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Construcción industrializada: ¿Optimización o transformación?

Construcción industrializada

Introducción y contexto internacional
Es evidente que la industria de la construcción se encuentra en una encrucijada, obligada a reinventarse ante la brecha de productividad de la construcción . Esta situación de ineficiencia provoca que la construcción tradicional sea susceptible de una transformación profunda, impulsando el nacimiento de nuevos modelos de negocio. Ello ha sido visto como oportunidad por diversos actores en el panorama internacional, lo que ha inducido al significativo crecimiento de la inversión en tecnologías de la construcción (ConTech) durante los últimos años, alcanzando los 1.600 millones de euros en 2018.


Figura 1: Inversión en ConTech y Offsite Construction (fuentes: CB Insights, Pitchbook, Tracxn, JLL)

El potencial de la construcción industrializada para mejorar radicalmente la productividad de la industria ha sido advertido por el mercado, provocando un creciente interés e inversión de los actores de la industria y fondos de inversión. La construcción offsite ha concentrado más del 60% de la inversión total en ConTech a nivel mundial en 2018 y cuentan entre sus inversores con grandes corporaciones como Amazon, Google o Goldman Sachs. En paralelo, consultoras como McKinsey, BCG o Roland Berger realizan reportes exhaustivos para analizar la tendencia al alza de esta tecnología disruptiva. Laing O’Rourke, Legal & General, Berkeley Group, Skender, Bouygues y Marriott son sólo algunos ejemplos de grandes corporaciones del ecosistema que han doblado su apuesta por este nuevo método constructivo.

La construcción offsite, además, no resulta un fenómeno desconocido en el sector de la construcción. Sin embargo tendencias como la falta de mano de obra cualificada, la aplicación de metodologías Lean y BIM o la influencia de la economía circular han hecho que muchos profesionales del ecosistema valoren en la actualidad la adopción de sistemas constructivos alternativos. Ello – unido a los recientes avances relacionados con la calidad, la eficiencia y la sostenibilidad de los procesos – hace de esta una tecnología que se encuentra cercana a su punto dulce (sweet spot), favoreciendo modelos de negocio innovadores que están transformando de manera integral el sector

¿Optimización o transformación?
Mientras que la mayoría de innovaciones en el sector han supuesto hasta la fecha una optimización progresiva de procesos internos, la construcción industrializada supone un cambio de paradigma por la adopción simultánea de metodologías innovadoras que transforman por completo la concepción de la edificación tradicional. Variables como la definición de módulo, la elección del material, el tiempo de fabricación, la cadena de montaje o el sistema de transporte adquieren una relevancia capital en el nuevo panorama de Offsite Construction, aportando valor añadido a todas las etapas de la cadena de valor. Entre ellas destacan principalmente:

  • El potencial para reducir plazos de fabricación, puesta en obra y entrega hasta un 50%, con una consiguiente reducción de costes a medio plazo.
  • La menor desviación en cuanto a previsiones financieras y temporales se refiere, y la mayor eficiencia de los procesos que las determinan asegurando la calidad de los productos en un entorno controlado.
  • Un mayor grado de sostenibilidad, entendido desde la adopción de metodologías Lean, la reducción de residuos sólidos y recursos energéticos, el ciclo de vida de los materiales empleados y la huella total de carbono.
  • Seguridad y salud mejoradas, que contribuyen a atraer mano de obra especializada y paliar la falta de profesionales que adolece en la actualidad el sector de la construcción.

¿Por qué ahora?
Si bien ya se han intentado llevar a término empresas similares en el pasado, hoy en día se dan las condiciones ideales para que la industrialización reafirme su potencial y penetre de manera definitiva y significativa en el mercado de la edificación. En primer lugar
, porque la tecnología disponible facilita la integración de las herramientas de diseño con los entornos de fabricación, así como la automatización de procesos internos mediante la digitalización de los parámetros relacionados. A su vez, los avances en términos de optimización estructural y material permiten empujar los límites actuales de la producción y la seriación aumentando el volumen de fabricación de las empresas de manufactura y mitigando cada vez más el reto de la altura.

Por otra parte, también es sabido que la tendencia actual descrita por Naciones Unidas habla de un crecimiento demográfico exponencial en metrópolis de todo el mundo. Ello, unido a la mano de obra escasa y cara en el sector de la construcción y la escasez de soluciones habitacionales, hace que la construcción industrializada se convierta en una opción más que atractiva para solventar la actual problemática coyuntural. Al mismo tiempo, iniciativas top-down promovidas por gobiernos territoriales y/o supranacionales persiguen el acceso a una vivienda asequible y la utilización de sistemas cada vez más sostenibles, teniendo en cuenta la alta demanda de edificaciones nuevas en las ciudades y la conciencia de legar un metabolismo urbano que no comprometa las necesidades de generaciones posteriores.

Definición de la unidad repetitiva – 1D, 2D o 3D
Una de las primeras decisiones a la hora de abordar un proyecto de construcción industrializada es la definición de la unidad mínima, que tendrá una posterior repercusión sobre otras variables y condicionantes – tipología y escala de la edificación, coste de fabricación, complejidad del producto final, facilidad de transporte y montaje, etc. El número de dimensiones de dicha unidad es una de las elecciones con mayor trascendencia a este respecto, entre las cuales se pueden clasificar:

  • Elementos unidimensionales, tales como vigas, pilares, canaletas u otras unidades lineales.
  • Elementos bidimensionales o panelizados – ya sea en fachadas o tabiques técnicos – que integren subcomponentes en sus soluciones.
  • Elementos tridimensionales o modulares, como resultado del montaje de distintas soluciones unidimensionales y bidimensionales que los componen.

Figura 2: Complejidad y escala de la construcción industrializada (fuente: McKinsey)

Componentes 2D y 3D se han convertido en la actualidad en aquellos que aportan mayor valor añadido a la construcción industrializada, y pueden variar en escala y complejidad así como integrar mayor o menor cantidad de elementos. Los primeros garantizan flexibilidad de uso y facilidad de transporte, mientras que los segundos pueden potencialmente ofrecer un mayor grado de integración (baños, cocinas, estancias completas, etc.) y complejidad a costa del sacrificio de dicha flexibilidad.

Retos y hoja de ruta
A pesar de los múltiples beneficios que la construcción industrializada ya puede aportar al sector AEC, existen también retos y barreras que deben ser superados para lograr una mayor y mejor adopción de la iniciativa. Uno de los principales obstáculos reside en el alto grado de inversión inicial que debe acometerse para desarrollar un modelo de negocio de estas características, en un mercado cíclico – cuando no volátil – y fragmentado. Para ello resulta imprescindible que los mecanismos que regulan la financiación crediticia, la regulación normativa y/o la aprobación de licencias agilicen sus procesos y se adapten a la nueva casuística , para no ser un cuello de botella en la cadena de valor y permitir que la construcción industrializada demuestre sin fisuras el valor neto de la oportunidad de negocio.

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Al mismo tiempo, el éxito de la industrialización es directamente proporcional al grado de colaboración entre los distintos actores que participan activamente en las distintas etapas del proyecto. De esta manera, la adopción de metodologías que favorecen la integración, la flexibilidad y/o la promoción de proyectos design-build permiten escalar la seriación de unidades hasta niveles en los que la automatización de los procesos relacionados puede multiplicar exponencialmente la productividad (a partir de la repetición de 1.000 unidades ); todo ello, unido a las mejoras continuas en el campo de la logística y el reto de la altura, aseguran una mejora competitiva en relación con la práctica habitual.

Conclusiones
La industrialización en el sector AEC todavía no ha experimentado un crecimiento estable y continuado que le permita afianzarse en el mercado actual de la edificación. No obstante, los avances tecnológicos de los últimos años y el contexto económico y laboral que los rodea hacen de la prefabricación una solución que ya hoy ofrece garantías de calidad y sostenibilidad al mismo tiempo que puede competir en precio y servicio con los sistemas actuales de construcción. Es por ello que para hacer frente a un panorama que refleja una escasez de mano de obra y en el cual el mercado demanda soluciones ágiles, sostenibles y de calidad, la construcción industrializada ofrece mejores respuestas que nunca y por primera vez representa una alternativa real a la construcción tradicional.

[1] Barbosa F. et al. (2017). Reinventing Construction: A route to higher productivity. McKinsey Global Institute and McKinsey’s Capital Projects & Infrastructure, McKinsey.com.
[2] UN, D. (2015). World urbanization prospects: The 2014 revision. United Nations Department of Economics and Social Affairs, Population Division: New York, NY, USA.
[3] Ejemplos de ello son Reino Unido o Singapur, donde los gobiernos han elaborado planes estratégicos que contemplan la promoción de la digitalización del sector, la colaboración entre agentes y/o la difusión de la construcción industrializada.
[4] Bertram, N. et al. (2019). Modular construction: From projects to products. McKinsey Capital Projects & Infrastructure, McKinsey.com.

MATEO ZIMMERMANN
Manager de Inversiones en CEMEX Ventures

ALFREDO CARRATO
Analista de inversiones en CEMEX Ventures

Caballos más rápidos

Hasta el momento, el sector de la construcción ha estado basado en su gran mayoría en elementos y sistemas tradicionales. Podríamos poner como ejemplo, por su importancia, el del azulejo, elemento que ya aparece en épocas muy tempranas, y que evoluciona desde las baldosas vidriadas egipcias; los enladrillados mesopotámicos; los techados de arcilla cocida (terracotta) griegos, etruscos y romanos; los mosaicos romanos y bizantinos; los azulejos islámicos; los azulejos hispano-moriscos; la mayólica italiana y española; o el del ladrillo cerámico, descubierto en yacimientos arqueológicos de la antigua Mesopotamia.

El ladrillo se fue extendiendo en ciudades que florecieron en el Medievo y el Renacimiento y se conservan construcciones de ladrillo de esas épocas, en España, Italia, Holanda, Bélgica, Francia y Alemania. En el caso de las culturas centroamericanas, con la llegada de los conquistadores españoles se incorporó el uso del ladrillo cocido a las nuevas construcciones. Podríamos ilustrar con otros elementos la continuidad de estos en el sector de la construcción a día de hoy.

Empresas como Porcelanosa o Malpesa utilizan en la actualidad los más modernos sistemas y técnicas de producción de sus productos cerámicos, fábricas robotizadas, dotadas de autómatas con los más altos estándares de fabricación. Y comentado esto último, reseñar que 9.000 años después del primer vestigio del uso del ladrillo, algo no ha cambiado: el suministro de estos materiales es a granel y coexiste la más moderna técnica de fabricación con los métodos manuales de montaje de hace siglos.

Producir lo que se necesita y con la mejor calidad posible
El sector de construcción atraviesa un momento clave y debe acometer la ejecución de un gran volumen de obra cumpliendo las exigentes normativas europeas de sostenibilidad y de eficiencia con una mano de obra escasa y poco cualificada que dificulta el cumplimiento del objetivo. Este sector representa el 40% del consumo total de energía, produce un 35% de las emisiones de efecto invernadero, un tercio del consumo de agua y un tercio de los residuos generados.

Conceptos como el Just in Time, política de mantenimiento de inventarios al mínimo nivel, donde los suministradores entregan el material justo en el momento que se necesita para completar el proceso productivo, no existen en el sector de construcción. Producir justo lo que se necesita, cuando se necesita, con la mejor calidad posible y sin desperdiciar recursos del sistema, es justo lo contrario de lo que se realiza en infinidad de tareas en el sector de construcción. Claro ejemplo es la ingente cantidad de residuos que se generan y el gran gasto en posventa por la falta de calidad en muchas de las unidades de obra.

La producción de residuos de construcción y demolición RCD, según los datos manejados por la UE, sitúa la producción anual estatal en torno a las 45 millones de toneladas. De ellas, solo unas 11 millones de toneladas son gestionadas en plantas que cumplen con los estándares y las garantías que certifican la valorización de estos residuos como nuevos recursos útiles.

Los retos de la construcción 4.0
El dato más preocupante es que el resto de los RCD producidos, en torno a las 30 millones de toneladas, son gestionadas de forma incorrecta e ilegal, generando graves impactos ambientales y paisajísticos, una materia prima que necesitó energía para su transformación y energía para su tratamiento y comprometiendo la existencia misma del sector del reciclado y valorización.
Por lo anteriormente expuesto e inmersos en la cuarta revolución industrial, el mundo de la industrialización en la construcción es uno de los retos del sector para mejorar los procesos constructivos y los impactos negativos de esta actividad.

La Construcción 4.0 se centra en la industrialización de sus procesos, pensar como una industria manufacturera y tratar los procesos constructivos actuales como procesos susceptibles de industrializar para incorporar a estos las tecnologías existentes.

Entre esta tecnologías esta el BIM (Building Information Modeling), proceso de generación y gestión de datos de un edificio durante su ciclo de vida utilizando software dinámico de modelado de edificios en 3D. Ofrece un marco común y aceptado por todos los actores del proceso de construcción y simula diversos escenarios que permiten la toma de decisiones. Se diseñarán equipos robotizados que reducirán los índices de siniestralidad, mejorándose sustancialmente la productividad en la construcción.

Luchar contra elementos nocivos como el gas radón
La inclusión de sensores en los elementos industrializados permitirá obtener información del sistema completo para un fin posterior (como ejemplo la sensorización de elementos nocivos). Entre ellos está el gas radón, invisible e inoloro, con devastadores efectos cuando la exposición es larga en un hogar. Según la Organización Mundial de la Salud es la segunda causa de muerte por cáncer de pulmón y se calcula que el radón puede ser el culpable de hasta un 14% de este tipo de tumores malignos.

En España, el radón se encuentra bastante extendido. Según fuentes institucionales del Consejo de Seguridad Nuclear, Galicia y parte de Castilla y León son dos de las autónomas más afectadas. Extremadura, Madrid y parte de Castilla La Mancha también tienen altos índices de radón.

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A pesar de las dificultades, la industrialización aporta múltiples ventajas, como el descenso de la siniestralidad laboral, la reducción de residuos en obra, la menor huella de co2, la disminución de ruidos en la obra, el menor impacto medioambiental, la reducción de los plazos de construcción, el control de costes, la mejora de la conciliación familiar, la estabilización de los puestos de trabajo y su especialización, la entrada en las fábricas de mujeres (casi inexistente en la mano de obra en construcción), la investigación, la mejora continua de los procesos, etc.. .

Indudablemente, es el camino a seguir en la búsqueda de la sostenibilidad, la eficiencia y la mejora continua en los procesos. Todo ello encaminado a prestar un mejor servicio a la sociedad. «Si le hubiera preguntado a los constructores qué querían, habrían dicho más mano de obra cualificada». Permitiéndose el símil con la frase de Henry Ford, se puede ilustrar la necesidad de cambiar el modelo: ni caballos más rápidos ni más mano de obra cualificada con el modelo tradicional, industrialización.

José Ignacio Esteban es director general de Avintia Industrial

Implantación del BIM en España

Implantación del BIM en España

El BIM (Building Information Modeling) es una metodología de trabajo diseñada para la creación y gestión de proyectos de construcción. Se trata de una metodología colaborativa, que permite centralizar toda la información relativa a un proyecto en soporte digital: desde el diseño, el presupuesto y el impacto ambiental, hasta la información de cómo se van desarrollando los plazos, los volúmenes, el mantenimiento y los demás aspectos del proyecto.

Estos sistemas suponen una gran innovación con respecto a otras formas de diseño y gestión tradicionales en los proyectos de construcción. La tecnología BIM permite la integración de la información clásica basada en planos, con la información geométrica, temporal, ambiental, de costes y de mantenimiento. Una herramienta que, en definitiva, permite el diseño y el seguimiento de los proyectos en siete dimensiones. Un gran avance en tecnología en cuanto a las posibilidades de eficiencia y de control para los proyectos de construcción.

Las cualidades y utilidades de la tecnología BIM han propiciado su implantación progresiva durante los últimos 10 años en diferentes países. Los sistemas han demostrado ser una gran herramienta para la introducción de la industrialización en el sector de la construcción. La propia Comisión Europea anima a su uso y fomento por parte de las administraciones públicas. La Directiva Europea de Contratación Pública 2014/24/UE, en su artículo 22, no solo hace referencia a la introducción de herramientas de modelado electrónico y de información en las construcciones, sino que abre la posibilidad de que los Estado miembros exijan su uso. Desde 2019 en España, todos los proyectos de más de dos millones de euros de edificación y que se realicen con financiación pública, deben estar implantados en BIM.

Por el momento, en España se ha creado un observatorio de implantación BIM cuyo objetivo es monitorizar su inclusión en las licitaciones públicas y hacer un seguimiento de la evolución de las administraciones en el uso de estos sistemas. El último estudio realizado por el observatorio nos proporciona un espejo de la tendencia en obra de edificación y obra civil en España.

Evolución temporal
El observatorio BIM fue creado en mayo de 2017 y los datos disponibles sobre la evolución BIM abarcan desde esa fecha hasta el primer semestre de 2019. Durante este período, la evolución del BIM en nuestro país muestra que no ha dejado de crecer su implantación, de una forma casi exponencial. Durante el primer semestre de 2019 se publicaron casi el mismo número de licitaciones que durante todo el año 2018, lo que además supone un 38% del total acumulado de licitaciones registradas desde 2017. En términos de inversión, durante el primer semestre de 2019 se licitaron 843, 3 millones de euros.

En cuanto a la distribución de la implantación BIM en los distintos niveles de la administración, el nivel autonómico se muestra como el mayor dinamizador. Las licitaciones a nivel autonómico suponen más de la mitad de todas las publicadas, y en términos de inversión un 55% del total desde 2017. Sin embargo, a partir del tercer trimestre de 2018 se observa una tendencia hacia una distribución más variada de la inversión en los niveles de la administración. A nivel local y nacional, durante los primeros seis meses de 2019 se duplicaron tanto el número como la inversión alcanzadas por estas administraciones durante todo el 2018.

Al observar los datos por Comunidades Autónomas, Cataluña se sitúa a la cabeza del número total de licitaciones acumuladas desde 2017, con el 41% del total; y seguida de La Comunidad Valenciana (13%), Madrid (9%), y Andalucía (9%). Sin embargo, al analizar la inversión total acumulada, Canarias (34%) se sitúa por encima de Cataluña (23%), el País Vasco (8%) y la Comunidad Valenciana (8%). La tendencia desde el cuarto trimestre de 2017 muestra una mayor variedad en la distribución de la inversión, que hasta entonces se encontraba principalmente concentrada en Cataluña. Durante el primer semestre de 2019, Madrid, País Vasco, Cataluña y Andalucía presentaron porcentajes similares de inversión.

Distribución de sectores
El estudio del Observatorio BIM en España nos permite analizar su implantación de manera específica en dos sectores principales: el sector de la edificación y el sector de las infraestructuras.

En términos generales, el sector de la edificación supone un 72% del total de las licitaciones, frente al 28% de las infraestructuras. Sin embargo, el 28% de licitaciones en infraestructuras supone también un 56% de la inversión total. Observamos por tanto que a pesar de que se licita más en edificaciones, las inversiones son de menor volumen. Aun así, podemos situar el total de la inversión en edificación en 673 millones de euros.

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El sector de la edificación permanece en continuo crecimiento desde 2017. En el segundo trimestre de 2019 se publicaron un 55% más de licitaciones en este sector que durante el trimestre anterior. El sector de las infraestructuras también avanza con pasos agigantados: en los primeros tres meses de 2019 se ha licitado e invertido más en este sector que durante todo el año 2018.

En conclusión, los datos del informe indican que la implantación de las tecnologías BIM tiende a ser cada vez más generalizada, abarcando una mayor inversión; y muestra una presencia cada vez más distribuida entre las diferentes Comunidades Autónomas y entre los tres niveles de administración.

Uso arquitectónico de hormigones de alta resistencia

Hormigones de alta resistencia

La ciencia, la tecnología y los avances en I+D+i, son los motores que impulsan los nuevos procesos de la construcción industrializada. Gracias a la voluntad de innovación, cada día contamos con mejores materiales, capaces de ofrecer resultados y aplicaciones que hasta ahora sólo podíamos imaginar.

En el caso del hormigón, la inversión en I+D+i ha conseguido elevar uno de los materiales más comunes en la construcción tradicional, hasta convertirlo actualmente en punta de lanza de la construcción industrializada. Ya no se puede hablar de un solo hormigón, sino de diversos materiales que tienen como base el hormigón. Se trata de materiales innovadores y mejorados, que ofrecen características y comportamientos únicos.

¿Qué son los hormigones de alta resistencia?
Estos hormigones, especialmente utilizados en la construcción industrializada, se elaboran con una matriz compuesta por materias primas específicas y cuidadosamente seleccionadas, como cementos y arenas de micro sílice. Además de la mezcla base, la innovación también reside en el refuerzo que reciben de diferentes materiales, como elementos de acero, fibras de vidrio o fibras de carbono, que les confieren una resistencia y flexibilidad superiores. Las fibras empleadas para el hormigón de alta resistencia suelen ser muy finas, de apenas 2 o 3 décimas de milímetro de grosor, y se encuentran en proporciones muy altas: un solo metro cúbico de hormigón puede albergar 150 kg de fibras.

Cualidades de los hormigones de alta resistencia
Los hormigones de alta resistencia poseen unas cualidades particulares que les hacen especialmente aptos para los procesos de construcción industrializada. Además de ser completamente personalizables a través de los distintos moldes, ofrecen también infinitas posibilidades en cuanto a la textura y la apariencia final de las piezas. Pero la verdadera innovación reside -como su propio nombre indica-, en las capacidades de resistencia que presentan, y que gracias a la inversión en I+D+i, se pueden adaptar en función de las necesidades concretas que requiera cada proyecto:

  • La resistencia a la compresión es la principal característica, se define como la capacidad de soportar una carga por unidad de área, y se expresa en kg/cm2. Con los hormigones de alta resistencia se superan ampliamente los 45 MPa. Esta cualidad, además de ser imprescindible para los elementos estructurales, permite desmoldar las piezas transcurridas 24 horas, si ningún riesgo de fisura, lo que permite agilizar los procesos.
  • La resistencia a la flexotracción es la cualidad que permite al hormigón resistir ante diversas fuerzas flexoras sin que aparezcan grietas. Determina en gran medida la durabilidad del material y las fibras son las principales responsables de esta resistencia. Un hormigón de alta resistencia debe presentar al menos una resistencia a la flexotracción superior a 5 MPa.
  • En cuanto al coeficiente de absorción, los hormigones de alta resistencia requieren solamente una proporción limitada de agua con respecto al cemento (en torno a 0,25-0,35); esta característica hace necesario incorporar a la mezcla fluidificantes para conseguir una consistencia adecuada. El coeficiente de absorción afecta a la durabilidad del material y también a la estética. Además, resulta especialmente importante en aquellos lugares donde el clima requiere resistencia a la heladicidad.
  • La resistencia a la abrasión permite prevenir la abrasión y el desgaste de los materiales en enclaves y usos especialmente exigentes. Este factor depende sobre todo del tamaño y las características de los áridos que se hayan utilizado en la mezcla.

Usos, aplicaciones y beneficios
El hormigón de alta resistencia, gracias a todas sus cualidades, permite diseños vanguardistas que no serían posibles con un hormigón tradicional. Los espesores pueden ser mínimos, y las texturas infinitas, lo que abre la puerta a un sinfín de personalizaciones y variaciones específicas gracias a la I+D+i. De este modo, son las necesidades de cada proyecto las que definen en gran parte el tipo de hormigón a utilizar, en vez de limitar los proyectos en función de las posibilidades del material. Además, el uso de este tipo de hormigones también permite ganar metros útiles en las edificaciones y una mayor separación entre las vigas, beneficiando así el diseño arquitectónico.

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La innovación de los hormigones de alta resistencia permiten a los arquitectos el diseño y la ejecución de elementos de geometría mucho más compleja que los tradicionales. Por eso, su uso es tan apropiado para museos, templos y edificios con un especial interés arquitectónico.

En proyectos más habituales, como puede ser la rehabilitación de un techo, estos hormigones permiten optimizar la relación peso-resistencia, sin necesidad de incorporar sistemas de armado de acero o barras corrugadas, como sucede con el hormigón tradicional.

Los hormigones de alta resistencia también resultan idóneos más allá del uso estructural. Su aplicación se extiende también a las fachadas de los edificios, la creación de mobiliario urbano y todo tipo de piezas tridimensionales y bidimensionales. Sus aplicaciones no dejan de crecer, y lo seguirán haciendo, gracias a que se trata un material compatible con la construcción industrializada.

Los hormigones de alta densidad ya han dado el salto de los laboratorios a las construcciones reales, y todo parece indicar que irán sustituyendo cada vez más al hormigón tradicional.

Construcción disruptiva: La transformación debe partir de las compañías

Construcción disruptiva

‘Una gran oportunidad global para la construcción’
El diario económico Cinco Días publicaba a principios del verano un artículo de Javier Parada con el titular ‘Una gran oportunidad global para la construcción’. En el texto, el autor arrojaba cifras tan alentadoras como que en los próximos tres lustros se esperan crecimientos en el sector equivalentes al 6% del PIB mundial. Este dato es un ejemplo más que demuestra que las perspectivas de crecimiento en nuestro sector son especialmente positivas.

Si bien el mundo de la construcción ha sido muy tradicional hasta hace relativamente poco, desde hace unos años ya se están dando los pasos para cambiar de forma gradual esta consideración, contando con la innovación como palanca de cambio. Una innovación que puede ser aplicada no solo a las diferentes fases del ciclo constructivo, sino también como herramienta para impulsar el cambio en el seno de las propias compañías. Dicho de otra manera, la innovación ha de nacer en el interior de las corporaciones para que pueda proyectarse al exterior. De esta manera podremos conseguir una construcción disruptiva, aplicando las nuevas tecnologías a procedimientos que ya calificábamos de óptimos, replanteándonos lo que veníamos haciendo hasta ahora.

Asimismo, en todo proceso de innovación es preciso concentrar los esfuerzos en lo más prioritario. En este caso, existen algunas palancas fundamentales para la transformación del sector a las que todos los agentes del mismo debemos atender de manera urgente: la apuesta por la industrialización, la internacionalización, la transparencia y, por supuesto, la sostenibilidad.

La aplicación de nuevas tecnologías y materiales a la edificación está impulsando de manera imparable la industrialización, que está llamada a reinventar el modelo. La impresión 3D, la inteligencia artificial, los drones… Todas estas tecnologías impulsarán dicha industrialización, lo que conllevará una reducción de plazos y costes, dando lugar así a empresas más competitivas. Gracias a la integración de estas tecnologías y la digitalización de las compañías lograremos un sector que pueda operar a nivel global, afrontando otra de las palancas de su proceso de transformación: la internacionalización. Este es un asunto en el que las constructoras españolas tenemos que trabajar intensamente, ya que, pese a que tradicionalmente hemos desempeñado un papel muy relevante en proyectos de carácter internacional, lo cierto es que cada compañía debe revisar su modelo para asegurarnos de que somos capaces de competir internacionalmente.

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Por último, en esta revisión del modelo, es preciso atender a dos cuestiones fundamentales: la transparencia y la sostenibilidad. Como bien indica Parada en su artículo, la necesidad de mejorar las prácticas de compliance, aumentando así la transparencia a nivel global, es más que evidente. Es preciso que busquemos la forma de optimizar los sistemas de contratación de obra pública de cara a asegurar su rentantabilidad, el cumplimiento de plazos y, como no puede ser de otra manera, la sostenibilidad de los proyectos. La contribución a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible debe convertirse en un elemento irrenunciable para cada proyecto de edificación con el fin de reducir el impacto medioambiental de nuestra actividad.

Solo con la mentalidad abierta que demanda la transformación, lograremos afrontar el futuro con éxito y conseguir un modelo de construcción disruptiva, modernizando un sector clave en la economía española y contribuyendo para que alcance las cifras esperadas para dentro de 15 años.

Consumo sostenible, un reto para 2020

Consumo sostenible 2020

El reto para 2020
Hace unos años, cuando hablábamos del año 2020, nos imaginábamos un mundo al estilo Regreso al futuro II. Si bien hemos avanzado más en los últimos 100 años que en todos los siglos anteriores, no hemos llegado al punto futurístico de la reconocida película de Steven Spielbierg. Pero 2020 ha llegado, está a la vuelta de la esquina. Y se presenta como un año de especial relevancia para el sector de la construcción con tendencia hacia un consumo sostenible en edificación.

Según el último informe Euroconstruct, la construcción residencial crecerá un 20% hasta 2020. También se producirá una subida salarial del 2,25% en el sector para 2019 y 2020. Pero entre estas cifras también destaca que el año que viene es el momento a partir del que todas las viviendas que se construyan en nuestro país, así como en otros países europeos, deberán tener un consumo sostenible de energía. Así lo establece la Unión Europea mediante su Directiva de eficiencia energética en edificios (EPBD).

Ante esta normativa, la construcción tiene el reto de reducir las emisiones de CO2 gracias a la adopción de medidas de eficiencia energética e incorporación de energías renovables. Por lo que 2020 marcará un antes y un después, ya que todos los edificios que se construyan en España y demás países europeos a partir de entonces deberán tener un consumo de energía casi nulo. De esta forma, la energía que consuman estas viviendas deberá generarse a partir de renovables, bien situadas en el propio edificio o en sus inmediaciones, lo que incluye la producción de agua caliente, iluminación o calefacción, así como los sistemas de refrigeración, ventilación o aislamiento, solo por mencionar algunos. Y, todo ello, sin comprometer la calidad, la seguridad y la comodidad de sus futuros habitantes.

En este sentido, la construcción de obra nueva está evolucionando hacia el empleo de sistemas con un menor impacto medioambiental. Este es el caso, por ejemplo, de la construcción industrializada, también conocida como offsite y de la que hablábamos en un post anterior. Un tipo de edificación que no solo está revolucionando el mercado debido a su contribución a reducir los plazos de entrega un 30%, disminuir los sobrecostes a lo largo del proceso constructivo o dotar de una mayor flexibilidad y adaptabilidad al diseño arquitectónico. Sino también un tipo de construcción que está permitiendo dar al sector un paso hacia delante en el ámbito más sostenible y socialmente responsable, ya que al concentrar en fábrica el mayor porcentaje del proceso de fabricación, la edificación adquiere un componente más ecológico y menos agresivo con el medio ambiente que una construcción tradicional donde la ejecución en sí se realiza a pie de obra.

La edificación industrializada ha nacido en un contexto donde la sostenibilidad va ligada a cualquier tipo de iniciativa que pongamos en marcha. Y la construcción no iba a ser menos. Por esta razón, la construcción offsite suele basarse en el estándar Passivhaus, con el fin no solo de garantizar una reducida demanda energética en todas las construcciones, sino favorecer un consumo cero por parte de los futuros propietarios. El modelo Passivhaus para la construcción de viviendas nació a partir de numerosas investigaciones en pro de alcanzar un consumo muy bajo de energía para calefacción y refrigeración gracias a la combinación de los materiales de construcción óptimos y la optimización de los recursos ya existentes en el entorno, que puede ir desde la correcta orientación de las viviendas para aprovechar los recursos disponibles, como el sol o la vegetación, así como la apuesta por la calefacción y refrigeración, incluso de producción de agua caliente, vía aerotermia, uno de los sistemas más demandados por su carácter renovable.

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Si bien ya se están dando los pasos necesarios para una edificación sostenible, aún queda mucho camino por delante, por ello, España y el resto de países de la UE deberán seguir trabajando para alcanzar un consumo energético prácticamente nulo en sus edificios a partir de 2020 con el objetivo de cumplir el Protocolo de Kyoto y la Directiva 2018/844.

Digitalizarse o morir: la digitalización como impulsor del cambio en el ciclo constructivo

Digitalización sector de la construcción

La digitalización en la construcción
Si hay un sector clave en la economía española que esté entrando de lleno en la digitalización, ese es el de la construcción. Considerado como una de los más tradicionales, en los últimos años está absorbiendo y aplicando a un ritmo imparable todos los avances e innovaciones que se están produciendo a nivel tecnológico.

A pesar de que la construcción, al igual que otros ámbitos como el de la educación, presenta actualmente un bajo nivel de digitalización -con una media de madurez digital en torno a un 32% por debajo de la media de España, según el Barómetro sobre Madurez Digital en España 2018-, sí es cierto que se trata del segundo sector en nuestro país que más valora la transformación digital como palanca de cambio. De hecho, en los últimos años está demostrando con creces apostar decididamente por la transformación digital como motor ineludible para impulsar una edificación más inteligente.

Las compañías del sector de la construcción que deseen mantener su competitividad e impulsar su liderazgo en el mercado ya están incorporando todas las ventajas que supone la digitalización en general, así como las innovaciones producidas en métodos y herramientas ya existentes pero que también han tenido que adaptarse a la nueva realidad. En este sentido, el uso de metodologías colaborativas como BIM es clave en la digitalización, al igual que las herramientas de Realidad Virtual o los procesos y sistemas propios creados por las mismas compañías para convertirse en protagonistas del cambio y liderar la transformación digital del sector.

Innovaciones que permiten a todos los actores implicados en el ciclo constructivo un mejor y más óptimo desempeño de sus labores dentro de cada proyecto, una mayor movilidad y disposición de información en tiempo real sobre la evolución de cada obra, así como la visualización previa de futuras construcciones con el fin de detectar posibles fallos en el diseño o errores en alguna de las fases para que puedan ser paliados a tiempo.

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La transformación de la construcción le permitirá convertirse en un sector más industrial y digital, no puede ser de otro modo. Las compañías que no estén abiertas al cambio, dispuestas a adaptarse y mejorar a nivel tecnológico estarán condenadas a desaparecer ya que, sin duda, la digitalización en general, y las herramientas para alcanzarla en particular, permitirán a la construcción experimentar una transformación paulatina en toda regla. Una metamorfosis que le impulsará a mantener en el largo plazo su estatus como uno de los sectores económicos clave para la contribución al crecimiento de nuestro país.

La industrialización como motor de cambio en el nuevo paradigma de la construcción

La industrialización en la construcción

La innovación en la construcción
La innovación en la construcción va estrechamente ligada a diferentes herramientas, sistemas y disciplinas que, de forma progresiva, están permitiendo al sector adoptar un nuevo rumbo en un contexto donde la digitalización y la sostenibilidad están adquiriendo cada vez un mayor protagonismo a lo largo de todo el ciclo constructivo.

Una de las máximas manifestaciones de ambos factores, que está haciendo saltar por los aires todos los parámetros hasta ahora establecidos y que se está convirtiendo en una tendencia cada vez más adoptada por los principales actores del mercado constructor-inmobiliario en nuestro país, es, sin duda alguna, la industrialización.

Offsite. En fábrica. Modular. En seco. Diferentes formas de denominar a la construcción industrializada, pero todas ellas igualmente válidas para referirse al sistema constructivo que dominará el futuro y que ha llegado para quedarse.

Y es que la edificación industrializada se presenta como motor de cambio, como una alternativa en el actual paradigma de la construcción. Aunque bien es cierto que aún quedan muchos años por delante de convivencia de este tipo de sistemas con los más tradicionales a pie de obra, lo que es innegable es que ha marcado un antes y un después, dando comienzo a una nueva era donde la rapidez, la rentabilidad, la flexibilidad, la sostenibilidad, la seguridad y los altos estándares de calidad han adquirido el protagonismo.

Una forma de entender mejor la construcción industrializada está en identificar los puntos en los que se diferencia del modelo más tradicional. En el sistema offsite se entiende la construcción de un edificio a partir de una serie de paneles prefabricados con un núcleo portante de hormigón armado para, una vez en obra, ensamblarlos entre sí y conformar el volumen arquitectónico a través de los diferentes espacios. Aquellos sistemas más avanzados, como los impulsados por Grupo Avintia, dan un paso más al ser paneles compuestos por una serie de capas que ya incorporan desde su etapa de fabricación las instalaciones o los acabados, así como las prestaciones térmicas y acústicas que cualificarán los espacios

Respecto a los plazos, la construcción industrializada permite una reducción de estos cercana al 30% respecto al sistema tradicional, teniendo en cuenta que los elementos que componen la vivienda se realizan en fábrica, limitando a pie de obra el ensamble de los distintos paneles, eliminando a su vez el tiempo de fraguado de obra o reduciendo el impacto que podrían tener las inclemencias meteorológicas durante la fabricación. Puntos que también inciden directamente en la seguridad durante la ejecución, ya que se reducen considerablemente los accidentes a pie de obra al realizarse la mayor parte del proceso constructivo en fábrica.

La flexibilidad también juega un papel importante ya que la industrialización permite una mayor adaptabilidad al diseño arquitectónico, dando lugar a proyectos únicos, exclusivos, totalmente personalizados y adaptables a las necesidades y particularidades de sus futuros propietarios.

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Asimismo, a nivel de negocio, la rentabilidad es mayor por varios factores. Por un lado, el empleo de tecnología BIM nos permite diseñar con una mayor precisión y hacer una trazabilidad completa del proyecto en su conjunto y de sus diferentes elementos en particular, con la consiguiente eliminación de posibles sobrecostes derivados de la improvisación y los márgenes de error. En líneas generales, podríamos decir que actualmente contamos con un marco tecnológico que hace unos años no existía, algo que debemos aprovechar para evolucionar el concepto de construcción tradicional.

Por último, pero no menos importante, destaca el compromiso con el entorno que tiene este tipo de construcciones al tratarse de una edificación más ecológica y menos agresiva con el medio ambiente que una construcción tradicional. Dado que se avecina 2020, el año a partir del que los edificios deberán tener un consumo casi nulo, pronto dedicaremos un post para tratar el reto que plantea la sostenibilidad en el sector de la construcción.

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