Categoría: Construcción

De Smart Home a Green Home: cambiar nuestros hogares para que sean emisores cero netos de carbono

De Smart Home a Green Home

Dotar de conectividad a nuestros hogares nos hace la vida mucho más fácil. Sin embargo, debemos pensar más allá del confort. Actualmente, los edificios residenciales tienen un gran impacto sobre el medioambiente: consumen el 25% del total de la energía eléctrica en España y son responsables del 34% de las emisiones de CO2. Tampoco ayuda el hecho de que, en España, el 80% de los edificios tiene más de 30 años (es decir, que tienen una baja o nula eficiencia energética).

A todo esto se suma que, en un futuro cercano, la carga de vehículos eléctricos y la electrificación de la calefacción harán que el consumo de electricidad de los consumidores se duplique para 2050. Si esta trayectoria sigue así, veremos nuestras facturas eléctricas dispararse un 70%, por no hablar de las emisiones de CO2. Y la paradoja es que, al mismo tiempo, tenemos ambiciosos y necesarios objetivos de sostenibilidad: la neutralidad climática deberá ser una realidad para 2050.

¿Es realista? Si, con la ayuda de la digitalización, y pasando de un enfoque Smart Homes a otro de Green Homes.

LA CLAVE EN LA VISIBILIDAD Y LA GESTIÓN

Los consumidores todavía entendemos muy poco cómo funcionan nuestros hogares. Recibimos una factura que nos dice cuánta energía hemos consumido, pero no sabemos cuándo, dónde, cómo… Así es imposible gestionar la energía de forma eficiente.

Las tecnologías inteligentes, en cambio, nos ofrecen la visibilidad necesaria para entender mejor nuestro consumo energético y ajustarlo en base a unos objetivos, alcanzando mayores eficiencias, lo que puede redundar en ahorros de hasta el 30%. Pero, para dotar de inteligencia a un edificio no basta con instalar sensores y recopilar datos: éstos deben convertirse en acciones tangibles para obtener su verdadero valor y para que, en cada momento, se consuma únicamente lo necesario y, así, acabar reduciendo a la mínima expresión las emisiones de CO2.

La clave en este sentido es realizar una gestión de la energía en nuestros hogares, a través de softwares y plataformas que conecten nuestros dispositivos inteligentes y nos permitan gestionarlos fácilmente. La tecnología necesaria para ello ya existe, gracias a dispositivos de fácil instalación y gestión, sin que sea necesario realizar grandes obras o inversiones, que permiten controlar y automatizar nuestras rutinas, anticipándose a las necesidades diarias y aprendiendo -y optimizando- de nuestros consumos, a través de una simple app.

Si además le sumamos Inteligencia Artificial (IA) y Machine Learning, conseguiremos viviendas emisoras cero neto de carbono, en tiempos relativamente breves. Quizás en menos de diez años. La IA aprenderá y anticipará cuándo, dónde y cuánta energía se requiere para iluminar, calentar y alimentar de manera eficiente los hogares. Podremos identificar la mejor fuente de energía para usar en cada momento para reducir costes.

Al ayudar a los consumidores a comprender y controlar mejor su energía, nos acercaremos cada vez más a un futuro de hogares Cero Netos, capaces de generar, gestionar, controlar, almacenar e incluso revender energía de manera no sólo inteligente, sino incluso autónoma.

NORMATIVA Y AYUDAS

Todo ello no sería posible, sin embargo, sin una firme apuesta desde las administraciones públicas (AAPP). Tanto desde la UE como desde el Gobierno español se han impulsados nuevas regulaciones orientadas en este sentido. El Green Deal de la UE, la Renovation Wave y la Energy Performance of Buildings Directive son algunos ejemplos, dando lugar a varias líneas de ayudas para que empresas y personas podamos avanzar en este camino.

Es el caso del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía española, que busca facilitar la recuperación económica del país tras la pandemia, pero siempre basándose en una modernización y un compromiso de sostenibilidad. Entre 2021 y 2023, el plan habilitará una inversión de 72.000 millones de euros.

Con la llegada de los Fondos Next Generation se espera que 6.820 millones de euros se destinen a proyectos de rehabilitación de edificios y viviendas para mejorar su eficiencia energética y reducir la huella de carbono del sector. Y si sumamos las cantidades correspondientes a las ayudas de los planes estatales, en los próximos dos años está previsto que se reciba un total de 72.000 millones de euros que ayudarán a mejorar la situación del parque de edificios, centrándose en la instalación de soluciones tecnológicas que garanticen la eficiencia energética.

Cabe destacar ayudas como las de los Programas PREE y MOVES (II y III). El Programa de Rehabilitación Energética de Edificios (PREE) regula las ayudas para la rehabilitación energética en edificios existentes. Ofrece ayudas directas para la mejora de la eficiencia energética de la envolvente térmica, de las instalaciones térmicas y de las instalaciones de iluminación. Por otro lado, el Programa de Incentivos a la Movilidad Eficiente y Sostenible (MOVES) busca promover la implantación de una movilidad eficiente y sostenible, entre ellas para la infraestructura de recarga de vehículos eléctricos en edificios.

Estamos ante una etapa de grandes cambios y de oportunidades, en la que como profesionales podemos contribuir a que la tecnología revierta en la sostenibilidad de nuestros hogares. La tecnología ya existe y las ayudas también. Ahora nos toca asumir nuestro rol para lograr un futuro sostenible y actuar en consecuencia.

 

Patricia Pimenta,
Vicepresidenta de Home & Distribution Iberia en Schneider Electric

Industrialización y sostenibilidad: Grandes palancas para la financiación

Construcción de viviendas

El sector inmobiliario nacional se encuentra ante uno de los mayores retos de su historia. Un cambio de modelo estructural que adecúe sus métodos más tradicionales de gestión y desarrollo a las necesidades actuales de la sociedad moderna.

Tras unos años duros, que han servido para afianzar el nivel de profesionalización en todos los ámbitos de la cadena, ha llegado el momento de dar el paso definitivo hacia la verdadera eficiencia y sostenibilidad de nuestro sistema. Y en respuesta a esto, la construcción industrializada emerge como uno de los puntales en los que construir esta nueva etapa y dar soluciones reales al impacto que la construcción tradicional tiene a muchos niveles.

La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, así como de los consumos energéticos, la optimización del empleo de materias primas o una menor generación de residuos de difícil valoración son sólo algunas de las muchas ventajas que ofrece este nuevo modelo. Además, tenemos la oportunidad de avanzar hacia un entorno mucho más digitalizado, controlado y eficiente.

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas vienen marcando la ruta a toda la industria desde hace años, permitiendo a las grandes y pequeñas compañías alinear sus estrategias corporativas a un modelo de crecimiento eficiente y provechoso. Los inversores, tanto nacionales como internacionales son ahora plenamente conscientes de ello exigiendo una planificación y políticas de acción que permita incrementar su valor como firmas fiables y comprometidas. En CULMIA, el alineamiento con los ODS nos brinda la oportunidad de orientar el modelo sostenible hacia un objetivo claro y medible.

No es de extrañar que durante y después de la pandemia, los retornos generados por los fondos de renta variable sostenible en países como Estados Unidos superaran a los obtenidos por los fondos tradicionales. Asociar la inversión sostenible a una caída del rendimiento es ya un concepto del pasado. El aumento del interés por las inversiones sostenibles es la señal inequívoca de la toma de conciencia de cada vez más empresas sobre la importancia de implementar prácticas basadas en los criterios ESG.

El sector inmobiliario no es ajeno a esta tendencia y debe trabajar teniendo presente que el objetivo último del concepto de sostenibilidad es satisfacer las necesidades de la generación actual sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras. Para ello, el desarrollo sostenible debe mantener el equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social. Los nuevos proyectos cuentan ya con un marcado perfil sostenible que son imprescindibles tanto para la búsqueda de financiación como para levantar el interés de los inversores.

COLABORACIÓN A TODOS LOS NIVELES

La Sociedad demanda, por tanto, un objetivo de Sostenibilidad claro. Nuestro sector es uno de los mayores generadores de emisiones de CO₂ (actualmente casi el 30% de emisiones globales) y consumidores de energía, por lo que todos los agentes deben dirigir sus pasos y procesos hacia ese objetivo de eficiencia. Los arquitectos e ingenieros diseñan edificios más eficientes desde el punto de vista de consumo energético, mediante elementos pasivos o activos de alta eficiencia. Los constructores e industriales ejecutan las obras tratando de disminuir consumos energéticos, huella de carbono y generación de residuos. Y no debemos olvidar a otro agente fundamental en la cadena, las entidades financieras. Son ellas las que permiten financiar los proyectos y la compra de las viviendas al cliente final y resultan fundamentales para acelerar el desarrollo sostenible de los futuros proyectos.

Para ser capaces de disminuir la huella de carbono, promoviendo la economía circular y la correcta gestión de residuos, diseñando y ejecutando edificios con alta eficiencia energética, así como mejorando las condiciones laborales del sector, resulta imprescindible tener claros los objetivos y pasos a seguir. Pero, sobre todo, es necesario ser eficiente en todos los procesos. En el sector promotor y constructor, el éxito para ser más eficientes pasa por una apuesta por la digitalización de los procesos y por su desarrollo desde un enfoque colaborativo entre proveedores, industriales, arquitectos, constructores y promotores bajo el paraguas de las técnicas de planificación Lean, que aseguran una minimización y eliminación de errores y defectos. No hay ninguna duda de que la fórmula para conseguir esto actualmente pasa por el desarrollo de un modelo de construcción industrializado.

COMPROMISO Y CONCIENCIACIÓN BANCARIA

Somos ya conscientes de que cada vez más, las entidades financieras y fondos de inversión, así como las administraciones públicas están valorando la ejecución de estos proyectos sostenibles que ayuden a disminuir las emisiones de CO2, el consumo de energía y los residuos. Es importante tener presente que se trata de una financiación que aplica a todos los niveles, tanto en la fase de construcción y desarrollo como en la fase de uso por parte del cliente final. Las hipotecas verdes, las que bonifican el interés, ofrecen tipos más bajos o eliminan la comisión de apertura si la vivienda es eficiente energéticamente, son ya una realidad en cualquier oficina bancaria. Las grandes entidades están cada vez más implicadas, lo que sin duda ayudará también a hacer evolucionar el negocio inmobiliario.

La forma de colaborar por parte de las entidades financieras en la sostenibilidad se basa en ofrecer mejores condiciones económicas en proyectos y/o viviendas que tengan una alta eficiencia energética, en comparación con el resto de los proyectos. La mayor parte exigen que el Certificado de Eficiencia Energética (CEE) alcance la calificación de A o B, lo que sin duda ha impulsado su desarrollo en toda la industria. De hecho, desde el 2015, en una apuesta clara por esta preocupación de la Sociedad, CULMIA mantiene como requisito de diseño que todos sus proyectos tengan una calificación A o B. Asimismo, y como un nuevo paso hacia un modelo realmente comprometido con la eficiencia y la sostenibilidad, venimos trabajando también en el desarrollo de nuestro propio Certificado de Vivienda Sostenible y Saludable, que contará con unos estándares definidos, y que esperamos poner en marcha en todas nuestras promociones durante los próximos meses.

Desde el punto de vista del cliente final, el modelo industrializado y sostenible no sólo ofrece ventajas desde el lado de la financiación, los consumos energéticos objetivamente menores en un momento en el que el precio de la electricidad viene marcando máximos históricos será también diferencial para avanzar durante los próximos años en esta materia.

Mención aparte merece también el sector público, que será uno de los principales dinamizadores de la construcción industrializada y los nuevos modelos sostenibles. La Administración conoce que sus recientes y próximos proyectos en materia de Built to Rent y la vivienda asequible deben tener ese componente de sostenibilidad aplicada en los edificios proyectados y construidos para asegurarse unas mejores condiciones de financiación y menor coste de mantenimiento futuro.

Finalmente, anotar que actualmente y en el corto plazo, los grandes inversores y financiadores vienen fijando sus intereses en aquellos parámetros que sean capaces de mejorar la eficiencia energética. Pero a medio plazo, tengamos presente que una vez estandarizado que todos los proyectos cuenten con un consumo energético casi nulo, los proyectos mejor bonificados serán aquellos que sean capaces de desarrollar una mejor economía circular, asegurando que se continúa disminuyendo la huella ecológica del sector a todos los niveles. La mayor reutilización de los materiales (actualmente sólo se alcanzan en Europa porcentajes del 20-30%) podrá ahorrar también una cantidad ingente de las emisiones de CO2 generadas.

 

Juan Manuel Borrás,

Director de Operaciones de CULMIA

Reducir las emisiones de CO₂ como responsabilidad corporativa

Responsabilidad corporativa

La responsabilidad corporativa de reducir las emisiones de CO2 y descarbonizar se ha convertido en un asunto fundamental para las empresas.

La responsabilidad corporativa de reducir las emisiones de CO2 y descarbonizar se ha convertido en un asunto fundamental para las empresas impulsada, además, por el importante objetivo de conseguir cero emisiones netas de CO2 para 2050. En 2025 el objetivo es haber reducido estas emisiones en un 30%, y para 2030 un 50% o más.

EL DESAFÍO DE LOGRAR LA NEUTRALIDAD DE CARBONO:

Dado que el aire acondicionado consume una gran cantidad de energía y emplea refrigerantes, reducir las emisiones de CO2 en este sector se convierte en un gran desafío cuya solución pasa por tres hitos principalmente: expandir el negocio de las bombas de calor aire-agua, incrementar la presencia de dispositivos inverter de ahorro de energía en los edificios y promover el uso de refrigerantes regenerados y de bajo PCA.

¿Cuáles son las acciones principales para conseguirlo?

    1. Reducción de emisiones de CO2 durante la fabricación (procesos de desarrollo / producción). Para reducir y controlar las emisiones de CO2 , HFC, PFC y otros contaminantes provocados por la energía en los procesos de desarrollo y producción en la fase de fabricación, es fundamental utilizar las materias primas de manera más eficiente, reutilizar y reciclar los desechos emitidos, utilizando, por ejemplo, envases retornables.
    2. Acelerar el cambio de los sistemas de calefacción de agua de tipo combustión a los de tipo bomba de calor. En Europa y Norteamérica es prioritario acelerar la conversión de las calderas de combustión a las bombas de calor aire-agua para reducir las emisiones. Los objetivos por regiones son: • Europa: lograr alcanzar el número uno de cuota de mercado en los principales países • Norteamérica: acelerar las ventas de la bomba de calor inverter
    3. Continuar promoviendo el cambio a R32 a nivel mundial. Se planea que la proporción de R32 para los aires acondicionados domésticos supere el 95% para 2025. También es necesario trabajar para construir un ciclo ecológico de refrigerante que realice la recuperación, reciclado y destrucción de refrigerantes, y promover el desarrollo de refrigerantes y equipos de nueva generación que utilicen refrigerantes de bajo PCA, lo que permitirá reducir las cargas en los equipos.
    4. Crear nuevas iniciativas comerciales relacionadas con el medio ambiente para la expansión del mercado y las contribuciones a la reducción de CO2. Dos ejemplos: • Ciudades inteligentes: incentivar proyectos de desarrollo urbano sostenible en todo el mundo. • Creación de energía: mejorar la línea de productos de generación de energía micro-hidroeléctrica.
    5. Desarrollo de tecnologías para lograr una sociedad neutra en carbono. Aunque se espera que el cambio a fuentes de energías renovables se acelere en todo el mundo, se dice que en 2050 seguirán existiendo fuentes de energía que emiten CO2, por eso, la investigación en tecnologías de vanguardia sobre descomposición, recuperación y reutilización de CO2 es fundamental. Ejemplos de proyectos específicos en esta línea:
    • Explorar tecnología para la separación, recuperación directa y reutilización de CO2 a temperatura ambiente.
    • Establecer una hipótesis para una sociedad con cero emisiones netas de CO2.

ECONOMÍA CIRCULAR

Para reducir las emisiones de gases nocivos para el medioambiente, también es esencial utilizar los recursos de la manera más eficiente posible durante los procesos de desarrollo y producción. Por ejemplo, Daikin lleva a cabo la iniciativa 3R & Repair con la que pretende aplicar la conocida regla de ‘reducir, reutilizar y reciclar’, además de ‘reparar’, al desarrollo y diseño de producto, así como en los materiales de embalaje.

    • Reducir: Hacer los productos más pequeños y ligeros sin sacrificar la eficiencia energética hace que se utilicen menos recursos. Por ejemplo, Daikin redujo el peso de EcoZEAS, en la serie SkyAir para oficinas pequeñas en un 10 – 15% respecto al modelo convencional con la adopción de un nuevo compresor inverter oscilante.
    • Reutilizar: aprovechar componentes que ya no se utilizan y darles una segunda vida. Por ejemplo, en las piezas que han sido reemplazadas y que contienen múltiples componentes, como placas de circuito impreso, se puede reparar cualquier mal funcionamiento o reemplazar los componentes desgastados para poder utilizarlos como repuesto en otros productos, tras pasar las pruebas de calidad que aseguren el buen funcionamiento.
    • Reciclar: desarrollar y diseñar productos en los que es fácil separar las piezas para reciclarlas correctamente, así como utilizar plásticos reciclados como materiales de construcción de dichos productos. En 2019, por ejemplo, se elimina la superficie pintada de las piezas de plástico de la unidad interior Stylish Flow de la serie de SkyAir para tiendas y oficinas pequeñas, aumentando así la tasa de reciclaje.
    • Reparar: hacer que los productos aumenten su vida útil para emplear menos recursos. Con este fin, Daikin ha fortalecido su sistema de reparación estableciendo puntos de servicio repartidos por toda la geografía para atender las solicitudes de los clientes y responder a sus preguntas y consultas relacionadas con los productos.

Para reducir el impacto medioambiental en su conjunto, no solo es necesario considerar las emisiones de CO2 de los refrigerantes, sino la eficiencia total del sistema. Para ofrecer la mejor eficiencia estacional, es importante contar con tecnologías que permitan ahorrar energía con temperatura de refrigerante variable, con la tecnología Inverter, la tecnología de recuperación de calor, los filtros que se limpian por sí solos para maximizar el confort o la eficiencia en todo momento o las plataformas de monitorización que permiten el uso inteligente de la gestión de edificios para hacer seguimiento constante del consumo energético y evitar el derroche de energía al mismo tiempo que se mejora el mantenimiento para garantizar una larga vida útil.

LOS PRIMEROS PASOS HACIA UN FUTURO MÁS VERDE:

Siguiendo estas bases, se consiguen resultados medibles a corto plazo que marcan el camino hacia un futuro más sostenible, como muestran los siguientes hitos de Daikin en 2019:

    • Reducción de 68 millones de toneladas de CO₂ durante el ejercicio de 2019 gracias a la creación de productos conscientes con el medio ambiente.
    • Reducción de un 76% el ratio de emisiones de gases de efecto invernadero durante la fabricación de productos, lo que equivale a 1,28 millones de toneladas de CO2.
    • Aumento en un 97% las ventas de aire acondicionado con tecnología inverter y con refrigerantes de menor potencial de calentamiento global.
    • 39 fábricas del grupo Daikin certificadas con el título Green Heart Factories.
    • Realización de actividades para la preservación de los bosques junto a organizaciones locales e internacionales que equivalen a la reducción de 7 millones de toneladas de CO₂.

 

Jesús María Martínez Bautista,

Manager de Consulting Sales & Key Accounts Daikin

La industrialización se vuelve imprescindible en el proceso constructivo: un futuro con racionalidad, economía, tecnológicamente avanzado y de consumo energético casi nulo

Industrialización en el proceso constructivo

En la industrialización de la edificación, por primera vez en su historia, existe una evolución que añade a la aportación tecnológica la no menos fundamental aportación metodológica.

Un proceso innovador en la construcción que se lleva a cabo por la totalidad de los diferentes partícipes, con un sentido práctico en busca de eficacia, seguridad, flexibilidad y sostenibilidad. Todos participan, todos se involucran, todos son imprescindibles.

Como ya aventuraron los profesores A. del Águila y J. Monjo, “…al fin hay un acercamiento de la industria a la arquitectura, a las necesidades reales de vivienda que la sociedad requiere, a aprovechar al máximo las tecnologías actuales dando preferencia a aquellas que precisen un menor gasto energético y de materias primas; y a posibilitar viviendas de coste contenido, sostenibles, y de mínima incidencia en la huella de carbono…”. Ha llegado el momento de garantizar que un sistema industrializado en nada tiene que ver con la “monotonía”, con la “pesadez arquitectónica” ni con la ausencia de una “plástica belleza”. Si un reloj, un coche o un traje alcanzan el pedestal del lujo y de lo bello, y se fabrican, asimismo, por procedimientos industrializados en serie, ¿por qué no va a merecer la misma consideración la arquitectura…?

No debemos confundir los procesos de industrialización con el concepto de prefabricación. Los elementos prefabricados son productos de construcción muy elaborados y completos, capaces de una puesta en obra rápida y simple, y mayoritariamente pensados para su ensamblaje y ajuste sin apenas operaciones de transformación. La industrialización es el campo de procedimientos y procesos que con la innovación tecnológica permiten acometer series mediante elementos compatibles, manteniendo la variedad necesaria para satisfacer diseños arquitectónicos diversos, que garanticen una riqueza expresiva y formal dentro de la racionalidad constructiva y de una notable economía de costes… Se entiende por industrialización, según el RIBA, “… la organización que aplica los mejores métodos y tecnologías al proceso integral de la demanda, diseño y fabricación, constituyendo en el ámbito de la edificación un estado de desarrollo de la producción que conlleva una mentalidad nueva y diferente…”.

El proceso de fabricar en factoría y montar en obra los componentes arquitectónicos contempla dos modelos distintos: el denominado “de prefabricación cerrada”, basado en sistemas completos que cierran el circulo en si mismo, pero con ciertas limitaciones en la “variedad” y en la “imagen”; y el denominado “de prefabricación abierta” o por componentes, que permite utilizar diversos elementos en torno a un montaje diferente en cada caso, más versátil, y con mayores posibilidades formales. Al primero se le denomina también “prefabricación por el método de modelos” y al segundo “prefabricación por el método de elementos”. Si bien, los dos son de sumo interés en el proceso constructivo de futuro, qué duda cabe que el método de elementos ofrece un campo de posibilidades mayor, y abre un camino hacia la diversidad arquitectónica con el mismo compromiso de economía, racionalidad y vanguardia que representan los procesos industriales donde pueden intercambiarse elementos para configurar un producto final diferente, en respuesta a las necesidades y a las aspiraciones que en cada caso se establezcan.

Los procesos industriales pues, que permiten prefabricar elementos para ensamblarlos después en la consecución de un producto final aplicados a la construcción, permitirán nuevos objetivos medioambientales con una evaluación minuciosa de sus economías, eficacias y resultados, de tal forma que, como bien señala el Profesor F. Mangado, esta industrialización de la construcción “…ha de inscribirse en el concepto más amplio de economía circular, habrá de adentrarse en el manejo de técnicas robóticas y de inteligencia artificial, exigirá una formación específica de técnicos y trabajadores y, sin duda, requerirá una ambiciosa transformación en las escuelas de arquitectura mediante el refuerzo del modelo politécnico, hoy muy diluido…”. La industrialización ha de ser un sinónimo de mejora arquitectónica; no puede suponer ni la disminución de la excelencia ni el menoscabo de las posibilidades creativas del arquitecto, y debe garantizar un alto componente social; con ahorro de costes que deberán trasladarse al usuario final, con mejoras notables en eficacia de los nuevos tipos de vivienda y, por supuesto, con una destacada orientación hacia el ahorro energético, la sostenibilidad ambiental, la reducción de la huella de carbono y la seguridad de los trabajadores toda vez que en factoría, donde se prefabrican los componentes se eliminan riesgos laborales, se mejora la calidad del producto, se controla al detalle su elaboración y se garantiza la precisión para su montaje final, sin sorpresas… El modo de enfocar el control de calidad en la industrialización de la construcción es a través de documento de idoneidad técnica (“DIT”) en un modelo de “jurisprudencia de la idoneidad”, cuyo fin final es el conseguir el máximo rigor científico y técnico como garantía última de un “producto bien hecho”.

Todo esto, obligatoriamente, pasa por establecer como condición previa, una Coordinación Modular y Dimensional dentro del factor de la racionalización que fije y relacione dimensiones, que establezca grados de compatibilidad y que garantice la normalización seriada capaz de permitir su puesta en obra, proporcionando la intercambiabilidad de componentes y fijando con precisión las tolerancias que habrán de permitirse. Es decir, como resulta prácticamente imposible lograr la total exactitud dimensional, es necesario fijar un sistema de tolerancias, ajustado y práctico, capaz de facilitar la intercambiabilidad de los componentes y su compatibilidad y ajuste, no solo en el proceso de fabricación, sino también en el de posición y montaje.

Desde la arquitectura griega, ya se contemplaban unidades de medida (entonces con el doble valor, estético y práctico), que buscaban la armonía y regular las proporciones de las dimensiones de cada edificio; con múltiples y notables referencias en todas las culturas (las proporciones utilizadas en la cultura egipcia, las dimensiones en la construcción oriental, las dimensiones en la construcción china, las proporciones de la tradición japonesa…), siendo de todos conocidas las proporciones aventuradas por Leonardo en su “sección aurea o divina proporción”, por Kepler, por Renard, por Neufert, …, o por el propio Le Corbusier en su Modulor. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, la Agencia Europea de Productividad (AEP) y el Grupo Internacional Modular (IMG) emprendieron de una manera formal y sistemática la búsqueda de un módulo base que, expresándose por un número entero, pudiera ser fácilmente utilizable por todos los países. El módulo básico se fijó en 10cms y se representa por la letra “M”, siendo el multi – modulo básico el de 3M y sobre él, son de muy fácil utilización los multimodulos 3M – 6M – 12M – 62M – 72M… Con esta estructura modular se mueven hoy todos los países occidentales y queda consensuada su versatilidad, su funcionalidad, y su conectividad… En definitiva, previo a los procesos de prefabricación en sistemas industrializados de construcción se encuentra la coordinación dimensional como base para conseguir productos seriables, intercambiables y conexos.

Este nuevo “modo de hacer” permite producir edificios más sostenibles, facilita el control para que sus materiales y sus procesos tengan un consumo energético casi nulo y se orientan para garantizar la descarbonización del sector de la construcción en el horizonte próximo del 2050. La construcción industrializada, con un proceso integrado sobre metodología BIM, permite el control de factores como eficiencia energética, emisiones, sostenibilidad ambiental e incluso medir y controlar la huella de carbono de un edificio desde el propio anteproyecto.

 

Julio Touza,

Arquitecto

Economía circular de la A a la Z en un proceso productivo de pavimentos

Proceso productivo de pavimentos

Cuando hace más de 400 años, en la llanura castellana, un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor, confundía los grandes pero humildes molinos de cereal con seres gigantes, no iba del todo desencaminado. Y es que hoy, en el siglo XXI, estos molinos, transformados en modernos aerogeneradores nos permiten conseguir avances en el campo de las energías renovables que ni dioses como Eolo hubiera imaginado en esos tiempos. Son así, auténticos gigantes de la energía.

Y es que aquello que hace 40 ó 50 años era sólo una quimera, se ha convertido en los últimos tiempos en paisaje cotidiano. Y las expectativas a este respecto son cada vez mayores ya que de forma continuada se insta a los gobiernos al uso de energías renovables en campos como las manufacturas o el transporte.

Sostenibilidad en los procesos productivos

En las industrias relacionadas con el mundo de la construcción llevamos años, por no decir décadas, dando una importancia creciente a la sostenibilidad desde diversos aspectos, y uno de ellos, y no menor, es el de la gestión de la energía. Al considerar el impacto que un determinado material causa en el medio ambiente no sólo se deben considerar los residuos o su efecto directo en la calidad del aire para los usuarios, sino que es imprescindible tener en cuenta el impacto en la gestión de recursos en todo el ciclo de vida, desde su diseño, hasta el fin de su vida útil.

Cada vez son más los sellos medioambientales (LEED, Breeam…) que solicitan una Ficha de Declaración Ambiental y Sanitaria (FDES) que, entre otra información, evalúa el impacto de carbono en cada etapa de la vida del producto. Esta política permite que los ingenieros de las empresas fabricantes puedan establecer objetivos de diseño ecológico pertinentes y que los usuarios finales puedan evaluar el impacto medioambiental de los diferentes productos de construcción.

Otra acción importante que tiene que ver con la producción y la minimización de la huella de carbono consiste en la producción lo más local y próxima al usuario. Este es un aspecto que también se contempla en las certificaciones medioambientales y que los fabricantes nos preocupamos en cumplir para tener una visión más próxima de los mercados.

Gestión de la energía y certificaciones

Los centros de producción de nueva generación se diseñan, ya desde su concepción, en forma totalmente ecológica, lo que se refleja en la eficiencia energética y en el tratamiento intensivo de materiales reciclados. Un ejemplo es el empleado por Gerflor en su nuevo centro de producción en St. Paul- Trois-Chateaux para el cual, gracias al empleo de un proceso basado en la gravedad, se ahorra un 30% de energía por m2, en comparación con los estándares habituales en la industria.

Es importante que los centros donde se van a producir materiales empleados en construcción industrializada tengan, como mínimo, las siguientes certificaciones:

ISO 9001 (Calidad)

ISO 14001 (Gestión Medioambiental)

ISO 50001 (Gestión de la Energía)

Y también es importante que se pueda certificar, en aras a la responsabilidad social de las empresas, otras certificaciones como la OHSAS 18001 o ISO 45001 para las que se tienen en cuenta los aspectos relativos a la seguridad de los empleados y la salud ocupacional.

Los modernos métodos de fabricación exigen un bajo impacto medioambiental. Materiales como el vinilo pueden procesarse a bajas temperaturas, por lo que la energía necesaria para su producción es relativamente baja en comparación con otros materiales como el metal, el vidrio o la cerámica.

En los últimos años, las empresas hemos venido renovando y modernizando los sistemas de tratamiento de gases de combustión para garantizar un impacto mínimo.

Cada nuevo proyecto industrial debe incorporar también objetivos de mejora del rendimiento acústico que cuenten con las tecnologías más recientes de reducción de ruido. Toda la electricidad usada por los centros de producción debe tender al uso de energías renovables, en particular eólica o de paneles solares.

Es importante encontrar la energía para consumir menos. En los próximos años los sistemas de calefacción y refrigeración industrial de nuestros centros de producción deben ser sustituidos por sistemas de mayor eficiencia energética. El diseño de las nuevas líneas de producción y la reingeniería de los recursos existentes deben permitirnos reducir el consumo de energía mediante la incorporación de las mejores tecnologías existentes. Con estos métodos puede reducirse el consumo de energía hasta en un 30%.

Se debe controlar también la energía consumida por nuestros transportes. Los antiguos vehículos utilizados para la manipulación de remolques en los recintos fabriles deberían ser sustituidos por tractores eléctricos. Con esta medida se contribuye significativamente a la reducción de emisiones de CO2 en los centros de producción.

Gestión de recursos

También es importante la reducción del consumo de agua que puede conseguirse sobre todo mediante sistemas de refrigeración de circuito cerrado.

Se puede producir al tiempo que se reduce la huella de carbono

En Gerflor, el 57% de los componentes de los pavimentos que diseñamos provienen de fuentes inagotables de origen mineral o bien reciclados. Casi el 60% del vinilo se compone de cloro, que – como la mayor parte de la sal de mesa que utilizamos a diario- se extrae de la sal de roca, y de carbonato cálcico (componente del yeso y de la tiza). Estos materiales están disponibles en grandes cantidades y no están sujetos al agotamiento de recursos.

Es importante aumentar la media de contenido reciclado en los productos de construcción

Los pavimentos y revestimientos murales de vinilo contienen una media del 25% de materiales reciclados. La incorporación de materiales reciclados no debe afectar a la calidad y al rendimiento del producto final. En muchos casos algunos de los productos más técnicos pueden contener más de un 50% de materiales reciclados. Todo el contenido reciclado debe cumplir con la normativa europea REACH.

REACH (Registro, Evaluación, autorización y Restricción de Sustancias Químicas) es un reglamento europeo que enumera las sustancias químicas con posible impacto. La lista está gestionada por la ECHA (Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas)

Esta normativa establece que los materiales adheridos a la misma se fabrican

    • Sin metales pesados
    • Sin formaldehidos
    • Sin tintas en base a disolventes
    • Sin PCP (pentaclorofenol)
    • Sin contenido CMR (carcinogénico, mutagénico, reprotóxico)
    • Sin otras sustancias prohibidas por REACH

Upcycling

Consiste en la reutilización de materiales al final de su vida útil para crear productos de mayor calidad o un valor añadido superior al del material original. Un ejemplo de materiales de construcción lo tenemos en el uso de antiguas botellas PET (de las utilizadas para el agua mineral) para convertirlas en fibras textiles que pueden utilizarse como soporte de algunos pavimentos vinílicos. Por cada 4 botellas de PET puede obtenerse 1 m2 de fibra textil.

Conclusión

Hemos visto algunos ejemplos de lo que debería ser una directiva en los procesos de producción para hacerlos así más sostenibles. Todo esto coordinado con un correcto ecodiseño, la adecuada selección de las materias primas, una concepción de producto centrada en la sostenibilidad del usuario y en un enfoque de negocio con una alta calificación en sostenibilidad hacen de la construcción industrializada una opción de futuro para la edificación residencial.

Y así, aquellos molinos de nuestro ingenioso hidalgo nos han ayudado a establecer pasos de gigante en la sostenibilidad de nuestros productos. Aquellos molinos son ahora aerogeneradores que nos ayudan a utilizar energías limpias que son uno de los soportes de los procesos productivos sostenibles.

 

Juan Forniés

Director Técnico en Gerflor Iberia

De la cuna a la tumba: la importancia del Análisis de Ciclo de Vida del ascensor para la sostenibilidad del edificio y su entorno

Sostenibilidad en la construcción

En el Informe anual sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, hace hincapié en que las decisiones y acciones que se tomen a corto plazo determinarán la capacidad de reducir a la mitad las emisiones globales para 2030 y así alcanzar el cero neto para 2050.

El Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas indica que los edificios son el origen de casi la mitad de todo el uso global de energía, produciendo el 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero, y consumiendo el 25% de toda el agua potable. Asimismo, son responsables del 20% de todos los residuos sólidos producidos en los países desarrollados. En el ecosistema de la edificación, los sistemas de elevación y medios de transporte vertical en general, representan entre el 3-8% del consumo energético de los edificios en los que se integran. De ahí que los ascensores pueden -a través del establecimiento de medidas para mejorar su eficiencia energética-, contribuir a disminuir las emisiones de CO2 en el medioambiente.

En un escenario como el que acabamos de describir, conceptos y metodologías como el Análisis de Ciclo de Vida de producto, adquieren cada vez más relevancia, ya que permiten medir y mejorar el impacto ambiental de un elemento como los ascensores, con el foco siempre puesto en contribuir a un modelo de edificación más sostenible.

Análisis del ciclo de vida

Hasta hace pocos años, el concepto de Análisis de Ciclo de Vida no estaba integrado en los procesos productivos. La industrialización empezaba y acababa en las puertas de cada una de las industrias/empresas. Sin embargo, hoy en día, las políticas ambientales adoptadas por los Estados miembros nos obligan a mirar mucho más allá del perímetro de cada una de las fábricas en las que trabajamos.

El Análisis de Ciclo de Vida del ascensor, como elemento integrado en un edificio, permite la identificación de los principales impactos ambientales que le afectan (vertidos, residuos, emisiones a la atmósfera, consumos de materias primas y de energía), considerando-a su vez- todas las etapas de su ciclo de vida; desde su origen, es decir, la extracción y procesado de las materias primas, pasando por su producción/transformación, transporte y distribución, y continuando hasta el uso, mantenimiento, reutilización, reciclado y disposición en vertedero al final de su vida útil.

Del Análisis de Ciclo de Vida del ascensor se desprende que las fases de mayor impacto ambiental se encuentran relacionadas con las materias primas y con la propia utilización del ascensor.

Durante la fase de utilización del ascensor, y de un modo específico en su consumo energético, influyen un gran número de factores, tales como la capacidad del aparato, su velocidad, el peso de la cabina, la frecuencia de su uso, etc.

La norma de referencia para medir la eficiencia energética de ascensores es la ISO 25745. Dicha norma define 7 clases de consumo, que van desde la A hasta la G en relación al desempeño energético del ascensor, siendo el A el sistema más eficiente. Son dos datos fundamentales a la hora de determinar la clase de consumo de un ascensor: la energía utilizada para un trayecto de referencia y la energía requerida en el modo stand-by. A partir de ahí, el resultado final de la clasificación dependerá del tipo de edificio en el que se integre, el recorrido que realice el aparato en cuestión, y su frecuencia de utilización y carga.

En conclusión, la instalación de ascensores con una clasificación energética A, garantiza un consumo energético eficiente y por tanto contribuye a la sostenibilidad del edificio y su entorno.

Declaración ambiental de producto (EDP) – Materias primas

Entrando en materia relativa al impacto ambiental generado por la gestión de las materias primas, la Declaración Ambiental de Producto (EPD) es la herramienta que nos permite identificar -entre otras- las características asociadas a las materias primas utilizadas en la elaboración de un producto. Dicho análisis incluye datos de proveedores que dan como resultado un cálculo de toneladas equivalente de CO2.

Por tanto la Declaración Ambiental de Producto es el documento que informa de manera objetiva sobre el impacto ambiental asociado a un determinado material o producto, en este caso, la construcción de un ascensor. De esta manera, la EPD cuenta con registros de todas las materias primas utilizadas en el proceso de elaboración/transformación del aparato, sus componentes, peso, proveedor, tipo de transporte, etc. que son en definitiva la base para la definición y establecimiento de criterios ambientales de compra.

En otro orden de cosas, otro factor que nos ayuda a establecer criterios ambientales de compra dentro de la política de compras de la organización, es el modelo de Economía Circular, así como el proyecto de Compra Verde Privada. De este modo, simples actuaciones como la exigencia de etiquetas ecológicas en los productos químicos utilizados, el uso de materiales reciclados, la utilización de las mejores técnicas disponibles, la eficiencia energética en dispositivos eléctricos y electrónicos, la garantía de origen y trazabilidad en envases y embalajes de madera y cartón, la carencia de sustancias SVHC (Substances of Very High Concern) en las materias primas adquiridas y un largo etcétera, son actuaciones que permiten reducir significativamente el impacto ambiental de todo el proceso de compra.

Sumado a todo ello y circunscrito al ámbito de la edificación, es común que para la obtención de sellos ambientales como LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) o BREEAM (Building Research Establishment Environmental Methodology), se pueda demostrar el potencial de reducción del impacto sobre el medio ambiente mediante una EPD de un ascensor. En el caso de que la instalación cumpla con los requisitos establecidos por el sello ambiental, esto es bonificado mediante la obtención de puntos para alcanzar el nivel de certificación final de todo el edificio.

De la cuna a la tumba: la importancia del análisis del ciclo de vida del ascensor para la sostenibilidad del edificio y su entorno

A lo largo de este artículo se ha incidido sobre las fases de uso y compra de materia prima del ascensor, ambas claves para la reducción del consumo energético e impacto ambiental.

No obstante, el Análisis de Ciclo de Vida de un producto – desde la cuna hasta la tumba- examina todas las etapas del ciclo de vida del producto desde la obtención de las materias primas hasta la gestión de los residuos al finalizar su vida útil. Solamente desde esta premisa, implantando una metodología que abarque el proceso en su totalidad, seremos capaces de reducir con un mayor alcance el impacto medioambiental del edificio y su entorno.

Bajo el prisma del concepto integrador de la sostenibilidad, cohabitan junto con el cuidado del medio ambiente, elementos como la búsqueda del necesario equilibrio entre el crecimiento económico y el bienestar social, con el objetivo final de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer a las generaciones futuras.

Trabajando desde hoy, trazamos y aportamos una estrategia de futuro en el que los edificios y todo lo que engloba a estos, jugarán más que nunca un rol fundamental en el objetivo compartido de crear un mundo más equilibrado, justo y sostenible.

 

Jon Ander Santos,

Técnico de gestión ambiental, Orona

Net zero en la construcción: un factor de cambio ineludible

Net Zero en la construcción

“La emergencia climática es una carrera que estamos perdiendo, pero es una carrera que podemos ganar. La crisis climática está causada por nosotros y las soluciones deben venir de nosotros. Tenemos las herramientas: la tecnología está de nuestro lado”.

Con estas palabras, Antonio Guterres, secretario general de la ONU, dio apertura a la Cumbre de Acción Climática celebrada en Nueva York en septiembre de 2019. Debemos pasar de ser causantes del problema a ser parte de la solución, la fórmula parece ser sencilla, no obstante, requiere de la unión de esfuerzos, conocimientos y experiencia, pero sobre todo del compromiso y colaboración de todos los sectores de la economía y de la sociedad, acompañados de políticas y normativas claras, de forma que sea posible generar soluciones, traccionar y vertebrar el cambio para alcanzar cero emisiones netas de carbono, lo que la comunidad internacional ha venido llamando ‘Net Zero’.

El cambio climático, un reto para abordar desde una perspectiva “glocal”. La adopción de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París en el 2015, marcan un punto de inflexión global, en el que por primera vez en la historia de la humanidad se ha conseguido un acuerdo a nivel mundial para actuar de forma definitiva ante dos de los desafíos más importantes de este siglo: lograr el desarrollo sostenible y abordar el problema del cambio climático, la mayor amenaza medioambiental para la vida del planeta Tierra.

¿Por qué el término glocal? “El concepto Glocal en su acepción económica se define como el comportamiento de la unidad económica, individual o colectiva, que se muestra proactiva a planteamientos globales que implican una acción consecuente a nivel local. Su expresión práctica se centra en la adaptación y toma en consideración por parte de las empresas de las particularidades de cada territorio para desarrollar las estrategias de producción y consumo más proclives y ajustados a los usos y costumbres de la demanda local” (Garoz López, 2016). Sin ir más lejos, y asociando la exposición anterior al problema que nos atañe, esta definición se corresponde de forma directa con el conjunto de acciones que estamos desarrollando y ejecutando a nivel país, provincia, comunidad autónoma, empresa, sociedad y persona, gestionando, fortaleciendo y favoreciendo capacidades internas “locales” para abordar un problema global como lo es el cambio climático. A nivel de empresa, solo será posible lograrlo a través de la creación de ecosistemas de innovación abierta y la colaboración entre todos los agentes involucrados en la cadena de valor del negocio, de forma que el proceso de diseño, desarrollo e implantación de soluciones permita fomentar nuevos esquemas de pensamiento, integrar nuevas metodologías y vertebrar el cambio de forma orgánica a través de la gestión e intercambio del conocimiento.

Ahora bien, centrando la atención en el sector construcción, tanto en obra nueva como en rehabilitación, como bien es sabido, representa casi el 40% de todas las emisiones de carbono relacionadas con la energía en el mundo, lo que nos convierte en el sector con mayor impacto en este ámbito. De igual forma, también es importante reconocer que es posible reducir las emisiones de CO2 al tiempo que promovemos el crecimiento de la compañía y, como contrapartida, sobre las personas y el planeta, potenciando el triple impacto positivo: económico, social y medioambiental. Pero, para ello, se requiere avanzar más allá del enfoque tradicional hacia una nueva visión, progresar hacia la industrialización del sector y la creación de edificios más sostenibles. En adición a lo anterior, cabe destacar que los cambios constantes en el entorno y el aumento de los desastres ambientales dificultan la concepción de que la misma naturaleza sea capaz de guiarnos en la transición hacia el net zero (Kaya Axelsson, 2021), por lo que será necesario un trabajo proactivo intersectorial, científico de investigación e innovación, que facilite la definición del camino y consecución de los objetivos.

El sector de la construcción es un sector muy heterogéneo que depende de una gran cantidad de materiales, cada uno de ellos con cadenas de suministros largas y complejas (WorldGBC, 2019), por lo que lograr una cadena de valor eficientemente conectada que consiga reducir las emisiones a través de todo el ciclo de vida del producto y que permita obtener como resultado una edificación de calidad, rentable para el promotor y asequible para el inquilino, ha sido uno de los retos más importantes y la misión principal de ÁVIT-A. Nuestro primer paso en el proyecto ha sido crear un espacio de innovación abierto y colaborativo que integra un conjunto de grandes empresas multisectoriales de reconocimiento internacional, que han desarrollado y continúan desarrollando un trabajo coordinado y en conjunto con nuestros equipos, con el objetivo de adaptar, diseñar y estandarizar soluciones para facilitar la transición hacia el net zero.

Como segundo paso y uno de los más importantes, hemos definido ÁVIT-A System como nuestra base para desarrollar la metodología, estandarizar métricas e implementar un sistema de gestión y control en toda la cadena de valor para lograr nuestros objetivos hacia el net zero. Hemos comenzado por la evaluación de la eficiencia energética del edificio diseñado bajo el sistema constructivo de ÁVIT-A System que integra las soluciones relativas a materiales, instalaciones y buenas prácticas técnicas desarrolladas por nuestro ecosistema de partners y nuestros equipos de trabajo. Gracias a ello, hemos conseguido unos valores de mejora muy altos por mayor aislamiento, estanqueidad e inercia térmica respecto de una construcción tradicional.

Ahora bien, para que todo lo anterior tenga sentido, es necesario recuperar el valor del dato y de la información a lo largo de todo el proceso, así como de la ciencia aplicada en las metodologías de cálculo, interpretación y reporting de la información para otorgar la rigurosidad y transparencia pertinentes, partiendo desde el modelo BIM del proyecto. De esta manera, el siguiente paso será establecer los objetivos específicos hacia el NET ZERO de cada uno de los productos de ÁVIT-A, definir e implantar el sistema de seguimiento y control, procesos y procedimientos e incluir estos en la plataforma tecnológica de la construcción industrializada, ÁVIT-A Nexus. Asimismo, será imprescindible la adecuación de la estructura de la organización y desarrollo de las capacidades internas para acometer con éxito los objetivos planteados, teniendo como objetivo final integrar el sistema global de la construcción industrializada como el catalizador del sector hacía el net zero.

 

Diana Carolina Flores

Responsable de Sostenibilidad, Grupo Avintia

Economía circular y ética: reflexiones de un nuevo paradigma

Economía circular y ética

Tenemos un único planeta, del cual la humanidad se va abasteciendo.

Érase una vez un rey en su castillo, que vivía en un mundo maravilloso, lleno de vida, montañas, ríos y animales. Todo el mundo era feliz y se vivía en armonía con el entorno.

El rey, para conseguir el “progreso”de su pueblo, comenzó a diseñar procesos con el objetivo de que los habitantes de su reino tuvieran acceso a mayor cantidad de productos, recursos y una vida mejor. La gente comenzó a comprar estos nuevos productos y servicios, pero cada vez los querían con mayor inmediatez, lo que generó tensiones en el reino. El rey no era capaz de atender las demandas de sus habitantes, pero, entonces, descubrió el petróleo como una fuente de energía que le permitía alcanzar mayor productividad y crecer cada vez más y más. Comenzó a construir grandes autopistas e infraestructuras para que estos productos cada vez se pudieran entregar más rápido.

El planeta le ofrecía todo lo que necesitaba para ese crecimiento rápido, no había límites y la gente de las poblaciones pequeñas comenzó a viajar y asentarse en este nuevo reino donde todo se podía tener…

La historia de una economía depredadora en energía y recursos comienza de esta manera. Todos somos habitantes de ese reino desde hace muchos años (probablemente desde la era industrial), pero hoy los indicios indican que, o cambiamos nuestra forma de utilizar los recursos, o llegaremos al colapso de la humanidad. Es por esto por lo que la sostenibilidad está hoy en boca de todos. Este término puede resultar muy ambiguo ya que engloba multitud de aspectos como, por ejemplo, las emisiones de gases de efecto invernadero, los residuos, los vertidos, el consumo de recursos, la eficiencia energética, el cambio climático, la economía circular, la pobreza energética… Hoy todo ha de ser sostenible y todo el mundo se apunta a la moda. Pero el que todo el mundo hable de sostenibilidad obliga necesariamente a los mercados, fabricantes, diseñadores y legisladores a integrar estos conceptos en sus desarrollos.

Hoy vivimos en una economía líneal de producir, usar y tirar, pero el paradigma de este modelo está llegando a su fin y debemos abordar un modelo conocido como economía circular que no es más que un modelo basado en reducir, reusar y reciclar.

Para entender bien la esencia del concepto de economía circular tenemos que tener claro que cada año el planeta produce una serie de recursos que la humanidad va consumiendo (agua, energía, materias primas, etc). Tenemos un único planeta, del cual la humanidad se va abasteciendo. El 29 de julio de 2021, la humanidad consumió todos los recursos que el planeta es capaz de producir durante el total del año. Este fenómeno, calculado por la organización internacional sin ánimo de lucro Global Footprint Network (GFN), significa que, durante este año, la humanidad consumirá el equivalente a 1,7 planetas de media. Por lo tanto, el balance total demuestra que la humanidad está en números rojos y tiene en su cuenta lo que se conoce como “deuda ecológica”, que se hace patente en la pérdida de biodiversidad y la presencia de fenómenos meteorológicos cada vez más potentes y más frecuentes.

Esta deuda ecológica se mantiene en España al menos desde 1961, año en el que Naciones Unidas empezó a recopilar esta serie de datos, y no se ha reducido desde entonces.

Todo lo anterior nos debería llevar a reflexionar. En los países desarrollados vivimos en una sociedad cada vez más globalizada, en la que durante los últimos años se ha primado la cultura del consumo de bienes y objetos con un crecimiento exponencial. Pero… ¿es ético relacionar economía, crecimiento y sostenibilidad?

Según expresa la Agencia Europea del Medio Ambiente, en su publicación “Growth without economic growth”, el crecimiento económico, tal y como lo entendemos hoy en día, está vinculado al aumento de la producción, el consumo y el uso de recursos y tiene efectos perjudiciales para el medioambiente y la salud humana. Es poco probable que pueda lograrse una disociación absoluta y duradera del crecimiento económico y las presiones e impactos medioambientales a escala mundial, por lo que las sociedades deben replantearse qué se entiende por crecimiento y progreso y su significado para la sostenibilidad global.

Incluso si en los países desarrollados consiguiéramos implementar sistemas de economía circular que nos permitieran llegar a un equilibrio entre lo que el planeta es capaz de producir y lo que necesitamos, ¿sería ético pedir esto mismo a los países en vías de desarrollo? Es evidente que la huella ambiental está íntimamente relacionada con los modelos de desarrollo socioeconómicos, pero si atendemos a las macrotendencias, esto no es solamente una cuestión relacionada con los países ricos. A nivel global, la esperanza de vida crece, así como la calidad de ésta, con lo que existe una demanda creciente de bienes y servicios en todo el mundo que dará como resultado un incremento de la demanda de materias primas a nivel global. Esto, unido a un incremento de la población mundial en los próximos años, nos obligará a un cambio de paradigma absoluto ya que solamente tenemos un planeta.

Este cambio de paradigma tendrá que ir ligado a modificaciones no sólo en las prácticas sociales y el consumo, sino también a cambios tecnológicos que hagan posible poner en práctica la economía circular en más y más sectores, entre ellos el de la construcción. El sector de la edificación y la construcción es un actor clave: por ejemplo, en 2017 representó el 36% del uso de energía final y el 39% de las emisiones relacionadas con la energía y los procesos.

Si bien en los últimos años se han producido (y se seguirán produciendo) grandes avances en la etapa de uso de los edificios para hacerlos más confortables y eficientes, es fundamental que sigamos poniendo el foco en la etapa de producción y construcción y también en el fin de vida de los componentes que forman nuestras construcciones, aplicando el concepto de economía circular a todas las etapas del ciclo de vida del edificio.

Esto supondrá desviar cada vez más materiales del flujo a vertedero y elevar la tasa de recuperación de los residuos de construcción y demolición por encima del 70% marcado por la directiva europea (2008/98/CE) y sus posteriores modificaciones para 2020. Por ejemplo, en España se producen al año 130.000 toneladas de residuos de Placa de Yeso Laminado (PYL). El yeso es un material 100% reciclable que puede ser reciclado infinitas veces, por lo que, con la instauración de los procesos adecuados para su reciclaje, se puede obtener un nuevo material que mantiene las mismas

cualidades y garantías que el inicial. Esto permite reintroducirlo nuevamente en el mercado, reduciendo el consumo de recursos naturales y preservando el medio ambiente. Estos motivos son suficientes para impulsar la necesaria elección de materiales reciclables y reutilizables siempre que sea posible. Aunque esto es sólo un ejemplo, será obligación de todos los agentes implicados en la construcción que la circularidad de nuestras edificaciones sea una realidad para conseguir la reducción de las emisiones y la energía consumida por nuestro sector.

Mari Luz Jimeno,
Responsable en la Oficina Técnica de Saint-Gobain ISOVER y Placo

Necesitamos cambios disruptivos

Construcción y sostenibilidad

Fundación ECODES busca el bienestar para todas las personas dentro de los límites del Planeta y su misión es buscar cómplices en todos los sectores de la sociedad para construir alianzas y lograr así acelerar la transición justa hacia una economía que, al fin, haga las paces con la naturaleza.

Estamos viviendo una encrucijada planetaria. Los científicos del clima nos advierten en sus informes que debemos construir una economía neutra en carbono lo antes posible. Esta década es decisiva. Y nosotros mismos, personas comunes que ven una y otra vez cómo se suceden fenómenos atmosféricos extremos en uno y otro continente, tenemos la misma convicción.

Se multiplican los mega incendios, las mega inundaciones, las mega sequías. En los informativos, cuando los reporteros recogen testimonios de las víctimas de estas catástrofes, hay una expresión muy repetida: “No habíamos visto nada igual”.

Este estado de cosas ha movilizado la opinión pública mundial y hoy tenemos un “Programa Común de la Humanidad”: los 17 ODS y el Acuerdo de París. Esta doble agenda nos acerca al gran objetivo del siglo XXI: construir una economía que, al fin, haga las paces con la naturaleza.

Nos hemos puesto de acuerdo, pueblos y gobiernos del mundo, en que ésta es la tarea común de nuestra generación en este momento de la historia. En este desafío planetario, Europa ha asumido un gran liderazgo. El año pasado, la Comisión Europea anunció que quería ser el primer continente neutro en carbono para el año 2050 y posteriormente comunicó su objetivo de reducir las emisiones europeas un 55% para el año 2030.

Estos ambiciosos y necesarios logros no se pueden cumplir si no asumimos una cultura de corresponsabilidad. Cada cual debe aceptar su cuota parte en el cambio, que debe ser proporcional a su responsabilidad como co-causante de la emergencia climática. Por eso el sector de la edificación y la vivienda, que empieza retrasado esta carrera hacia las emisiones netas cero, afronta un gran desafío.

La inmensa mayoría de los edificios de viviendas en España son despilfarradores de energía y dan la espalda a las energías renovables. Un dato impresiona: en Alemania existen 1,4 millones de tejados solares y en España, el país de Europa con el mayor potencial solar, hay… solo unos 10.000.

La movilidad y la vivienda son dos grandes sectores que explican que las emisiones difusas en España se resistan a bajar. En la movilidad se están produciendo cambios rápidos. La Unión Europea ha anunciado que a partir del año 2035 ya no se podrán vender vehículos con motor de combustión. Las empresas automovilísticas están acelerando su transformación. La revolución de la movilidad está en marcha. Sin embargo, el sector de la edificación, en general, camina, pero no corre.

El ritmo de rehabilitación con criterios ambientales y sociales de las viviendas en España es desesperantemente lento. Se rehabilitan de forma integral unas 25.000 viviendas al año, un 0,1% de las existentes. El dato está muy lejos de la tasa de renovación del 2% que recomienda la UE.

El Plan de Recuperación va a suponer una aceleración, pero ganar velocidad no solo es un tema de dinero. Si queremos que esta década sea decisiva, debemos hacer las cosas de otra manera, debemos hacer cambios disruptivos. Algunos de ellos son legales; otros, culturales; y otros, tecnológicos. Uno de los cambios tecnológicos más prometedores, en mi opinión, es hacer una construcción más industrial, menos artesanal. Eso será bueno para el medio ambiente: para reducir las emisiones de carbono, para generalizar las energías renovables, para facilitar el despegue de la electromovilidad, para aumentar la durabilidad de las edificaciones, para facilitar la reutilización de los elementos constructivos… También puede ser bueno para lograr viviendas más saludables, con más confort. En la pandemia, en su forzado confinamiento, hemos visto cómo porciones significativas de la población no disfrutan de viviendas saludables. También creo que esa construcción más industrializada será buena para un gran objetivo muy necesario en este país y que debemos afrontar: hacer una transición justa sin dejar a nadie atrás. Las viviendas deben ser más asequibles. No son un bien de lujo, sino uno necesario sin el cual el resto de los derechos se hacen impracticables.

Por último, la construcción industrializada aplicada a la rehabilitación nos puede permitir, a través de soluciones creativas aplicadas a nuestros conjuntos residenciales vulnerables, poner en marcha la tan deseada “oleada de rehabilitaciones”.

He dicho cambios tecnológicos, como si estuvieran separados de los legales y culturales. No hay esos silos. Cambiar la tecnología significa cambiar normativas, cambiar ordenanzas, cambiar hábitos, cambiar rutinas y cambiar prejuicios. No es una tarea fácil. Pero es una tarea necesaria.

El sector de la vivienda y la edificación se enfrenta a un doble desafío con fuertes interdependencias: su neutralidad climática y su circularidad. Debilidad: el peso de la inercia. Fortaleza: la tremenda capacidad técnica y talento que el sector tiene. Es tiempo de actuar y rápido.

 

Víctor Viñuales,
Director Fundación Ecología y Desarrollo

Edificación industrializada, una urgencia y una oportunidad

Edificación industrializada

En estos tiempos escuchamos continuamente hablar de la transformación digital de todos los sectores; y es ciertamente desconcertante, pues debemos reconocer que una parte de la sociedad ya lo está.

Vaya si lo está, no hay más que ver el intenso tráfico de mensajes en las distintas redes sociales, la forma en la que disfrutamos del ocio, el modo en que vemos nuestras series preferidas, viajamos, hacemos nuestras compras o pagamos, incluso, desde nuestros relojes.

Por tanto, no se trata tanto de si es posible o no una transformación digital sino de una voluntad (o quizás cabría decir una motivación) que nos lleve a implementar esos nuevos modos de hacer.

La pandemia ha acelerado todos estos procesos por la necesidad, que es sin duda la mayor de las motivaciones. De repente hemos encontrado no llevar dinero en nuestros bolsillos, tener cada vez menos papel en nuestro día a día, acreditando nuestra identidad telemáticamente, y todo ello lo hemos hecho decididos, entendiendo que, aunque tedioso al inicio, nos facilitaría las cosas. ¿Por qué, entonces, la digitalización y transformación de un sector estratégico es tan compleja?

Será quizás la tradición, la melancólica idea del oficio medieval de la construcción; aunque me temo que se trata más bien del miedo al cambio; ese que llega irremediablemente como observó Heráclito. Y es que es muy difícil generar una revolución (que de eso se trata) y que la emprendan aquellos que no quieren dejar de hacer las cosas de la única manera que conocen.

En el ámbito de la arquitectura, a finales de los años 80 del siglo pasado, el CAD inició su implantación en los estudios y se enfrentó a esta misma situación, el cuestionamiento de su viabilidad por aquellos que hasta ese momento trabajaban con estilógrafos a tinta china y papel vegetal. Los argumentos, que el coste era un grave impedimento, pues los proyectos dejaban de ser rentables debido a tener que

invertir en ordenadores y en personal especializado… ¿nos suena? Hoy lo recordamos con cierta ternura, pues realmente estaba cambiando de manera radical e irrevocable la forma de hacer un proyecto. Pero es interesante recordar aquello, pues supuso la reconversión completa de procesos, y de una profesión, los delineantes; y ello no generó desempleo, al contrario, se avanzó hacia modelos de mayor calidad laboral, con una mayor capacitación.

En este Libro Blanco sobre la industrialización de la edificación se mencionan profunda y detalladamente las ventajas que ello traerá al proceso y al producto terminado, por lo que no abundaré en ello. Pero sí cabe enfatizar que, además, estamos en un momento crucial para conseguir que la construcción sea un motor de empleo más estable, profesionalizado, inclusivo y transversal.

Reconvertir la edificación en un sector a la vanguardia de la tecnología, con nuevos materiales (en nuestro laboratorio de la ETSIE estamos fabricando hormigones de ultra alta resistencia-UHPC- con más de 150 N/mm2 de resistencia, testando armado con fibras con un límite elástico seis veces superior al del acero, etc.), la implementación de metodologías BIM y LEAN, va a provocar un salto cualitativo en este ancestral sector que lo hará “visible” a esas nuevas generaciones que consideran el trabajo en obra muy duro (porque lo es), sucio y, en fin, poco glamouroso, si se me permite la licencia.

La actual falta de mano de obra (tradicional) es alarmante y pone en riesgo los nuevos proyectos inmobiliarios. Desde la Cátedra Observatorio de la Vivienda de la UPV se estima que los costes derivados de esta escasez de mano de obra cualificada, unido al relevante aumento en el precio de las materias primas, puede suponer una distorsión en el sector ante la imposibilidad de repercutir esos importes al precio de venta. Con los datos del 3T2021 que manejamos en la Cátedra, el mercado inmobiliario está en un delicado equilibrio, inmerso en una recuperación que se ha visto alterada por la pandemia, pero que en modo alguno puede caer en el error de imputar los sobrecostes al cliente final, pues peligraría la comercialización de los inmuebles.

La forma de gestionar los proyectos inmobiliarios debe enfrentarse de manera muy diferente a la que ha venido siendo habitual, pues es extremadamente sensible a cambios coyunturales. No tiene sentido que los agentes que construirán una edificación se “conozcan” cuando va a empezar la obra. Ya es tarde para demasiadas cosas, entre ellas, garantizar los tres pilares: calidad, plazo y precio.

Se debe optar cuanto antes por implementar el contrato colaborativo IPD (Integrated Project Delivery), industrializar los procesos, aplicar metodología BIM y filosofía Lean Construction, y hacerlo desde el inicio del planteamiento de viabilidad de la operación inmobiliaria, mucho antes de iniciar el modelado del proyecto. Propiedad, arquitectos, ingenieros, constructora, fabricantes, proveedores y consultores deben,

de manera conjunta, dar forma a ese gemelo digital parametrizado que será garantía de éxito. Cuanto más proceso industrializado haya y menos trabajo artesanal en el “tajo” de obra, más posibilidades de cumplir con los objetivos iniciales. En las universidades ya se trabaja para adaptar los nuevos planes de estudios a estos escenarios cambiantes, y lo deberíamos hacer planteándonos cómo será nuestro sector no mañana sino en 30 años. ¿Podemos imaginar la edificación en 2050? No hace falta aplicar machine learning para intuir que habrá mucha robótica, ensamblado automatizado y poco de “obra sucia”.

La vivienda se está convirtiendo en un lugar muy tecnificado, conectado y sostenible, un hogar digital que se relacionará de manera autónoma con el entorno construido, a través de IoT (Internet of Things) y las tecnologías 5G. Una edificación totalmente sensorizada; en la ETSIE estamos investigando con sensores conectados para prevenir la oxidación en elementos estructurales, detectores de olores o “sabores” -mediante lenguas electrónicas-, etc. que ya anticipan cómo las viviendas van a autorregularse sin necesidad de intervención humana. ¿Realmente alguien cree que en estos escenarios caben procesos constructivos que dependen de la formación y criterio de mano de obra no profesionalizada o gestión de proyectos obsoletos?

El empleo que se precisa, hacia donde se debe orientar la Formación Profesional de los futuros trabajadores del sector, es un perfil mucho más especializado, que trabajará en condiciones estables, bajo techo y con procesos estandarizados, con un salto cualitativo en PRL y conciliación laboral -consecuencia de no tener que improvisar equipos por cercanía a las obras-, que permitirá una mayor inserción de la mujer en todos los procesos y, en definitiva, será más transversal, pues no diferirá tanto de otros procesos de sectores que pasarán a ser afines (crear espacios para utilizarlos en viviendas, hoteles u hospitales será similar a prepararlos para ser dispuestos en embarcaciones o en zonas de emergencia).

Y esto no debe ser considerado como una amenaza para la Arquitectura, que ya imagino ese nuevo frente. No, es todo lo contrario, es una extraordinaria oportunidad de manejar otros elementos en el proceso creativo que permitirán que la materialización del gemelo digital en realidad construida tenga menos incertidumbre y mayor calidad. El debate acerca de su coste ya lo hemos vivido, como se ha mencionado. Ha sido cuestionado siempre que la inversión se hacía en Calidad, sin un retorno inmediato. Pero ya nadie discute que mejorar los procesos, asegurar los estándares fijados y hacer que todo encaje es la mejor inversión en cualquier industria. Y la edificación no será menos, pues, no en vano, habremos pasado de medir en centímetros a hacerlo en milímetros.

Fernando Cos-Gayón López,
Director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Edificación de la UPV.

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