación de viviendas cuyo sistema se puede trasladar fácilmente a diferentes puntos del territorio nacional, incluso más allá de nuestras fronteras, abre ante el sector un importante abanico de oportunidades laborales. El trabajo de la construcción industrializada no supone la desaparición de los oficios tradicionales, sino que estos pasan a tener un peso menor y, por tanto, disminuye el impacto negativo originado por la falta de profesionales y de oficios, como ocurre hasta ahora.

NUEVOS PERFILES EN ENTORNOS MÁS INCLUSIVOS Y ‘AMABLES’

Se generan así nuevas oportunidades laborales, vinculadas a la demanda de perfiles más tecnológicos -como programadores- y fabriles -como es el caso de operarios y técnicos-, entre otros.

El aspecto fabril que acompaña a la construcción industrializada hace que este tipo de construcción inmobiliaria sea menos artesanal, dependiendo en menor medida de las condiciones físicas de las personas y, por tanto, abriéndose a una mayor integración de perfiles y de diversidad, con la incorporación de nuevos trabajadores, sin limitaciones por barreras de género o condiciones físicas, aspectos tradicionalmente vinculados al sector de la construcción.

Un tipo de trabajo en fábrica que, además, permite otorgar un entorno más estable, en un lugar fijo de trabajo, con una producción preestablecida no dependiente de la activación o no de la obra, en localizaciones cambiantes.

Más allá de los aspectos tangibles, este modelo industrializado presenta también elementos de carácter social, antes difícilmente alcanzables en el sector.

Podemos destacar, por un lado, la ausencia de limitaciones derivadas de las condiciones climatológicas, ya que el trabajo en fábrica, en un entorno cerrado y más controlado, es más “amable” que a la intemperie. Por otro, el establecimiento de horarios con posibilidad de establecer turnos rotativos ordenados, ofreciendo una mejor conciliación entre la vida profesional y familiar. Y, por último, pero no menos importante, una mayor inclusión de diversos perfiles, al eliminar la barrera del trabajo más asociado a la fuerza o ciertas condiciones físicas.

A este respecto, según los últimos datos registrados por la EPA en febrero de 2020, y correspondientes al último trimestre del año 2019, sólo el 8,4% de los profesionales ocupados en el sector de la construcción son mujeres. 2019 se cerró con 107.639 mujeres trabajando en el sector, frente a los 1.176.271 hombres. A ello se suma que las mujeres ocupadas del sector se concentran, principalmente, entre los 35 y los 54 años (un 69% del total); siendo las menores de 25 años solo un 1,7% del total de ocupadas. A lo que tenemos que añadir la escasez de jóvenes trabajando en el sector, algo que afecta a ambos géneros, siendo el 3,4% del total el porcentaje de hombres que trabajan en la construcción menores de 25 años.

A todo ello se une que, mientras que las obras están deslocalizadas, en ubicaciones cambiantes, la fábrica se encuentra en o junto a una población estable. Por lo que, por un lado, se elimina el problema de buscar mano de obra en el mercado local -donde a veces es complicado por su escasez o por requerir grandes desplazamientos de los trabajadores-; y, por otro, se fortalece el tejido industrial y la riqueza de la zona de manera sostenible y estable en el tiempo.

No debemos olvidar todo lo que aporta la construcción industrializada y su vinculación a la innovación tecnológica y a las innovaciones constructivas, ámbitos para los que es necesario captar los mejores perfiles que están surgiendo y que antes ni siquiera existían.

En definitiva, el gran reto de nuestra industria es atraer el talento joven y otros perfiles que hasta la fecha se han alejado de la construcción, como el talento femenino, con nuevos puestos más atractivos que acaben materializando la transformación profunda y necesaria en todos los niveles del sector.

 

Nerea García

Directora de RR.HH. Grupo Avintia

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